CRÍTICA: "La Bandida" (Azteca, Sony Pictures y Teleset, 2017-2018)

Una producción de época, con Sony y Teleset detrás, con Sandra Echeverría como protagonista… La Bandida tenía unos cuantos atractivos para verla y me obligué a hacerlo cuando comenzó a grabarse, a finales de 2017. Sin embargo, han tenido que pasar casi cuatro años para ponerme con ella, porque no se estrenó en México –y por ende se pudo conseguir online– hasta junio del año pasado. Verla no me llevó mucho tiempo, apenas un mes y medio, y hoy, por fin, os traigo su crítica.

ATENCIÓN Si estás viendo esta telenovela o tienes pensado hacerlo, quizás no deberías leer esta crítica, ya que puede contener SPOILERS que hacen aconsejable su lectura una vez la hayas visto. De igual modo, advierto de que en los comentarios de esta crítica puede haber algún SPOILER.

 ⧫SINOPSIS ⧫

México, años 40. La casa de La Bandida es el prostíbulo más reconocido de la ciudad. Por él desfilan políticos, empresarios y distintas personalidades ligadas a la cultura y el arte. Al frente de este lugar tan particular se encuentra Graciela Olmos (Sandra Echeverría), una mujer astuta, hecha a sí misma, que tomó parte en la Revolución, y que disfruta del nuevo devenir de México.
La telenovela recorre la vida de Graciela, desde que era Marina Aedo (Jenny Kay), una niña que vio cómo su familia se destruía por los levantamientos previos a la Revolución. Una Marina joven (Julieta Grajales) se enrolará en las tropas revolucionarias en apoyo de su marido José (Ianis Guerrero), uno de sus grandes amores. La Revolución y la vida se encargarán de cincelar a Marina hasta convertirla en Graciela, que pasó a la historia como una de las mujeres más fascinantes del México del siglo XX.

TRÁILER Y FICHA TÉCNICA

MÉXICO. Azteca, Sony Pictures y Teleset, 2017-2018. 
62 capítulos.
PRODUCTOR EJECUTIVO: Andrés Santamaría (Sony Pictures-Teleset) y Joshua Mintz (Azteca).
GUION: Carlos Quintanilla, Adriana Pelussi, Iztel Lara y Rafael Gaitán.
DIRECCIÓN: Mauricio Cruz y Rodrigo Ugalde.
Emitida en México entre el 1 de junio y el 17 de septiembre de 2020. Disponible con anterioridad en Amazon Prime Video.

♦PERSONAJES Y ACTUACIONES♦
Es imposible abarcar los cientos de actores, actrices y personajes que desfilan por esta telenovela, con lo que voy a centrarme en los principales y en algunos de los secundarios más relevantes.
Julieta Grajales, Sandra Echeverría y Jenny Kay, las tres bandidas

Sandra Echeverría encabeza el elenco de esta historia, aunque se ocupa de Graciela Olmos desde el capítulo 28 y hasta el final. Antes hacen lo propio Jenny Kay (capítulos 1 a 4) y Julieta Grajales (capítulos 4 a 28). Os comenté hace tiempo que no entendía el cambio de Julieta por Sandra y sigo sin entenderlo. Es muy brusco que en un momento en el que el espectador ya tiene a Graciela identificada con Julieta, el personaje pase a manos de Sandra por un salto temporal de unos quince años que perfectamente podría haber llevado Julieta. Me alegra mucho que hayan confiado en ella para la Marina o Graciela joven, más alocada, porque a Julieta le sobra talento y lo ha demostrado con creces. Sandra toma el personaje más maduro, más estable, y lo lleva con muchísima naturalidad. Aun así, insisto en lo innecesario del cambio, pues bien podría haberse envejecido a Julieta o enjuvenecido a Sandra para contar con una sola Graciela desde su juventud hasta su vejez. Por cierto, muy buen trabajo también el de Jenny, la adolescente que se ocupa del personaje en los primeros capítulos.
El paso del tiempo y un trasfondo histórico complicado hacen que sean pocos los personajes que están desde el principio y hasta el final de la historia. Entre esos pocos se encuentran Catalina y Raúl, dos grandes amigos de Graciela. Marcia Coutiño brilla interpretando a esta bondadosa mujer que comienza siendo una monja un tanto particular y acaba convertida en la esposa de Raúl, un médico con tan buen corazón como ella y al que da vida Ariel López Padilla. Me encantó esta pareja, la química tan bonita que tienen y cómo su historia arropa a la de la protagonista a lo largo de los capítulos. Ha sido también un placer reencontrarme con López Padilla, al que llevaba muchísimos años sin ver.

Ianis Guerrero es José, el primer amor de Marina

La vida de la protagonista se puede estructurar en tres etapas. La primera de esas etapas está constituida por una juventud alocada que la lleva a casarse con José, el bandido que unos años antes había matado a su padre, y del que se enamora perdidamente. Ianis Guerrero se convierte en este hombre, que gracias a su personalidad arrolladora consigue conquistar a Marina, convirtiéndola en La Bandida. Ianis disfruta tanto como Julieta de su paso por las tropas revolucionarias, de las escenas de acción y de todo ese ambiente histórico que envuelve a la telenovela durante una quincena de capítulos. Ianis y Julieta tienen una química tremenda y su matrimonio es la puerta de entrada a la historia de otros personajes, como Valentina o Adela. Fernanda Arozqueta y Cinthia Vázquez se encargan de la primera, una niña que llega a la revolución disfrazada de niño y sin apenas formación, más allá de una excelente puntería. La evolución del personaje es brutal y es imposible no tomarle cariño, porque es de los mejores personajes que tiene la telenovela, con la suerte de que además está muy bien llevada, primero por Fernanda y luego por Cinthia. Con Adela sucede algo parecido, aunque en su caso el guion no la favorece tanto, pues aunque se toma mucho cariño a la Adela revolucionaria, que también se lanza a la vida en busca de su propio camino, el personaje desaparece, pese a ser uno de los principales apoyos de la protagonista, y vuelve únicamente con carácter episódico. Es una lástima, porque Adria Morales hace un excelente trabajo con Adela como para que luego el personaje se marche de México y vuelva para unos capítulos encarnado por otra actriz.
En las tropas, Marina conoce la amistad y lo contrario a ella. Alfredo Huereca se convierte en el general Ordóñez, uno de los grandes enemigos de la protagonista, que vive obsesionado con hacerla suya, una obsesión que prolongará a lo largo del tiempo. Algo similar le ocurre a Ramiro, el mejor amigo de José, intepretado por Memo Villegas. Marcelo Córdoba y Cristel Klitbo, como Martín y Marieta, ayudarán en más de una ocasión a Marina para deshacerse de las intenciones de estos dos hombres.

La vida lleva a Marina a los negocios ilícitos y a conocer a Tommy (Albi de Abreu)

Finalizado su matrimonio, Marina se traslada a México con Adela. Allí comienza una segunda etapa de su vida, en la que cae en el mundo de los negocios ilícitos. En un casino conoce al líder de una popular banda de ladrones, en la que se integra. Su paso por la banda del automóvil gris, como se hace llamar el grupo, es de lo mejor de la telenovela, y de ella sale un personaje que la acompañará hasta el final, Arturo. Me encantó el excelente trabajo que se marca Antonio Fortier con este personaje, uno de los pocos que no sufre el paso del tiempo, pues lo interpreta el mismo actor a lo largo de unos treinta años. Su química con Cinthia Vázquez, quien se convertirá en su esposa, es también digna de mención. Gracias a la banda, Marina conoce a amistades tan exclusivas como la cantante María Conesa, interpretada por Shaila Dúrcal y es así como Marina entra en contacto con la música y descubre en ella su gran pasión.
Un incidente de la banda lleva a Marina a huir al norte de México y convertirse en Graciela. En su huida conoce a su segundo gran amor, Tommy, uno de los miembros de la red criminal presidida por Al Capone. Albi de Abreu da vida a este mafioso, que trae cierta serenidad a la vida de Graciela y que se convierte en el padre de su única hija.

Iván Arana es Pedro, el tercer y último gran amor de Graciela

La tercera y última etapa en la vida de la protagonista transcurre de nuevo en el DF, con Sandra Echeverría como Graciela y con salto temporal incluido. Ahora Graciela es la dueña del principal prostíbulo de la ciudad. Allí su vida permanece en calma y allí conoce a un nuevo amor, el cantante Pedro Núñez, un muchacho más joven que ella al que interpreta Iván Arana. Me encantó la química entre Iván y Sandra y la serenidad que aporta Pedro a la vida de Graciela. La Bandida es ahora una mujer adulta, que vive con su hija y su hermano. Arantza Ruiz se convierte en Marina, la hija de Graciela, demostrando una vez más la madera que tiene esta joven actriz. Es preciosa la complicidad entre madre e hija, incluso en los momentos en los que la hija es más rebelde. Se nota que Sandra y Arantza venían de la T2 de La querida del Centauro, donde compartían muchas escenas, y que hay una muy buena relación entre ellas. David Medel, en el hábito del padre Benjamín, el hermano de Graciela, completa esta familia con otro personajazo, muy apegado a la religión, pese a que no duda en contravenir sus principios para ayudar a su hermana.
En esta etapa de su vida, Graciela se rodea de un amplio número de trabajadores, como El Güero, encargado de seguridad en su casa, e interpretado por José Carlos Femat; o La Ninfa, La Rubia, La Pircesa, Consuelo y Raquel, algunas de sus muchachas, interpretadas, respectivamente, por Florencia Ríos, Gimena Gómez, Jessica Ortiz y María del Carmen Félix. Me ha gustado en particular la química profesional de todas ellas, a la hora de hacer valer sus derechos frente a los clientes y unirse, cuando es necesario, para defenderse las unas a las otras.
Completan el elenco una infinidad de actores y actrices, entre los que se encuentran Erick Sandoval, que interpreta a Arturo, el gran amor de Adela; Tamara Vallarta, que da vida a Esperanza, la hija de Raúl; Juan Pablo Franco y Jana Raluy, como Federico y María, los consuegros tan particulares de Graciela, y Gabo Ornelas, como Damián, el yerno de la protagonista. Esta última familia es de lo mejor que tiene la segunda mitad de la telenovela, especialmente en lo que respecta a la Liga de Mujeres Católicas que encabeza María, un auténtico quebradero de cabeza para La Bandida.
PERSONAJES Y ACTUACIONES: 2/2

TRAMAS
¿Es La Bandida una bionovela? Para mí, no. Si bien es cierto que parte de un personaje real, la historia se toma muchas libertades, entre ellas, la más importante, la creación de todo un universo de personajes y tramas en torno a la protagonista y sobre ella misma. Hace unos meses hablaba con Altair de la poca bibliografía que existe sobre Graciela Olmos y de un libro, que me leí a posteriori, en el que se hallan cosas en las que la telenovela no profundiza o que presenta de otra manera.

Graciela relata parte de su vida a partir de un interrogatorio integrado en la trama

Narrativamente, La Bandida tiene un gran acierto, y es que sea la propia Graciela la que cuente, desde el primer capítulo y hasta el vigésimo noveno, su adolescencia y juventud. Un interrogatorio policial es la excusa para que Graciela, ya encarnada por Sandra Echeverría, mire a su pasado como Marina, en manos de Jenny Kay y Julieta Grajales. Pese a que esa narración no es si no un gran flashback interrumpido brevemente por pequeñas secuencias del interrogatorio, Graciela narra su vida de una manera lineal, desde que en 1903 los bandidos se instalan en la hacienda en la que trabaja su padre, hasta que ya en 1938 Graciela es la dueña del prostíbulo más famoso de México. El interrogatorio encaja muy bien en el desarrollo lineal de los acontecimientos, que sigue sin flashback ni recurso narrativo alguno, hasta el final de la telenovela. Me ha gustado mucho esta forma de contar las cosas, muy sencilla, muy fácil de seguir y con ese aliciente de descubrir el porqué del interrogatorio permite a la protagonista relatar parte de su vida.
En lo que a tramas más concretas se refiere, disfruté con todo lo que vive la protagonista y, en particular, sus relaciones con José, Tommy y Pedro. Precisamente, las conversaciones de Graciela con José y Tommy cuando ellos ya no están a su lado son otro recurso digno de ser destacado. Me encantó que los personajes, aunque se vayan del lado de la protagonista, sigan estando cerca de ella de una forma un tanto fantasmagórica. Sin dejar a Graciela, reconozco que me tuvo muy enganchado su relación de odio hacia el general Suárez, un personaje que va y viene a lo largo de la historia como un auténtico villano. Respecto a su etapa como dueña de un prostíbulo, me ha gustado ver a una Graciela más preocupada por lo humano que por lo económico, encargándose de la educación de sus muchachas, dándoles techo y comida, y dejando claro que son ellas quienes eligen a sus clientes y no al revés. La Graciela Olmos real fue un personaje rompedor para su época, y la de la ficción lo es incluso a día de hoy.

El general Suárez, con traje negro, es uno de los principales enemigos de Graciela

Más allá de Graciela, me encantó, como os comentaba hace unas líneas, la trama sentimental que une a una monja con un doctor en los albores del siglo XX. Me gustó por arriesgada y por bonita, y porque, pese a los remordimientos e idas y venidas de Catalina y Raúl, al final triunfa el amor y Catalina sigue dedicándose a lo mismo que hacía como religiosa pero sin hábito encima. Me gustó también que a través de este personaje se mostrase aquello de "o marido, o convento", una elección tan restrictiva como absurda que sufrían las mujeres hasta no hace tantos años.
Sin dejar las tramas amorosas, me lo pasé en grande con la pareja que forman Valentina y Arturo y con el recorrido sentimental-personal que traza Adela desde su juventud y hasta su madurez, aun cuando sigo creyendo que este personaje podría haber dado más juego y no desaparecer como lo hizo. No me gustó, por el contrario, el matrimonio autoforzado de Marina, la hija de Graciela. Desconozco si esto se basa o no en hechos reales, pero si no es así, no tiene sentido que en una telenovela que rompe unos cuantos tabúes, se presente un matrimonio forzado, sin amor, y que acaba en divorcio para luego volver a ser matrimonio. No entendí ni eso ni que Antonio, el verdadero amor de Marina acabase muerto, parece ser que en la Segunda Guerra Mundial. Pienso que por ahí quedó algún cabo suelto, pues en más de una ocasión Esperanza, la hija de Raúl y una buena amiga de Antonio, parece guardar un secreto que quizás sea la no muerte de Antonio, no sé.

La Ninfa y La Princesa separan a El Güero en una pelea en la casa de La Bandida

Las tramas de las chicas del prostíbulo enriquecen la segunda mitad de la telenovela, con un poco de todo, desde amoríos a venganzas, pasando por grandes transformaciones personales, como la de Marta, que comienza a estudiar Contabilidad para dar un giro a su vida y alcanzar su libertad profesional y económica.
La telenovela tiene un buen ritmo, aunque algunas tramas secundarias lo aminoran, con dos mitades claramente diferenciadas por ese cambio de actriz que se produce en el marco de un salto temporal señalizado antes de tiempo, valga el juego de palabras. Así, en un momento dado del capítulo 28 se salta a 1938 y sigue en pantalla Julieta. Minutos más tarde, y mientras se sigue en ese año, aparece Sandra. Es lo único criticable, en lo que a la narrativa se refiere, a una telenovela que, por lo demás, ha cuidado mucho el trasfondo histórico y se trae a la acción personajes como el general Pancho Villa, la cantante María Conesa y los distintos actores y políticos que pasan por la casa de La Bandida.
Teniendo en cuenta que la Graciela Olmos real nació a finales del siglo XIX, cabe imaginar cómo puede acabar la telenovela. Pese a que, en ese sentido, no hay sorpresa alguna, el final es tremendamente emotivo, de esos que hacen llorar y del que, pese a ello, se saca alguna enseñanza positiva. Ese final es el broche perfecto a dos o tres capítulos en los que Sandra se luce aún más de lo que se luce habitualmente, con un registro que nunca le había visto y que es especialmente conmovedor. El último capítulo completa así el particular homenaje a Graciela Olmos que le hace la telenovela.
TRAMAS: 4/5

MÁS COSAS
Las telenovelas de época suelen contar con elevados presupuestos, algo que se demuestra normalmente en batallas, exteriores de lujo y vestuarios impecabilísimos. Aquí se nota que hubo presupuesto, pero se gestionó de forma más práctica, y se apostó, por ejemplo, por construir una serie de decorados que permitiesen dar cabida a las distintas etapas en la vida de la protagonista, como el campamento de la tropa, el prostíbulo o la casa en la que vive Graciela en el norte recién fugada de la capital. Se hicieron muy buenos decorados, sí, pero no se renunció ni a interiores reales ni a exteriores, acotados a jardines, pequeñas plazas y escenarios naturales, estos ligados fundamentalmente a la etapa de Marina en la Revolución.

Dos escenas en interiores, uno real, arriba, y otro decorado, abajo.

Si esperáis encontraros grandes batallas de esa época histórica, ya os digo que busquéis en otro sitio. En La Bandida solo hay un enfrentamiento, en el primer capítulo, entre los bandidos y el personal de un rico hacendado, en una época anterior a la Revolución. De esta solo veréis heridos, el ambiente en la tropa y alguna que otra estrategia de ataque y defensa.
Vuelvo a insistir en algo que destaqué hace unos días, al hilo de las erratas en la entrada y un par de cosas raras: La Bandida tiene una realización tan cuidada que no desentona nada. No se cuela en plano un vaso de plástico o un coche que no corresponda al periodo histórico en el que se ambienta. El mobiliario se muestra acorde con las distintas épocas y lo mismo sucede con el vestuario, que en el caso de la protagonista abarca desde los sencillos vestidos con los que entra en las tropas revolucionarias de hace un siglo hasta los sofisticados conjuntos que luce en su negocio, ya en los años 40 y 50. La buena iluminación con la que cuenta la telenovela contribuye a disfrutar de todos esos y otros detalles, algo que se agradece en un momento en el que las producciones de época se tienden a oscurecer, a veces demasiado.
La única carencia que tiene, para mi gusto, es la falta de una mejor dirección de extras o algo así. Hay escenas repletas de extras que no paran quietos, que se mueven más que los personajes en los que se centra la acción y que acaban despistando al espectador. No es que sea algo grave, pero sí que podría haberse organizado un poco mejor.
Uno de los puntos fuertes de La Bandida es su musicalización. Más allá de los soundtracks, que son una decena muy bien elegidos, la telenovela aprovecha que Graciela Olmos cantaba y componía para llenar de música unas cuantas escenas. Así, a Sandra Echeverría se la escucha cantar desde La enramada, compuesta por la propia Graciela, la real, al improvisado Corrido al presidente, pasando por el tema principal de la telenovela, titulado como ella. Sandra canta y lo hace genial. A Julieta, en cambio, la doblan, por razones que desconozco. De viva voz también cantan Shaila Dúrcal e Iván Arana, que ha sido todo un descubrimiento, musicalmente hablando. Aquí os dejo la interpretación tan bonita que hizo de La enramada:


Termino con una reflexión que nada tiene que ver con el producto, sino con el controvertido tema de la censura. La vi tal y como se emitió en México y al comienzo de cada capítulo sale una advertencia de que no es apta para menores de 15 años por contener "escenas con lenguaje, sexualidad y violencia no aptas" para tales edades. No se censura ni una palabra, pese a haber unas cuantas puta.
MÁS COSAS: 2,8/3

Parte del elenco, en uno de los sets de grabación

En resumidas cuentas, si buscáis algo de época y/o queréis acercaros a la vida de una mujer tan particular como Graciela Olmos, La Bandida os gustará. Un buen elenco, un guion muy trabajado y una cuidadísima realización hacen que esta telenovela se disfrute y que, como me pasó a mí, se vea en unas pocas semanas.

♦PUNTUACIÓN FINAL
8,8

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