Lo de Andrea López eran las villanas. Lo tuvo claro desde que debutó en el género
con Soledad (Cinevisión y Cadena Uno,
1995), en la que hizo la vida imposible a los protagonistas.
Dos años después de aquel primer personaje le llegó otra gran
oportunidad, Prisioneros del
amor (Caracol y Cadena Uno, 1997), que protagonizó junto a Carlos Camacho.
Esta caleña se negó a dejar Colombia, donde siguió trabajando en títulos como La madre (Coestrellas y RCN, 1998); Amantes del desierto (RTI y RCN, 2001); Luna la heredera (Caracol, 2004), o Amores cruzados (Caracol y Azteca,
2005).
Tras
esta última, fichó por el dúo Telemundo-RTI, lo que le permitió antagonizar
algunas de las telenovelas que mejor se distribuyeron a nivel internacional en
los últimos años de la década del 2000. Fue el caso de El Zorro: la espada y la rosa
(2007); Victoria (2008) y El clon (2010). Rota la alianza entre
Telemundo y RTI, Andrea siguió haciendo maldades en El secretario (Caracol, 2011-2012), Mentiras perfectas (Sony y Teleset para Caracol, 2013) y ¿Quién mató a Patricia Soler? (Televisa
y RTI, 2014). Precisamente, al poco de terminar esta última, en septiembre de 2014 se incorporaba al elenco de Dueños del paraíso, una coproducción
entre Telemundo y la chilenaTVN.
Este
fue su último proyecto en televisión y ya han pasado cinco años desde que
concluyesen las grabaciones. ¿Qué ha sido de Andrea López? Muy discreta con su
vida privada, la actriz reside desde hace tiempo en Nueva York, una ciudad que
le encanta, como muestra en
su Instagram. Es
precisamente en esta red social donde muestra algunas imágenes de lo que
parecen ser campañas publicitarias.
¿Volverá
Andrea López a las telenovelas? Solo ella lo sabe. A sus 43 años, tiempo tiene
de regresar y seguir haciendo personajazos de la talla de Tatiana o Marissa,
para mí los dos mejores que ha hecho, dos villanas muy humanas y repletas de matices.
Es una actriz a la que quizás descubrí tarde, hace doce o trece años, pero de
la que como veis, guardo un muy buen recuerdo. Ojalá regrese a este género que
seguramente tantas alegrías le ha dado.
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