ESTÁN PASANDO COSAS: Micros a escena, nombres mal escritos (y curiosos) y una paradoja narrativa en "Pecados ajenos"

Normalmente suelo acabar la temporada con una última crítica, pero este año no me va a dar tiempo, porque no creo que tenga la de Pecados ajenos para mediados de julio, que es cuando comenzarán mis vacaciones.
La crítica de esta telenovela tendrá que esperar hasta septiembre, pero, a cambio, os regalo un primer Están pasando cosas con cinco detalles muy divertidos que he visto en la primera mitad de esta historia.

La primera es un clásico, o, mejor dicho, el clásico de clásicos en las telenovelas que produjo Telemundo la década pasada: el micro que aparece sutilmente en escena.
Desconozco el motivo por el que los sonidistas de aquella época tenían un pulso tan débil que les impedía mantener el equilibrio del micrófono y este acaba viéndose en muchísimas ocasiones. Es algo que pasa aquí y que también observé en otras producciones de Telemundo como La viuda de Blanco o El cuerpo del deseo, más o menos coetáneas de Pecados ajenos.

Lo del micro a escena, aun cuando rompe un poco la magia de la ficción, es una nimiedad. Más grave me parece la paradoja narrativa que se plantea en esta telenovela sobre Adrián (Mauricio Islas). En los primeros cuarenta o cincuenta capítulos se insiste en que es un hombre que no anda muy allá económicamente. De hecho, él mismo les reconoce a sus hijos que no tiene dinero para comprarles un coche a cada uno o que le es imposible hacer de la boda de su hija todo un acontecimiento. La paradoja narrativa estriba en que, pese a esto que os acabo de contar, Adrián conduce este coche:
Para quienes no estéis muy puestos en el mundo del motor, este vehículo es un Porsche Cayenne. En España, entre 2003 y 2007, un Cayenne básico costaba 55.384 euros, impuestos incluidos. Por si esto fuera poco, es un coche que consume, de media, 13,2 litros a los 100 kilómetros. Como podéis ver, el automóvil ideal para alguien que económicamente no puede permitirse ningún derroche.

Hablaba antes de un clásico de Telemundo y voy ahora con otro, el de los nombres y/o apellidos mal escritos.
Un saludo para Tali Duclaud, que en todos los capítulos en los que sale aparece referenciada como Tali Duclo, imagino que porque es así como se pronuncia realmente su apellido, pues aparenta tener raíces en el francés.

Sigo con otro nombre, uno que me llamó poderosamente la atención, ya que nunca había conocido a ninguna, ni en la realidad ni en la ficción. Cabe añadir que este personaje aparece pronto en la telenovela, pero siempre se refieren a él como inspectora Godoy (Evelyn Santos), de ahí que mi sorpresa fuese mayúscula al observar sobre su escritorio una placa con su nombre de pila:
Gasparina Godoy. Nunca había escuchado ese nombre, aunque una vez sí leí una necrológica de una tal Gaspara. También es verdad que conozco pocos Gaspar, en masculino. Los tres me parecen nombres muy bonitos, la verdad. Eso sí, no se prestan a ser acortados. Un amigo de una amiga mía se llama Gaspar y ella lo llama Gaspy. Se lo puso, sin negociación alguna, el mismo día en el que se conocieron y, pese a lo cursi del hipocorístico, a él le gusta porque se lo ha puesto ella.   

Y termino con la mejor escena que vi en una telenovela en muchísimo tiempo. Es la mejor escena por varias razones que van desde el genial trabajo de Catherine Siachoque y Lupita Ferrer a la carga humorística que tiene, pasando, lógicamente, por el desenlace. Disfrutadla:
 
Todas estas cosas pertenecen a la primera mitad de la telenovela. Ahora que ya me he adentrado en la segunda, sigo sin entender por qué nunca llegó a emitirse en España. Es una telenovela que merece mucho la pena, por la historia, los personajes, los diálogos, las localizaciones… Reconozco que echo en falta más cosas así en el Telemundo actual.

Comentarios

AlexAyaoiHD ha dicho que…
Yo solo vi videos sueltos de esta telenovela, incluso el del final y si, hace falta más detalles tipo ese del masaje o usar la canción de los 10 perritos para matar personajes e incluso personajes tan complejos como Isabel de El cuerpo del deseo que era un poco bipolar en su manera de actuar a veces (el personaje) y Barbara Guaymarán de Doña Barbara (estaba muy bien ejecutado ese cacao mental entre a quien creía odiar y a quien quería de verdad).