Quien
haya visto “Agujetas de color de rosa” recordará
a su protagonista, Flavio César. Corría el año 1994 cuando este joven, natural
de Monterrey, se ganaba millones de fans en todo el mundo gracias a Martín
Dávila, su personaje en la historia.
Fue
su primera incursión en el mundo de las telenovelas. Provenía del ámbito
musical, donde ya había grabado un disco en un grupo en el que había estado de
adolescente, debutando como solista en 1993.
No
quiso dejar la actuación y en 1996 protagonizó una nueva telenovela de corte
juvenil: “Confidente de secundaria”,
junto a Irán Castillo. Fue un éxito, aunque no se vendió tan bien como la
anterior.
A
partir de entonces se enfocó nuevamente en la música, camino que siguió con la
publicación de otros tres discos, entre 1995 y 2001. Se le preguntaba entonces
sobre un posible retorno a la actuación y él decía aquello de “si me llegase una oferta tentadora…”.
La oferta no llegó y Flavio César, además de abandonar la actuación, decidió
abandonar su carrera como cantante. ¿El motivo? La religión.
En
el año 2006 se convirtió al cristianismo gracias a haber leído una Biblia que
una persona cercana a él llevaba siempre consigo. Se declaró “enamorado de Dios” e incluso grabó un
nuevo CD con temas religiosos, en el 2006 y una especie de ‘single’ seglar en
el 2009.
Se
confiesa feliz con su vida y sin planes de volver ni a la actuación ni a la
música. Lo he dicho alguna vez, y lo vuelvo a repetir, respeto este tipo de
decisiones pero no las comparto: no se puede mandar todo a paseo por una
religión, sea la que sea.
Esto
es lo que un servidor piensa.
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