Con
independencia de que haya gustado más o menos, no se le puede negar a “El hotel de los secretos” y a su equipo técnico un mérito: haber sido
capaces de levantar para la telenovela un pueblo que no existe en la realidad.
Hablo de San Cristóbal Tlaxico, el pueblo de provincia, próximo al DF, donde se
encuentra ubicado el majestuoso Gran Hotel de esta historia.
Antes
de hablar del pueblo, merece la pena dedicar unas líneas a este edificio tan
impresionante. La Castañeda, que es como se llama en realidad, fue en su día un
manicomio. Suena fuerte, pero con un letrero que indica “Manicomio General La Castañeda” puede verse en varias fotos de
antaño que circulan por internet. Se inauguró el 1 de septiembre de 1910 (es
decir, dos después del año en el que se ambienta la telenovela). Situado en el
Barrio de Mixcoac, en pleno DF, en 1968, ya sin uso y con miras a ser demolido,
su fachada fue llevada, piedra a piedra, hasta Amecameca, en el Estado de
México, tras ser adquirida por un particular, Arturo Quintana, dedicado al
mundo de la industria. Él la convirtió en la fachada sur de su casa en ese
lugar, conocido por la gente como El Salto del Agua. Tras su muerte, la viuda
donó la casa a los Legionarios de Cristo, que hoy siguen administrándola, al
igual que el terreno en el que se encuentra.
Para el rodaje de “El hotel de los secretos” se añadió a
la fachada una mansarda para simular un piso más y se introdujeron grandes
decorados para dar más fondo a la fachada para algunas escenas y transiciones
de escenas de la telenovela. Hoy es un centro empresarial, pese a seguir en poder
de los Legionarios de Cristo. Además, en la finca se colocaron diversos
elementos propios de un hotel de lujo como una fuente, o varias piscinas de
baños termales.
*La casa, con su fachada original y con los añadidos de la telenovela. |
A
varias decenas de kilómetros de La Castañeda, en Santa María Regla, una
hacienda perteneciente al Estado de Hidalgo, se construyó San Cristóbal
Tlaxico, el pueblo en el que se ubica el Gran Hotel de la ficción. Para ello,
se utilizaron gran parte de las ruinas de la hacienda, hoy convertida en algo
así como un complejo hotelero, a partir de las cuales se levantaron la
comisaría de policía, la cantina, la panadería, el telégrafo, la botica o el
mercado que aparecen en la telenovela.
*Arcos y calles de las ruinas de la hacienda de Santa María Regla. |
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