CRÍTICA: "El Señor de los Cielos" (T6) (Telemundo y Argos, 2018)

Desde que en 2014 vi las dos primeras temporadas de El Señor de los Cielos, año a año he ido siguiendo esta historia, inspirada en su momento en la vida del poderoso narcotraficante mexicano Amado Carrillo y que a día de hoy se nutre en buena medida de la realidad política y social mexicana.
En diciembre del año pasado comencé, siguiendo lo que es casi ya una tradición, con su sexta temporada. La terminé unos meses después, a comienzos de abril.
En esta entrada os comento qué me ha parecido esta sexta temporada que no será la última: la séptima está ya en fase de rodaje, con miras a ser estrenada antes de que acabe el año en Estados Unidos.

[¡CUIDADO! Si estás viendo esta telenovela o tienes pensado hacerlo, quizás no deberías leer esta crítica. Puede contener spoilers que hacen aconsejable su lectura después de haberla visto].

SINOPSIS
Tras recuperar toda la fortuna que perdió, Aurelio Casillas (Rafael Amaya) siente la necesidad de retirarse y vivir tranquilo en su rancho de Veracruz junto a Gabriela (Karla Carrillo), una joven que le ha hecho volver a creer en el amor.
Todos sus planes se ven truncados con el regreso de Milton Jiménez, El Cabo (Robinson Díaz), que reaparece en la vida de Aurelio para atentar contra él y su familia con un único objetivo: vengar la dolorosa muerte de su único hijo a manos de Casillas.
El Cabo no será el único problema con el que tenga que lidiar Aurelio. En su contra también se vuelve Omar Terán (Jesús Moré), el presidente que él mismo se ocupó de poner al frente de México. Gabriela será otro de sus quebraderos de cabeza en cuanto descubra que es en realidad Salma, una exagente de la CIA, ahora en la DEA con el nombre de Corina.
Aurelio comprenderá esta temporada que sus riquezas son una ilusión, al igual que su anhelado retiro y en sus propias carnes verá cómo, después de haber sido cazador, le toca ser una presa objeto de los ataques de sus numerosos enemigos.

TRÁILER

FICHA TÉCNICA
México y Turquía. Telemundo y Argos, 2018.
99 capítulos.
PRODUCTORA EJECUTIVA: Mariana Iskandarani.
GUION: Luis Zelkowicz, Juan Manuel Andrade, Iris Dubs y Carmina Navarro.  
DIRECCIÓN: Miguel Varoni, Carlos Villegas y Moisés Ortiz,
Emitida en Estados Unidos entre el 8 de mayo y el 24 de septiembre de 2018.

PERSONAJES Y ACTUACIONES
Es bastante habitual que las temporadas de El Señor de los Cielos cuenten con decenas de personajes. Hablar de todos ellos implicaría hacer una crítica interminable. Me centraré, por esta razón, en los personajes principales.
 
Karla Carrillo y Rafael Amaya, en una escena
Rafael Amaya se mantiene al frente de esta historia en la piel de Aurelio Casillas. Seis temporadas después se le nota que sigue disfrutando, y mucho, de lo que hace. Siempre me ha parecido un actor entregado al que muchos han pretendido derrocar a base de rumores e informaciones de dudosa índole. Su entrega es tal que en buena parte de las escenas de los primeros veinte capítulos trabaja casi sin voz, fruto de un problema de salud que tuvo que afrontar en las grabaciones. No sé si por esos motivos o por otros, en torno al capítulo 50 Rafael sale de la historia y sí, se le echa en falta, aun cuando la historia tome otros derroteros y Aurelio siga estando presente, de diferentes formas.
Esta temporada Rafael ha estado acompañado de Karla Carrillo, que interpreta a Corina, para mí el mejor personaje femenino de estos capítulos. Corina tiene una historia personal dura y un origen en El Chema, bajo el nombre de Salma. Recuerdo que en la crítica de este spin off dije que Karla necesitaba prepararse más, pues era su primera incursión en el género. Dos años después, la felicito. Me ha gustado mucho la forma en la que ha llevado a Corina, un personaje que juega a dos bandas, con los buenos y con los malos, y que tiene en su pasado y en sus adicciones un importante talón de Aquiles. Tengo ganas de saber si en la séptima seguirá ese doble juego que ha dado mucha vidilla a la historia.
Robinson Díaz ha vuelto a ser El Cabo, cuatro años después. Disfruté muchísimo con Robinson en las dos primeras temporadas. Lo dije entonces: El Cabo es un narco con muchos contrastes que se han seguido explotando en esta temporada, ya sin El Tijeras (Jimmy Vásquez) a su lado. El Cabo ha vuelto a ser ese hombre cruel pero a la vez capaz de hacer reír, ese hombre inteligente, irónico y sagaz que sin embargo es muy torpe por momentos. Es cierto que a nivel de guion quizás se hayan pasado un poco con determinadas situaciones que han presentado un Cabo caricaturizado, pero el trabajo de Robinson es, una vez más, impecable.

Del lado de Aurelio esta temporada han vuelto a estar sus dos hijos, Rutila (Carmen Aub) e Ismael (Iván Arana) y su nuevo yerno y socio, El Súper Javi (Alejandro López).
También su madre, doña Alba (Lisa Owen). Aunque a nivel argumental Rutila y su novio hayan estado muy desaprovechados e Ismael haya tenido tramas más flojas que en la quinta temporada, tanto Carmen como Alejandro e Iván han hecho un buen trabajo, fruto de los tres o cuatro años que llevan ya dando vida a estos personajes. Lisa se ha vuelto a lucir, con escenas impresionantes, que ponen los pelos de punta. Me encanta esta actriz.

Thali García, Claudia Lobo, Carlos Bardem e Isabella Castillo son los Ahumada
En el entorno de los Casillas también han aparecido caras nuevas. Es el caso de los Ahumada, un matrimonio con dos hijas cuya madre es prima de Alba Casillas. Carlos Bardem es Leónidas, El Chivo, el patriarca de los Ahumada, un ganadero honesto que se mete en política precisamente y entre otras cosas para alejar al narcotráfico del estado en el que viven, Coahuila. Carlos está genial y se mete tanto en el papel que realmente parece mexicano, lo que no siempre pasa cuando un actor trabaja con otro acento. Su química con Claudia Lobo, Esther, su esposa en la historia, es preciosa. Son un matrimonio de años, de esos a los que da gusto ver, con tanta confianza y complicidad como tienen. Su hija mayor, Diana (Isabella Castillo) es una joven veterinaria a ojos de mundo y narcotraficante a los de unos pocos, sus más directos colaboradores. No conocía a Isabella y es el gran descubrimiento de esta temporada. Me ha gustado mucho cómo juega con esa dualidad de su personaje y cómo sabe llevarlo cuando Diana se descubre ante todos como una narcotraficante. Isabella tiene también un gran feeling con Thali García, que interpreta a Berenice, su hermana, totalmente opuesta a Diana. Thali ha hecho un buen trabajo, aunque el personaje pudo tener más recorrido argumental.
La nueva familia de los Casillas se completa con un miembro más: Amado Casillas, alias El Águila Azul. Matías Novoa llega con este personaje, metido en un principio con calzador, a través de una serie de situaciones forzosas, pero que resulta muy interesante conforme se va desarrollando en lo que a tramas se refiere, lo que le permite darse a conocer al resto de personajes y al espectador. Magnífico trabajo el de Matías, al que le ha tocado lidiar con la injusta etiqueta del “sustituto de”, por llegar tras la salida de Rafael Amaya, cuando no lo es. Ha tenido una gran química con Isabella que ha traspasado la pantalla, porque, para quien no lo sepa, ambos actores contrajeron matrimonio el pasado mes de mayo. Me alegro mucho por ambos.

No todo han sido aliados para Aurelio. En su contra ha estado su otrora pupilo, el presidente Omar Terán. Jesús Moré repite y se luce una vez más con el personaje que más ha evolucionado con el paso de los años, desde aquel aprendiz de político corrupto que se enamoró de Leonor hasta convertirse en el monstruo adicto a las drogas que ha sido el presidente Terán en esta temporada, coincidente el tiempo con el final de su mandato. Otros hubieran sobreactuado, pero Jesús ha llevado al personaje en esa espiral autodestructiva sin ningún problema, al igual que Alam Smith, que repite como Jaime, su cómplice en muchas de las cosas que le pasan por la mente al señor Terán.
Una temporada más, Aurelio y los suyos también han tenido que lidiar con las fuerzas del orden. José Sedek ha repetido como Bernardo, el máximo responsable de Seguridad Pública del Gobierno de Terán y jefe de la Marina. A su lado también ha continuado Daniel Martínez, como Guillermo Colón, el jefe de la DEA en México. 

Guy Ecker y Mª Conchita Alonso son Joe y Nora, los nuevos aliados de la DEA
A este equipo se han sumado dos pesos pesados del género: Guy Ecker, como Joe Navarro, delegado de la CIA en México, y María Conchita Alonso, como Nora, una implacable fiscal estadounidense. La química de estos cuatro cuando se unen en algo es tremenda, aunque el guion siempre favorezca a los malos. Por separado, todos ellos brillan con sus distintos personajes. Un placer disfrutar una temporada más de José y de Guillermo y volver a encontrarme con Guy y María Conchita, a los que llevaba años sin ver.
Este cuarteto se completa con Corina, de la que ya os he hablado, y con una periodista implacable, que esta temporada ha virado en determinados momentos a favor de Aurelio, a veces no precisamente por su interés periodístico: Karla Uzcátegui. Elsy Reyes vuelve a lucirse interpretando a esta mujer.

En el entorno de los Casillas aparecen también muchos personajes con los que Aurelio y los suyos juegan de distintas formas. Es el caso de la comandante Ámbar Maldonado, una imponente militar venezolana interpretada por Dayana Garroz, a la que he visto más natural que en anteriores telenovelas y con un personaje de más peso. A su lado aparecen más militares, como el implacable comandante Valdés, con el que Roberto Escobar vuelve a demostrar lo bien que se le dan personajes tan antipáticos y repulsivos como este. Otros de esos militares son Casasola (Francisco Gattorno) y Garañón (Rafael Uribe). El primero, bueno; el segundo, malo. Buen trabajo el de ambos actores, aunque a mí me hubiera gustado que Casasola tuviese más recorrido argumental, aprovechando así de mejor manera a un actorazo como Gattorno.
Esta sexta temporada completa su elenco principal con tres incorporaciones femeninas y el regreso de dos personajes masculinos. Dos de esas tres mujeres son Gloria Stalina y Juanita Arias, que dan vida a Milena y Kashi, una pareja que vive en una modesta comunidad wayúu colombiana. Una pareja muy tierna, con gran química entre ellas, que cambia radicalmente de vida cuando los Casillas se cruzan en su camino. Muy buen trabajo el de estas jóvenes. 

Ninel Conde es Evelina
La tercera incorporación femenina es la de Ninel Conde, que se convierte en Evelina, una mujer muy interesante, capaz de enamorar a El Cabo incluso pese a que este descubre su pasado como prostituta. Evelina y Milton tienen unos momentazos que son para morirse de risa. Gran complicidad entre Ninel y Robinson y toda una sorpresa ella, a la que llevaba muchos años sin ver en una telenovela.
Los dos personajes masculinos que vuelven son El Chema y El Rojo. El segundo, con Fernando Noriega volviendo a darle vida tras El Chema como solo él sabe hacerlo.
El primero, con Alberto Guerra sustituyendo a Mauricio Ochmann. ¿Era necesario recuperar a El Chema? Argumentalmente, al menos en lo visto esta temporada, no. Alberto hace un buen trabajo, pero es inevitable acordarse de Mauricio. No es cualquier personaje secundario, es José María Venegas, villano de la segunda y tercera temporada, que por tener tuvo hasta secuela propia. Supongo que será acostumbrarse, pero recalco que no es por el desempeño del actor –de hecho Alberto me parece un gran profesional–, sino por las circunstancias que rodean al personaje.

Concluyo este apartado con una mención especial para  Citali Galindo, que ha brillado en esta sexta temporada, gracias a Mayra, la asistente de Omar Terán, un personaje que gana en estos capítulos relevancia argumental, con tramas muy potentes. Es difícil que esté en la séptima temporada, pero en esta historia nunca se sabe. Mayra es el ejemplo de cómo un personaje secundario y plano en origen puede evolucionar y destacar si se ve apoyado por el guion, como ha sido el caso.
[PERSONAJES Y ACTUACIONES: 1,7/2]

TRAMAS
La sexta temporada de El Señor de los Cielos es muy interesante en el plano argumental, porque juega con dos niveles principales de tramas: uno, conocido y requeteconocido por los espectadores, ese en el que Aurelio se enfrenta a sus enemigos –o sus enemigos  él, me da lo mismo– y otro nuevo, derivado de la salida de Rafael Amaya, que surge a partir de esa circunstancia y que abre unas cuantas tramas que hacen que la historia se aleje del primer nivel, el de Aurelio contra sus enemigos, sobre el que se han basado en buena medida las temporadas anteriores.
 
El Cabo, coordinando un ataque y ejecutando otro contra los Casillas en diferentes escenas de la temporada

Poco hay que contar del primero de esos niveles. La temporada arranca donde se quedó la quinta, con Aurelio sorprendido no se sabe por quién en un bosque, mientras caza en compañía de Corina y el resto de miembros de la familia Casillas siendo objeto de distintos ataques en diferentes lugares. Rápidamente se descubre que quien trata de acabar con los Casillas es El Cabo, apoyado en un ejército de hombres. Se plantea así, de nuevo, ese esquema Aurelio vs. enemigos (El Cabo contará poco después con el apoyo de Omar Terán) que tan bien le funcionó a la historia en temporadas anteriores, como la quinta, con la encarnizada y constante lucha que mantienen Aurelio y Tony Pastrana; o la cuarta, donde es El Feyo el principal enemigo de Aurelio. Como en temporadas anteriores, este nivel lleva consigo tramas que van desde operaciones de ataque por ambos bandos a sucesos tan trágicos como la muerte de tres niños y su madre, víctimas inocentes de esa lucha entre narcotraficantes. De igual modo, también como en anteriores temporadas, este primer nivel se completa con distintos negocios y amoríos de Aurelio y con el afán de detenerlo y extraditarlo que tienen la DEA, la CIA y la Marina.

Pese a lo repetitivo que pueda sonar este primer esquema argumental, en la sexta temporada hay en él un par de novedades que dan cierto juego. De una ya os hablé en el apartado anterior, el papel de doble agente que tiene Corina; la otra me sorprendió mucho: Aurelio deja de estar muerto para la sociedad mexicana a través de una entrevista en televisión en la que declara la guerra públicamente a sus enemigos. Fue algo novedoso que dio juego, sí, pero que pudo haber dado más, permitiendo por ejemplo, que muchas de las personas con las que se cruza Aurelio lo identificasen o que esa declaración de intenciones repercutiese de alguna forma en su fama. 

   
 Amado llega abriendo un nuevo abanico de tramas, como su romance con Diana

El segundo de los niveles principales se abre, como os decía, tras la salida de Rafael Amaya y tiene como protagonistas a Matías Novoa e Isabella Castillo. Sobre ellos recaen una serie de tramas de todo tipo. Dan cierta continuidad a la lucha de Aurelio contra sus enemigos, pero también tienen una trama romántica preciosa, de las más bonitas que he visto en El Señor de los Cielos.
Como puente entre ambos niveles se desarrollan un par de tramas que pecan de improvisadas y de inverosímiles. De repente, Aurelio aparece como un gran boxeador y hasta personas con las que apenas tuvo trato, como Garañón, saben que entrenaba en un gimnasio del DF. Se lo han sacado de la manga. Aurelio estaba en forma, sí, pero en ninguno de los 500 capítulos anteriores asegura que le guste el boxeo y mucho menos se le ve entrenar. La forma en la que se produce la salida de Rafael de la historia es también bastante incongruente, con Aurelio herido de bala en la cabeza recorriendo media ciudad por su propio pie y subiéndose incluso a un microbús. Conociendo al personaje, Aurelio se habría dejado ayudar por los suyos y no habría salido corriendo, como así hace, máxime en esas condiciones. Todo ello conduce a un coma, ese recurso tan habitual para mantener de alguna manera al personaje y no al actor en la historia. Narrativamente, lo mejor de ese coma es la de recuerdos que se le pasan a Aurelio por la cabeza de cosas vividas en anteriores temporadas y que ‘comparte’ con el espectador.
Mientras que esto ocurre con la salida de Rafael, la llegada de Matías Novoa se gesta de una forma algo más pensada, pero muy caótica para el espectador. De la nada surge un personaje, excolaborador de la CIA, que resulta que empieza a matar a diestro y siniestro a quienes lo metieron en la cárcel, lógicamente, tras salir de ella, y que acaba en México descubriéndose como el hijo ilegítimo del padre de Aurelio y, por ende, su hermanastro. Para el poco tiempo de reacción que tendrían ante la marcha de Rafael, creo que no se puede pedir mucho más.

En tanto que que todo esto sucede en un nivel principal, en otros niveles argumentales también pasan cosas. Me he divertido mucho con la relación sentimental tan cómica, como la que mantienen El Cabo y Evelina, y a la que se suma La Negra, que trae consigo brujería y un agotamiento físico-sexual impensable en El Cabo; es interesante también cómo se abordan las relaciones entre personajes del mismo sexo, como Kashi y Milena o los encuentros sexuales que mantienen Omar y Jaime. A través de doña Alba han vuelto a demostrar que el amor no tiene edad ni entiende de años, haciendo que la anciana se enamore de un hombre más joven y él de ella. Como explicaba en el anterior apartado, también me gustó mucho la trama política en la que se ven involucrados El Chivo y su familia, una trama marcada por el doble juego de Diana.
No me han gustado, en cambio, otras tramas, como la amnesia del Súper Javi y su rescate tras sufrir un accidente, que es un aburrimiento que se extiende demasiado para mi gusto, o todo lo concerniente a la nueva vida que Rutila emprende con él en Playa del Carmen. 

Altagracia Sandoval aparece en esta temporada, como una vieja conocida de Amado
Tampoco el anunciado crossover con La Doña. Siempre es un placer ver a Aracely Arámbula, pero su personaje no aportó nada. Solo permitió introducir al que seguramente sea uno de los villanos de la séptima temporada, Baltasar Ojeda, un agente de la DEA con muy malos modos al que da vida Eduardo Santamarina. Más allá de esto, todo lo que cuenta Altagracia sobre cómo conoció a Amado y todo lo que viven en cinco o seis capítulos es relleno. Lo mismo puedo decir de las tramas que al inicio de temporada le dan a Leandro Quezada, el personaje con el que Miguel Varoni apareció en la quinta temporada, un personaje extraído de Dueños del paraíso. No entiendo que se le diesen tramas para desaparecerlo, que no matarlo, a los siete u ocho capítulos.
Pese a que no me han disgustado las tramas de los agentes del orden, creo que va siendo hora de que por justicia poética, divina o por lo que sea, logren capturar a algún pez gordo o descubrir el doble juego de Corina. El final de la temporada es demoledor para el cuarteto Bernardo, Colón, Navarro y Requena. No se entiende que trabajando tan bien como trabajaban no diesen una en toda la temporada, por muchos factores que tuviesen en contra.

El Señor de los Cielos siempre ha sido una historia crítica política y socialmente y en ese sentido, en esta temporada no han faltado menciones directas y señalamiento de culpables de lo que ocurre en Venezuela y Cuba, con las tramas de las que toman parte Ámbar, Edith, Casasola o Valdés, que ponen de relieve la forma en que gobiernos y ejércitos se enriquecen a costa de perjudicar a quienes menos tienen y a través de tratos que ponen los pelos de punta con otras potencias mundiales. Por supuesto, tampoco han faltado las críticas a la política mexicana. 
Terán afronta esta temporada el fin de su gobierno. Gómez Labrador ya conversa con los Casillas

Le ha llovido al presidente saliente a través de Omar y también al presidente entrante, en la historia bautizado como Gómez Labrador. Se ha hablado abiertamente de corrupción, de asesinatos de periodistas, de tráfico de influencias… Es algo que como sabéis, valoro muy positivamente.
Esta sexta temporada tiene un buen ritmo, con capítulos en los que pasa de todo y te dejan con ganas de ver más. No tiene, eso sí, el ritmo de la quinta, pero es muy superior a la cuarta, que fue horrible en ritmo y en tramas. Los acontecimientos van sucediéndose hasta llegar a un final pensado para Aurelio pero reescrito para Amado –no lo digo yo, lo dicen las sinopsis de la séptima presentadas en los Upfronts de 2018 y de este año–. Un final con un epílogo muy bonito, que parece concebido, incluso, para cerrar definitivamente la historia, aunque no vaya a ser así.

Suelo terminar este apartado refiriéndome a fallos de guion o cosas inverosímiles. Algunas ya las he comentado, otras no. Resulta muy sorprendente e inquietante que no se diga nada ni de El Ingeniero ni de La Tata Guerra, dos personajes que llevaban varias temporadas y que al final de la quinta seguían vivos y disfrutando de su amor. Aurelio sí hace referencia a Mónica en una ocasión, señalando que nadie sabe dónde está. También se menciona a La Felina en un par de ocasiones. Alguien de la DEA alude a ella –no sé si Colón o Corina– y la refiere como “desaparecida”. En otra escena El Cabo la menciona y se plantea un interrogante: “¿La maté, no?”.
Me da la impresión de que Eunice va a estar de vuelta en la séptima temporada y que el estado de “desaparecida” de Mónica es, como muchos sospechamos, un ‘comodín’ para un posible regreso de Fernanda Castillo, por si Enemigo íntimo no salía adelante o por lo que fuese. Es un regreso que, en cualquier caso, no se va a producir a corto plazo.
[TRAMAS: 3,5/5]
MÁS COSAS
Si por algo ha destacado la sexta temporada de esta historia es por la realización. Diría que ha habido un notable aumento de presupuesto que ha hecho posible escenas como esa de la explosión del avión en pleno vuelo que os mostraba hace unos días. El mayor presupuesto se nota también en las decenas de explosiones que sacuden la trama: en El Señor de los Cielos se han aparcado los tiros para dar paso a las granadas. Comentaba Miguel Varoni, que también es director de escena de esta temporada, que le encanta todo el tema de granadas y explosiones. No digo que no tenga su punto, pero lo poco agrada y lo mucho cansa. Ha habido enfrentamientos con más granadazos que tiros. Sí que es cierto que visualmente queda más espectacular ver cómo revienta una granada que un tiro, pero a mí me saturó un poco.
Explosión en una casa de seguridad de Aurelio
Granadas al margen, también han tirado la casa por la ventana en otros aspectos de la realización, como el uso de drones o el tema de las multicámaras, para jugar así con los planos. En general, y dentro de la realización, los efectos especiales han estado de sobresaliente, bastante mejorados con respecto a los de las temporadas anteriores.
Una temporada más, han apostado por el rodaje en exteriores y por utilizar el interior real de buena parte de las viviendas que se muestran en la historia. Hay localizaciones preciosas, como el rancho de los Ahumada o la casa de los Casillas en Playa del Carmen. La única pega que se le puede poner a esta temporada es que hayan reutilizado un par de localizaciones de temporadas anteriores. Sin embargo, es algo que se compensa con creces gracias a cinco o seis capítulos rodados parcialmente en Turquía, con Aurelio y la comandante Maldonado caminando por Estambul e interactuando con personajes turcos, interpretados por actores turcos y con el respaldo de un equipo técnico mixto, hispano-turco. 
Aurelio y la comandante Maldonado paseando por Estambul
Hace poco leía que Turquía y algunas productoras hispanoamericanas estaban en conversaciones con miras a coproducir. Puede decirse que El Señor de los Cielos ha sido un paso previo interesante, con una colaboración entre Telemundo, Argos y productoras turcas limitada, eso sí, a unos pocos capítulos que son impresionantes en argumento, en realización y en localizaciones.
Aunque abunden los exteriores y las localizaciones, también hay algunos decorados que pasan casi desapercibidos, por lo trabajadísimos que están, como el interior de la sede del canal donde trabaja Karla Uzcátegui o las dependencias de la DEA.
No tengo nada que objetar sobre el vestuario. Tampoco sobre los soundtracks, que en esta ocasión se acompañan de un nuevo tema de entrada, El fugitivo, interpretado por Marco Flores. Al principio no me gustaba, pero es de esas canciones que conforme se van escuchando acaban convenciendo.
Iba a acabar como acabo siempre una crítica de algo producido por Telemundo, es decir, hablando de la censura de palabras malsonantes. Creo que ya no merece la pena criticarlo; llevo años haciéndolo y nada, “pendejo”, “chingada”, “puta”, “pinche” y demás siguen silenciándose. Me tendré que conformar con que, tan siquiera, los guionistas y los propios actores se cabreen tanto como yo con este tema, que afecta a su trabajo y a la calidad del producto final.
[MÁS COSAS: 2,8/3]

Mantener viva una historia seis temporadas después es complicado. Pese a ello, El Señor de los Cielos sigue entreteniendo. Esta vez, al ya tradicional esquema de Aurelio contra sus enemigos se suma una interesante inyección de nuevas tramas y personajes motivada por la salida de Rafael Amaya a mitad de temporada. Aunque la salida de Aurelio y la llegada de alguno de esos personajes pequen de improvisadas e inverosímiles, el abanico argumental que se abre a continuación es muy interesante, dejando espacio incluso para una potente historia de amor, con Amado y Diana como protagonistas.
Una realización muy loable, con pequeños detalles como las escenas rodadas en Turquía, hacen que esta temporada se disfrute tanto en lo que a fondo como en lo que a forma se refiere.

-PUNTUACIÓN FINAL: 8,2-

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