Casualidades de la vida, mañana se cumplen tres años de mi publicación de la crítica de la primera temporada de La Doña. Hoy os traigo la crítica de la segunda, que fue uno de mis pasatiempos durante el confinamiento, ya que comencé a verla a finales de marzo y la terminé, más o menos, dos meses después. Aracely Arámbula repite como Altagracia Sandoval, ese personaje inspirado en la Bárbara Guaymarán de Rómulo Gallegos, traída al México de nuestros días.
¡! CUIDADO Si estás viendo esta telenovela o tienes pensado hacerlo, quizás no deberías leer esta crítica, ya que puede contener SPOILERS que hacen aconsejable su lectura después de haberla visto. De igual modo, advierto de que en los COMENTARIOS de esta crítica puede haber algún SPOILER.
SINOPSIS
Han
pasado dos años de la boda de Saúl (David Chocarro) y Mónica (Danna Paola).
Altagracia (Aracely Arámbula) vive tranquila en Río de Janeiro y, poco a poco,
ha conseguido recuperar su poder, moviéndose siempre en un discreto segundo
plano.
En
México, los parientes de los Monkeys, en unión con un recuperado Braulio (José
María Galeano), traman cómo encontrarla y vengarse de ella y consideran que la
única forma de que Altagracia vuelva al país es atacando a Mónica y a Saúl. Un
buen día, Aguirre desaparece sin dejar rastro, lo que inquieta a Mónica, ya que
su esposo había comenzado a investigar a los Arcoíris, una pandilla que
secuestra, viola, tortura y asesina a jóvenes veinteañeras en un frondoso
bosque a las afueras de la Ciudad.
La
desaparición de Saúl llega a oídos de Altagracia, que pone rumbo a México para
ayudar a su hija. Allí se topará con León Contreras (Carlos Ponce), el
inspector encargado de la desaparición de Saúl, quien procede a detenerla de
inmediato, dada la orden de búsqueda y captura que aún pesa sobre ella. Con la
ayuda de José Luis Navarrete (David Zepeda), el empresario que compró la
constructora Sandoval, Altagracia logra salir de la cárcel con la misión de
proteger a su hija de aquellos que quieren vengarse de La Doña por todo lo que
les hizo en el pasado. No será tarea fácil y Altagracia deberá enfrentar a
nuevos y poderosos enemigos para hacer justicia y resolver las cuentas
pendientes.
DATOS Y TRÁILER
México
y Brasil. Telemundo y Argos, 2019.
79
capítulos*.
PRODUCTORES
EJECUTIVOS: Héctor Sotelo
Blancas, María Eugenia Fernández, Mariana Iskandarani y Marcos Santana.
GUION: José Vicente Spataro, Basilio
Álvarez, Alejandra Díaz, Felipe Espinet y José Ramón Menéndez.
DIRECCIÓN: Felipe Aguilar y Carlos Villegas.
Emitida
en Estados Unidos entre el 13 de enero y el 27 de abril de 2020.
*Se emitieron 79 capítulos, aunque se
rodaron 80. En los últimos capítulos se aprecian pequeños recortes que permiten
explicar esa diferencia.
PERSONAJES
Y ACTUACIONES
Aracely
Arámbula vuelve a meterse en la piel de Altagracia, un personaje que a estas
alturas le es de sobra conocido. En esta segunda temporada, Aracely se vuelve a
entregar al cien por cien y esa confianza que le da conocer desde hace cuatro
años a Altagracia le permite explorar distintos aspectos del personaje, ligados
a su faceta humana, como su vis de madre, mucho más explotada que en la primera
temporada. La he visto más natural, aun si cabe, que hace tres años, y
pasándoselo en grande con un personaje que, como ha reconocido en varias
ocasiones, es uno de los que más le han marcado.
Aracely, Carlos y David protagonizan esta segunda temporada |
Junto
a Aracely se encuentran en esta ocasión dos hombres, León Contreras y José Luis
Navarrete. Comienzo con León para felicitar a Carlos Ponce por este
personajazo, mi personaje masculino favorito. Quizás por tenerlo asociado a la
comedia, subestimé a Carlos, que me dejó con la boca abierta y los ojos llenos
de lágrimas en un montón de ocasiones. Todo adjetivo se queda corto para
describir el magnífico trabajo de Carlos con este policía, con una vida marcada
por la tragedia y con una interesante lucha entre el deber moral y el
profesional, que le lleva a ser muy humano, como demuestra en varias ocasiones
a lo largo de la historia.
Aunque
parecen muy distintos, José Luis y León tienen cosas en común. David Zepeda
interpreta a este poderoso constructor, acostumbrado a hacer lo que le da la gana gracias a su posición
económica, una coraza que envuelve a un tipo muy humano, que se equivoca, y mucho,
a la hora de tomar distintas decisiones que le afectan a él y a su familia. No
es un villano al uso y David supo sacarle un gran partido, en especial en lo
que al conflicto con su hijo se refiere, con varias escenas impresionantes, de
una grandísima carga emotiva, en las que transmite muchísimo.
La
química de Aracely tanto con Carlos como con David es bestial y la de estos
dos, enemigos acérrimos, es impresionante.
Kika Edgar, Maricela González, José María Galeano y Beranardo Flores son algunos de los enemigos de Altagracia |
Enemigos
son, precisamente, los que no le faltan a Altagracia en esta segunda temporada.
Si ella volvió más humana, lo mismo le pasó a Braulio, que no ha dejado de ser
el loco de la primera temporada, pero con una serie de matices que lo
reforzaron, como su relación con su hijo o con su padre. José María Galeano
disfruta de lo lindo convertido de nuevo en este sádico, al que acompañan en
esta temporada distintos personajes que desean vengarse de Altagracia, como los
parientes de los Monkeys: Romelia Vega, Alfonso Cabral, Fernanda y Sebastián
Cáceres y Mauricio Preciado. Kika Edgar, José Sefami, Alexa Martín, Rafael
Ernesto y Alberto Casanova integran este grupo que, como posiblemente
sospechéis, se va desintegrando a medida que Altagracia comienza a dar con
ellos. Me han gustado los cinco, en especial Kika, que es la que tiene más peso
y más recorrido argumental. Nunca la había visto de villana y me ha fascinado,
con este personaje de doble moral, santa católica y apostólica de cara al
público y, en lo privado, sádica propietaria de una agencia de escorts.
Los
enemigos de Altagracia no se limitan a los parientes de los Monkeys, ya que por
ahí andan también Eunice Lara, Diego, Luis, Eleonora y Manuel. Puede que la
primera os suene, aunque no como Eunice, sino como La Felina, porque es un
personaje traspasado de El Señor de los
Cielos, donde estuvo varias temporadas, hasta hace dos. No tengo nada en
contra de Marisela González, que es quien la interpreta, pero me ha parecido un
grave error traer de vuelta a La Felina, tanto a nivel argumental como del
propio personaje, al que han humanizado excesivamente, como en un intento por
blanquearlo y alejarlo de lo que fue hace unos años. Tampoco me gustó el
recorrido argumental de Diego, al que vuelve a interpretar Leo Deluglio, aunque
en este caso sí lo comprendo, dadas las características del personaje, que Leo
lleva sin problemas. Más acertado me pareció Luis, el hijo de José Luis
Navarrete, una joya, argumentalmente hablando, del que se ocupa Bernardo
Flores, que pese a su juventud demuestra que puede, sin problemas, con un
villano tan complejo, un psicópata que disfruta con el sufrimiento ajeno, algo
que le ha inculcado, directa o indirectamente, su madre, Eleonora, con la que
Alejandra Barros brilla, un personaje radicalmente distinto a su Diana de Y
mañana será otro día. Me queda Manuel, otra sorpresa, un personaje
español, vasco y exetarra, interpretado por un español, Luis Xavier, al que
siempre da gusto ver y que se nota que congenió muy bien con José María
Galeano, su hijo en la historia.
No
todo son enemigos para Altagracia, que esta temporada suma, a su favor, a
Noelia, una joven hacker interpretada
por Paola Fernández, todo un descubrimiento. Me ha gustado mucho la naturalidad
con la que esta joven lleva a un personaje tan complejo, que comparte con
Altagracia sus ansias de hacer justicia tras la muerte violenta de su hermana.
Gran trabajo el de Paola, que además tuvo una química muy bonita con la siempre
genial Patricia Reyes Spíndola, que interpreta a Florencia, su madre.
Diego Soldano y Andrea Martí repiten como Daniel y Regina |
Junto
a Altagracia también repiten Andrea Martí, como Regina, su hermana de
Altagracia; Diego Soldano, como Daniel,
el ex Monkey convertido en su nuevo aliado; el inseparable Matamoros, de nuevo
interpretado por Aquiles Cervantes; el doctor Adolfo, en manos otra vez de
Claudio Roca, y Magdalena, de la que se vuelve a ocupar Simone Victoria. Me
sorprendió que repitiera Simone, ya que desaparecieron todos los personajes de
la vecindad de la primera temporada, pero supieron integrarla bastante bien,
igual que a Daniel, convertido en pareja, y qué bonita pareja, de Regina. Nunca
me cansaré de pedir más protagónicos para Andrea Martí, se los merece y ojalá
no le tarden en llegar. Por cierto, Andrea estrena hija en esta temporada, ya que
Paola Albo toma el relevo de Michelle Olvera como Isabela. No me ha disgustado,
aunque ya sabéis que no soy muy partidario de estos cambios de actores.
En
el entorno de León, interaccionando muy a menudo con Altagracia y José Luis, se
encuentra el gran Eric del Castillo, que se convierte en el comandante Vidal,
adalid de la corrupción y una de las pesadillas de León. Más a su favor se
halla Karen, su compañera y amiga, interpretada una vez más por Mayra Sierra,
genial, como siempre. León tiene también muy cerca, al menos durante una parte
de la historia, a Fátima, su esposa. Fernanda Borches se luce con este
personaje y vuelve a demostrar que brilla sin problemas en la comedia y en la
tragedia, con una grandísima química con Carlos. Si León era mi personaje
masculino favorito, Fátima es el femenino con el que más he empatizado y al que
más cariño le he tomado. Creo que también es hora de que Fernanda comience a
protagonizar, porque le sobran tablas, es una actriz como la copa de un pino.
Completan
el elenco Agustín Argüelles, como Eduardo, el servil amigo de Luis; Christian
Ramos, como Cisco, el nuevo guarura
de Altagracia; Leandro Lima, que interpreta a Thiago, otro amor frustrado en la
vida de La Doña, y Danna Paola, con una participación especial con la que
cierra el recorrido de Mónica, la hija de Altagracia.
[PERSONAJES
Y ACTUACIONES: 1,8/2]
TRAMAS
La
segunda temporada de La Doña es muy
interesante desde un punto de vista estrictamente argumental. Los primeros
capítulos descolocan un poco, por la llegada de nuevos personajes y el arranque
de distintas tramas que a priori
parecen difíciles de encajar, con sentido, en una historia: el regreso de
Altagracia y sus ganas de hundir a José Luis; León y su recién asignado caso de
los Arcoíris; los parientes de Altagracia en busca de venganza; la desaparición
de Saúl, aparentemente ligada a los Arcoíris… Todas estas piezas van, poco a
poco, encajando en una especie de puzle que lleva a Altagracia, una vez más, a decidir
hacer justicia por su cuenta, desesperada por la corrupción y la violencia que
reinan en la sociedad. En ese sentido, la venganza de Altagracia contra Braulio
y los parientes de los Monkeys recuerda, y mucho, a la que siguió en la primera
temporada contra sus violadores, de nuevo con su hacienda como ese lugar
apartado en el que hacer de las suyas. Si en la primera temporada Saúl hizo la
vista gorda con muchas de las hazañas de Altagracia, en esta temporada ha sido
León el encargado de hacerlo. Juntos, Altagracia y el policía nos han regalado
una historia de amor preciosa, tristemente salpicada por los Arcoíris y los
parientes de los Monkeys. Y sí, si en la primera temporada Altagracia rivalizaba
con Mónica por Saúl, en esta le toca hacer frente a otra rival joven, Noelia,
también enamorada de León.
Altagracia, junto a sus dos parejas en esta telenovela; el interés la lleva a José Luis, el amor, a León |
Como
veis, la segunda temporada tiene unos cuantos paralelismos con la primera,
paralelismos que llegan también a cómo Altagracia recupera la constructora que
en su día también le quitó a Lázaro, con una técnica parecida, la seducción y
el posterior despojo de sus bienes a José Luis, el nuevo propietario. Los
Arcoíris, por su parte, son los nuevos Monkeys, adaptados a nuestros días, con
una mayor dosis de sadismo, que se ve, por ejemplo, en cómo terminan rodando
vídeos snuff antes de acabar con sus
víctimas.
Más
allá de los paralelismos, la segunda temporada abre una serie de tramas que
tienen un punto de partida común y para mi gusto, uno de los fallos de la
historia, vincular a Altagracia con los Casillas. Vale que Altagracia salió en
cinco o seis capítulos de la sexta
temporada de El Señor de los Cielos,
pero el crossover debió quedarse ahí.
No tiene sentido que una mujer tan poderosa como Altagracia y tan independiente
aparezca, de pronto, subrogada a Amado Casillas. Fruto de ello se produce el
gran error de la telenovela, recuperar a La Felina. Puede tener un pase traer
de vuelta a este personaje, pese a que falleció en el último capítulo de la quinta
temporada de El Señor de los Cielos,
o eso nos hicieron creer, pero lo que es un despropósito es la trama tan
absurda con la que llega a la historia, como chivo expiatorio de la CIA para
encontrar a Braulio, porque ellos sí sospechan que está vivo, y para salvar la
vida de su hijo, el mismo que también vimos morir en la quinta temporada de El Señor de los Cielos, de una forma más
explícita incluso que la muerte de su madre. Si Altagracia necesitaba socios,
podían haberse buscado lejos de los Casillas, con nuevos personajes escritos
desde cero, porque, esa es otra, La Felina de José Vicente Spataro dista
muchísimo de La Felina de Luis Zelkowicz, como ya os expliqué en el apartado
anterior. Sí que, a lo largo de los capítulos, Eunice va a más, argumentalmente
hablando, mostrándose a veces aliada y a veces enemiga de Altagracia, pero ese
desarrollo no mejora ni al personaje ni a las tramas que lo envuelven desde un
principio.
Todo
lo contrario a lo de Eunice ha sucedido con Braulio, en el que han profundizado
para sacar a la luz unos orígenes muy interesantes, ligados al terrorismo de
ETA en el País Vasco, con un padre de aúpa que llega hacia la mitad, y que
permite explicar muchas cosas del personaje. Aplaudo lo que han hecho con
Braulio, con la lógica y el tiento que les faltaron a la hora de resucitar a La
Felina. No es lo único que les agradezco, ya que también han hecho un muy buen
trabajo a la hora de explicar qué pasó o qué fue de aquellos personajes que
estaban en el final de la primera temporada pero que no aparecen en esta, como
Valeria, Lopecito, Azucena o Lydia.
León y Karen son fundamentales en el tono policíaco que adquiere la historia en esta segunda temporada |
Aunque
la primera y la segunda temporada compartan aspectos en común, quiero dejar
claro que la segunda tiene entidad propia y un tono muy particular que la aleja
de la primera y que se resume en una palabra: policíaco. El punto de partida,
la investigación que León y Karen asumen poco después y todo lo que la sigue
hacen que predomine ese carácter policíaco, en una historia que también tiene
momentos para el romance, la venganza o esos mensajes tan bonitos sobre la
igualdad y la lucha contra la violencia machista, que esta segunda parte
también hereda de la primera. Creo resumirlo muy bien si os digo que, si en vez
de una telenovela estuviéramos ante una novela, esta sería, sin duda alguna,
una novela negra ambientada en nuestros días y reflejo de algunos de los
grandes males de nuestra sociedad.
En
cuestión de ritmo, no hay nada que reprocharle a esta segunda temporada, para
mi gusto más ágil, incluso, que la primera, en lo que puede influir que tiene
cuarenta capítulos menos. El tono policíaco hace que enganche y que haya veces
en las que se acabe viendo un poco en modo maratón,
con dos o tres capítulos al día.
Altagracia, Daniel y Regina, en una escena del final |
[TRAMAS:
3,8/5]
MÁS
COSAS
Si
la primera temporada tuvo una realización sobresaliente, la segunda es aún
mejor y no tiene nada que envidiar a las superproducciones cinematográficas, a
base de multicámaras, drones, helicópteros y un repertorio de efectos
especiales muy bien conseguidos que hacen que, desde un punto de vista
estrictamente visual, sea una gozada sentarse a verla. Si cualquier cadena
programase el primer capítulo en prime
time, sin desvelar el título ni el argumento ni nada, estoy seguro de que
muchos espectadores pensarían que están viendo una película y no el comienzo de
una telenovela, porque también tiene un formato de imagen cinematográfico, el
de 16:9 con franjas negras. Podéis comprobar todo lo que os acabo de contar, con un vistazo al primer capítulo:
Sobre
el vestuario, impresionante el conjunto de vestidos, trajes y demás prendas que
Altagracia luce en esta temporada. No se quedan cortos, tampoco, con las
decenas de trajes que se pone José Luis. Reconozco que para vestir soy muy
informal, muy León, pero… ¡qué bien queda un traje, con su corbata, su camisa y
un porte como el de David Zepeda! He echado en falta, eso sí, los chalecos tan
coloridos que Braulio llevaba en la primera temporada, ya que en esta se ha
abonado al chándal, y, sin ser vestuario, también me han faltado más pelucas
para Altagracia, que hacía de este elemento una de sus señas de identidad.
La
musicalización es estupenda, mucho más variada que la de la primera temporada.
Al tema principal, Obsesión, que
cantan a dúo la propia Aracely y Gloria Trevi, se unen baladas preciosas como Lo entendí, de Nicolás
Farias, que también forma parte de la banda sonora de la colombiana Enfermeras, y una canción cuyo autor y
título desconozco, pero que en Youtube se encuentra como Somos dos ahora,
que es una delicia escucharla, y que ambienta los momentos románticos de
Altagracia y León. Junto a ellas, aparecen otros temas, como una sinuosa
versión de Balada triste de trompeta,
de Raphael, o El calor de tu piel,
cuya intérprete desconozco, aunque su voz se me asemeja a la de Carla Morrison,
para musicalizar la relación de Mónica y Altagracia.
Supongo
que siendo una telenovela de Telemundo, sabréis cómo voy a acabar este
apartado. De nuevo, impera la censura sobre palabras malsonantes, que abundan
en una historia como esta, con personajes muy sádicos y que muestra cosas mucho
más duras que esos joder, hijo/a de puta o carajos que censuran. Sí, es tan paradójico como absurdo.
[MÁS
COSAS: 3/3]
Aracely
Arámbula está soberbia y para Carlos Ponce todo elogio se queda corto. Genial
también David Zepeda y buena parte de las nuevas incorporaciones, como Fernanda
Borches, Kika Edgar o Alejandra Barros.
Creo
que acerté y que fue, sin duda alguna, un muy buen entrenamiento para aquellos
meses de reclusión obligada.
PUNTUACIÓN
FINAL: 8,6
Comentarios
¡¡¡ COMENTARIO CON SPOILERS !!!
Para mi a parte de personajes y tramas con poco sentido, lo que más me ha fallado es que no ha habido casi escenas madre-hija de Altagracia y Mónica. Entiendo que Danna tuviera otros compromisos y de paso esto sirviera para comenzar la acción pero me he quedado con muchas ganas de ver más escenas de ellas porque tienen una gran química y conexión. Y es algo que me faltó en la 1 temporada y tenía ganas de ver.
En relación a esto, quiero destacar la actuación tan maravillosa de Aracely en la escena en la que muere Mónica. Carlos Ponce comentó en una entrevista que Aracely estaba tan metida en el papel que casi no podía ni levantarla del suelo.
A mí también me faltaron escenas entre Altagracia y Mónica. No obstante, reconozco que me gustó esa 'maternidad espiritual' que ejerce Altagracia para con su hija, desde la explosión, en las visitas al cementerio, en la venganza contra quienes la mataron...
Desconocía lo que comentas de la escena de la muerte de Mónica y no me extraña, es sobrecogedora la actuación de Aracely. Muchas veces me pregunto cómo desconectarán después de rodar escenas de este tipo. Vale que son profesionales, pero la carga física, emocional y psicológica que hay, ¿qué?
Un saludo!