Como bien sabrán, odio
una cosa que se ve frecuentemente en las telenovelas: los pinganillos en las
orejas de los actores. Siguiendo con temas de sonido, hay otra cosa que también
me chirría mucho y que se da en telenovelas de todas las productoras y que yo
he bautizado como los micrófonos ‘colgantes’.
Para rodar una telenovela no basta con
rodar imágenes, sino que hay también que grabar el sonido (sino serían
telenovelas mudas). El sonido se recoge de dos formas: o con pequeños
micrófonos colocados cerca de la boca del actor y en zonas donde no enfoca la
cámara (como en la cara, cuando se muestra solo uno de los perfiles del actor,
en escenas de diálogos) o a través de los micrófonos ‘colgantes’, que vienen a
ser grandes micrófonos que se colocan por encima de los actores y que están
sujetados por un técnico gracias a una barra que no sé exactamente de qué
material está hecha (imagino que será plástico para que pese poco).
Mientras que los primeros no se ven,
estos últimos aparecen frecuentemente en escena, ya que el brazo del hombre se
cansa y es lógico que haya veces que los técnicos tengan pequeños descuidos que
se traducen en ver el micrófono en escena.
No tendría mayor problema si luego se
repitiese la toma, pero eso rara vez ocurre (ni cuando se está entre decorados)
y se monta la escena con el micro y todo. Claro, luego, como espectador, estás
viendo una telenovela y ves de pronto el micro por encima de los actores y
queda un poco raro (a mí, por lo menos, me lo parece).
La imagen que acompaña al texto
corresponde al último capítulo de “La
viuda de Blanco”, en concreto, de la boda de los protagonistas, perfecta,
muy emotiva con la visita del fantasma de Justino Briñón. Todos salen de la
iglesia y… ¡Ahí tenemos a un micro ‘colgante’ en escena!
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