Como sabéis, durante los últimos meses estuve viendo, por segunda vez, Cuando me enamoro (Televisa, 2010-2011).
No os podéis imaginar la de cosas que he descubierto en este segundo pase. Son
tantas, que he decidido dividirlas en tres Están
pasando cosas un pelín más largos de lo habitual, con capturas y vídeos
para entreteneros un poco en este arranque de temporada, tanto si habéis visto
esta telenovela como si no. Todas las imágenes se amplían haciendo clic sobre ellas y, tranquilos, que no hay spoilers graves.
I. Un bebé raro, raro,
raro
Desde
el primer capítulo comencé a descubrir cosas de las que no me había percatado
cuando la vi por primera vez, hace nueve años. En una escenas, Roberto
(Sebastián Rulli) acude a ver a Pepa (Margarita Magaña), que acaba de tener una
hija con él, pese a que él no está por la labor de reconocerla, al ser una niña
extramatrimonial. Roberto y Pepa discuten acaloradamente, ella con la niña en
brazos, una niña que no se mueve en toda la escena, hasta el final. Combino en
este vídeo la escena, acelerada, con ese movimiento final tan curioso:
¿Es
Margarita Magaña la que hace, con su mano, que se mueva la pierna de lo que
parece ser un bebé reborn? Ralentizo
en este segundo vídeo la escena para comprobar que, si no es ella, es un hilo
tirando de la rodilla inanimada de la pobre criatura de plástico:
II. Un doctor que se
repite
El
segundo capítulo me permitió descubrir otra cosa… Bueno, realmente, la descubrí
en el 81, pero ahora os lo explico mejor. Roberto tiene un infarto de terribles
consecuencias y su esposa Regina (Lidia Ávila) acude al hospital para hablar
con el cardiólogo que lo atiende. Es ahí donde sale un médico, con su bata
blanca, cuyo nombre no se menciona:
Casi
ochenta capítulos después, con un salto temporal de veinticuatro años, Gonzalo
(René Casados) va al hospital para saber cómo se encuentra su esposa, Fina
(Rocío Banquells) de un supuesto tumor cerebral que padece. Lo atiende un
doctor, el doctor Barreiros, neurólogo, con su bata blanca:
Efectivamente,
esto es lo que se llama reutilizar actores y más concretamente reutilizar a Benjamín
Islas, del que ya os
hablé hace unos años.
III. Renata ya era
vicepresidente comercial
Una
de las tramas que se abren al comienzo de la telenovela es el regreso a México de
Matías (José Ron), al que Gonzalo, su padre, quiere encomendar la
vicepresidencia comercial del grupo de empresas que dirige, un puesto, que de
no ser aceptado por Matías, caería en manos de Renata (Silvia Navarro). Existe,
en el capítulo cinco, un debate sobre ese puesto, un debate muy absurdo si se
tiene en cuenta que, en el capítulo seis, todavía sin vicepresidente comercial
elegido, se muestra lo siguiente:
“Lic.
Renata Monterrubio Álvarez. Vicepresidente Comercial”. Alguien se olvidó de
cambiar el atrezo después de rodar escenas de capítulos posteriores.
IV. Dos comensales muy
especiales
Unos
capítulos después, Matías y Renata salen a pasear y acaban en un restaurante
donde Renata se pone a cantarle al son de los mariachis. Cuando la cámara
enfoca a Matías, se observan, detrás de él, dos mujeres sentadas en una mesa, en
lo que constituye un cameo de lujo para una escena muy bonita:
Martha
Carrillo y Cristina García, las guionistas, tuvieron esta participación especial,
de la que yo no me percaté en su día y que conocí hace unos años, cuando, al
poco de abrir este blog, alguien me lo contó por Twitter. En próximas entradas
veréis otros cameos de miembros del equipo técnico.
V. Jerónimo, ese hombre
solitario
En
el capítulo 11, Roberta (Jessica Coch) investiga a Jerónimo (Juan Soler) a
través de internet. En su búsqueda llega a la web del centro La Esperanza de
Regina, del que Jerónimo es benefactor, un benefactor que presentan así:
“El
empresario Jerónimo Linares que radica en España es uno de los principales
benefactores del centro La Esperanza, debido a que su padre fue uno de los
patronos de dicha fundación y cuando falleció no quiso desamparar a tantas
mujeres desprotegidas, o puede ser también porque es un solitario hombre de
negocios”. ¿En serio era necesario acabar así una presentación tan bonita? No
os podéis imaginar la gracia que me hizo lo de “puede ser también porque es un
solitario hombre de negocios”, ya que no viene a cuento pero es muy gracioso,
las cosas como son.
Como
curiosidad, poco después, en ese mismo capítulo, Jerónimo se presenta en la
mansión Monterrubio con estas pintas, las mismas que luce en la fotografía de
la web:
VI. Un retrato perfecto
de la Iglesia
Capítulo
39, boda de Renata y Jerónimo. A las puertas de la iglesia se encuentra
Roberta, frente a un expositor que tiene un par de letreros que muestran lo
mucho que le gusta el dinero a la Iglesia. Sí, soy consciente de que esto
último me va a llenar la entrada de comentarios que me tildarán de demonio:
“¡Gracias!
Por pagar, por no maltratar los folletos!”, se lee, en un folio que está sobre
una estantería llena de folletos, todos con su precio. No sé qué iglesia es,
pero me dejó alucinado lo de que cobren por los folletos. No conozco ninguna, y
he estado en catedrales, monasterios y hasta en la mismísima Capilla Sixtina,
que cobre los folletos. Por si el folio no fuera suficiente, por debajo de la
estantería figura un rótulo todavía más conciso: “No se obsequian”.
VII. Chema y su coche de
Protección Civil
Termino
esta primera tanda con un detalle que me llamó mucho la atención. En el
capítulo 51 Chema (Ferdinando Valencia) lleva a Constanza (Lourdes Mungía) a
visitar un huerto a las afueras del DF y la lleva en su coche, un coche un
tanto particular, porque es de Protección Civil:
Se
ve el logo en la esquina superior trasera, tiene también varios rótulos con la
palabra “Desastres” y, para que no cantara mucho, en la puerta del copiloto
colocaron una pegatina que seguramente sirvió para ocultar un logo más grande.
¿No había dinero para alquilar un coche privado? ¿En serio se tuvo que hacer
uso de uno de Protección Civil, sin que ello tenga relación alguna con la
historia? Me gustaría que alguien me lo explicase.
Sigo
mañana con un diálogo de besugos, nuevos cameos del equipo técnico y más cosas
curiosas que he visto en el atrezo.
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