No me preguntéis por qué, pero a pesar de lo que me gustó Vencer el miedo, dejé pasar casi un año y medio entre ella y Vencer el desamor, la segunda entrega de la saga Vencer. En octubre comencé a ver la que muchos calificaron como la mejor entrega de las tres Vencer que se han producido hasta la fecha. Lo hice con las expectativas muy altas y os adelanto desde ya que esas expectativas se han visto más que cumplidas.
⚠ ATENCIÓN: AVISO SOBRE SPOILERS
Esta entrada y sus comentarios contienen spoilers. Se recomienda leerla una vez vista la telenovela.
TRÁILER y SINOPSIS
La muerte de Joaquín Falcón (José Elías Moreno) deja desolada a su esposa Bárbara Abarrán (Daniela Romo). Tras décadas de matrimonio y tres hijos en común, Álvaro (David Zepeda), Eduardo (Juan Diego Covarrubias) y Gael (Emmanuel Palomares), Bárbara ve cómo se abre una nueva etapa en su vida.
El adiós a Joaquín coincide con la llegada a la casa de los Falcón Abarrán de otras tres mujeres. Una de ellas es Ariadna (Claudia Álvarez), la nuera de Bárbara y esposa de Eduardo. Esta periodista, que se apartó temporalmente de su profesión para atender a su hijo, que padece Asperger, se ve obligada a vivir con su suegra, tras los fallidos negocios de Eduardo. Desde San Luis Potosí llega Dafne (Julia Urbini), una joven madre de dos hijos, que acaba de enviudar y que es una Falcón, pues fue fruto de una relación extramatrimonial de Joaquín. Una adolescente, Gemma (Valentina Buzzurro) es la última en llegar. Lo hace huyendo de su pueblo y de una relación forzada por sus padres. Aunque entra en la casa para ayudar en las tareas del hogar a Bárbara, es, como ella, una Albarrán, hija de la medio hermana de Bárbara, algo que esta desconoce.
Las cuatro mujeres aprenderán a convivir, pese a que sus distintas personalidades les provoquen algún que otro choque. Juntas tendrán que salir adelante y luchar por sus sueños.
DATOS
México. Televisa, 2020.
95 capítulos*.
PRODUCTORA EJECUTIVA: Rosy Ocampo.
GUION: Pedro Armando Rodríguez, Claudia Velazco, Humberto Robles, Alejandra Romero, Gerardo Pérez Zermeño y Gustavo Bracco.
DIRECCIÓN: Benjamín Cann y Fernando Nesme.
Emitida en México entre el 12 de octubre de 2020 y el 19 de febrero de 2021.
*Realmente son 93 de emisión ordinaria más dos capítulos especiales, uno de Navidad y otro, de Año Nuevo.
PERSONAJES Y ACTUACIONES
Mucho me alegré el día que anunciaron a Daniela Romo como una de las protagonistas de esta telenovela. Desde que la descubrí en El manantial he seguido, más o menos, su trayectoria y es incomprensible que una grandísima actriz como Daniela haya estado, durante casi veinte años, con secundarios y alguna que otra villana. Bárbara Albarrán es la mejor prueba de la grandísima actriz que es Daniela, que brilla con un personajazo repleto de matices al que es imposible no tomar cariño, pese a que alguna que otra vez apetece reñirla un poco.
Bárbara es, en cierta forma, el nexo de unión de las cuatro protagonistas, ya que en torno a ella se articula un grupo de mujeres muy diferentes, con la llegada a su casa de Ariadna, Dafne y Gemma. Claudia Álvarez interpreta a la primera de ellas, una periodista de raza, con fuertes convicciones, que retoma su oficio tras un parón en el que se ha dedicado a su hijo. Es la primera vez que coincido con Claudia y ojalá no sea la última, porque me ha gustado mucho. He descubierto a una actriz muy natural, que defiende muy bien su personaje. Lo mismo puedo decir de Julia Urbini, sobre la que hace seis años pronostiqué que llegaría lejos, al hilo de Vuelve temprano. No me equivoqué y espero que siga encadenando protagónicos, porque es una de las actrices jóvenes con más talento de las que hay ahora mismo en Televisa. Esa misma estela se la pronostico ahora a Valentina Buzzurro, que interpreta Gemma, una adolescente con un pasado tremendo, que Valentina lleva como nadie. Cuando se hace una telenovela coral, como esta, es imprescindible que los o las protagonistas tengan química y Daniela, Claudia, Julia y Valentina tienen una química excepcional.
En torno a ellas aparecen una serie de personajes masculinos tan redondos y complejos como estas mujeres, lo que no suele ser habitual en el género. Es el caso de Álvaro, Eduardo y Gael, los hijos de Bárbara, tres hermanos muy distintos entre sí, con sus propias historias y problemas. Me alegra, en ese sentido, que Álvaro, magistralmente interpretado por David Zepeda, sea una especie de antigalán, en el sentido de que es infértil y ha crecido profesionalmente a la sombra de su esposa, lo que le lleva a pasar por una depresión cuando se divorcia. Podemos estar ante el mejor protagonista de David, y eso que en su curriculum figuran otros personajes extraordinarios, como Iván, de La fuerza del destino, o Ryan, de La doble vida de Estela Carrillo. Complejo es también Eduardo, un tipo cínico, que solo vive obsesionado con el dinero, del que se ocupa Juan Diego Covarrubias, un actor que lo mismo es capaz de lucirse en comedia que en drama, como galán o como villano. Creo que dice mucho de su talento. Por su parte, Emmanuel Palomares, que interpreta a Gael, se anota otro de sus mejores personajes y se marca unas escenas impresionantes en una parte de la trama en la que se desdobla para interpretar también a Rommel, el villano de Vencer el miedo.
Junto a ellos hay un cuarto hombre especialmente vinculado a Bárbara, Lino Ferrer, que aparece de la nada y poco a poco va adentrándose en su vida. Me supo mal que Leonardo Daniel tuviese que abandonar la telenovela al poco de empezar a grabar, por haberse contagiado de Covid-19. Sin embargo, no tardé en celebrar que Lino cayese en las manos de otro grandísimo actor, Marco Treviño, que se hace cargo del que es uno de mis personajes favoritos de las telenovelas que vi el año pasado. Me encantó el excelente trabajo de Marco, lo rápido que se hizo con Lino, y la química que consiguió con Daniela, al nivel de la que esta tiene con sus hijos en la ficción.
Altair Jarabo es Olga, la esposa de Álvaro |
Ligados de una u otra forma a los Falcón Albarrán aparecen una serie de personajes entre los que se encuentra Olga, la villana principal, encarnada por una soberbia Altair Jarabo. Después de compartir tantos proyectos con David, la química que tienen es magnífica, aun cuando aquí, como matrimonio, Olga y Álvaro estén condenados al fracaso. Nunca me cansaré de repetir que Altair, aun cuando se haya especializado en villanas, merece una oportunidad para protagonizar. Otro de esos personajes es Calixto, un misterioso hombre que aparece para hacer la vida imposible a Bárbara, y del que se ocupa Tizoc Arroyo, en un cambio de registro brutal, que lo postula para villano, gracias a su buen trabajo. Lo mismo se puede decir de Isabella Camil, a la que siempre había visto en papeles de buena, y que aquí se convierte en una especie de Olga, en su caso con Eduardo como objetivo. Me gustó también reencontrarme con Alejandra García, que interpreta a Romina, la novia de Gael, otra actriz con muchísimo talento injustamente relegada a secundarios.
José Elías Moreno da vida a Joaquín Falcón |
El elenco de Vencer el desamor es inmenso, porque cuenta con muchísimos secundarios y episódicos. Para no alargar mucho esta crítica, quiero centrarme en unos pocos, como Joaquín, que va y viene a través de flashbacks de la mano del siempre genial José Elías Moreno. Su hermana Beatriz Moreno se ocupa, de nuevo, de doña Efi, que aporta un toque cómico muy interesante y demuestra que la amistad puede darse incluso entre personas que aparentemente nada tienen en común, como Bárbara y ella. También amiga de Bárbara es Imelda, una señora clasista que borda Raquel Morell, que mantiene una compleja relación con su hija Estefanía, un personaje muy bonito del que se ocupa Pía Sanz.
Más moderna y luchadora es Cassandra, la compañera y mejor amiga de Ariadna, interpretada por Bárbara Falconi, uno de los descubrimientos que me deja esta historia. Merece la pena destacar también el buen hacer de dos jóvenes, Andrés Vásques, que interpreta a Dimi, el joven que devuelve la ilusión a Gemma, y Paco Luna, que se encarga de amargar un poco la vida de Gael convertido en Juanjo, quien se dice de Gael. Hablando de amigos, ojalá todos tuviéramos un Conrado en nuestras vidas, como le sucede a Álvaro. Magnífico trabajo el de Carlos Orozco Plasencia.
Iker García y Mía Martínez interpretan a Tadeo y Clarita |
Cierro este apartado con una mención a los dos actores revelación de los que puede presumir Vencer el desamor. Hablo, en primer lugar, de Iker García, que impresiona como Tadeo. No ha de ser fácil meterse en la piel de un niño autista e Iker lo consigue con una facilidad que hace que muchas de sus escenas sean especialmente conmovedoras. Llegará lejos si se lo propone. La otra revelación es una actriz aún más joven, Mía Martínez, que interpreta a la simpática Clarita, la hija de Dafne y nieta adoptiva de Bárbara. Pocas veces he visto en una telenovela a niños de tan corta edad y con tantísimo talento.
PERSONAJES Y ACTUACIONES: 2/2
TRAMAS
Recuerdo haber dicho que Vencer el miedo era una telenovela social, por aquello de que surgió a raíz de un convenio entre Televisa y la Population Media Center, una organización con fines sociales que, entre otras metas, busca la difusión entre la ciudadanía de una serie de mensajes sobre materias como la educación sexual o los derechos fundamentales.
Vencer el desamor continúa la saga como una telenovela mucho más coral que la anterior, más realista y a la vez más clásica, y aunque pierde parte de ese componente social de su antecesora sí remarca algo tan o más valioso e invita a reflexionar al espectador sobre algunos de los grandes problemas que enfrentan las mujeres en el siglo XXI.
La coralidad de esta historia se observa en el reparto de las tramas principales, que caen de una manera bastante equitativa entre Bárbara, Ariadna, Dafne y Gemma. Cada una de ellas cuenta con un abanico argumental propio, lo que lleva, por ejemplo, a que Bárbara conozca a Lino o a que Ariadna sea abandonada por Eduardo y establezca una amistad con Álvaro, que poco a poco da paso al amor. Esas tramas propias tienden a entrelazarse de vez en cuando, como sucede cuando Dafne se convierte en la profesora de inglés de Lino, o los enfrentamientos que la relación de Ariadna con Álvaro causan entre este y su madre. Que las cuatro mujeres vivan juntas las lleva a compartir tramas propias, como la lucha que emprenden contra Calixto o la organización de la boda de Estefanía en el jardín de la casa Falcón.
Ese carácter coral de las tramas principales toca, de una u otra forma, a todas las tramas amorosas que encierra la telenovela. Ahí están Álvaro y Ariadna y también Dafne y Gael, y, en menor medida, Gemma y Dimi, sin olvidar, claro está, a Bárbara y Lino, aunque la suya quizás sea la trama menos romántica de todas. Estas tres o cuatro parejas, con sus respectivas tramas, aportan a la telenovela un toque clásico muy interesante, en el sentido de que, pese a lo moderna que es, no renuncia a la historia típica de los enamorados que deben vencer distintos obstáculos, algunos un pelín trillados, como el embarazo de Olga, que aquí, no obstante, se resuelve de una manera novedosa.
Lo clásico se aúna a lo realista como pocas veces se ha hecho en el género. Ese es uno de los principales valores de esta historia, en la que se habla sin tapujos de temas tan interesantes como los feminicidios, las distintas formas de violencia sobre la mujer, los problemas que puede traer un embarazo en una adolescente o las distintas visiones que tiene una sociedad de la familia. En ese sentido, es particularmente enriquecedor que la telenovela recoja desde la óptica más cristiana, a través de Bárbara, a la pareja que se establece como tal sin vínculos matrimoniales, como sucede con Ariadna y Eduardo, y que aún una parte de la sociedad rechaza incomprensiblemente. Lo realista toca también otros temas, como el síndrome de Asperger y cómo afecta no solo a quien lo padece, en este caso Tadeo, sino también a quienes lo rodean, como sus padres, sus tíos o su abuela. Sobre todo ello se lanzan una serie de mensajes en las propias tramas y se invita a reflexionar. ¿Por qué una mujer, como Medusa, tiene que ser juzgada tan severamente por su familia tras haber sido violada? ¿En qué cabeza cabe entregar a una niña de quince años, como Gemma, a un hombre que le dobla la edad, a cambio de un puñado de dinero? ¿Qué sistemas educativos tenemos en el mundo que rechazan a un niño Asperger como Tadeo, en lugar de apoyarlo y ayudarle a integrarse con los niños y niñas de su edad? ¿Por qué hay quienes niegan a un hijo, como le sucede a Imelda, por el hecho de que se ha enamorado de un indígena? Todo ello se refuerza con unos consejos o recomendaciones, al término de cada capítulo, que espero hayan contribuido a cambiar un poco la sociedad mexicana, ya que para el resto de países esas recomendaciones están eliminadas del montaje.
La excelente conjunción de lo clásico con lo realista no es el único valor de esta telenovela, que cuenta con algo que explica su triunfo en crítica y público: una historia que no renuncia a experimentar, a hacer cosas nuevas. Fruto de ello se intercalan tramas policíacas, como el asesinato que vertebra los últimos capítulos, y se otorgan grandes dosis de tensión a algunas tramas, todo para que el espectador no solo se entretenga y reflexione, sino también haga sus cábalas sobre diferentes aspectos como la muerte de Joaquín o el porqué de la persecución que Calixto emprende contra Bárbara. La conexión con Vencer el miedo, a través de Gael, también forma parte de ese componente experimental, poco común en el género, o por lo menos a este nivel.
Toda esta mezcla de tonos y tramas es posible gracias a una historia muy bien pensada, posiblemente desde hace mucho tiempo, y desarrollada sobre el papel antes de comenzar a rodar. Parece una tontería, pero no siempre se hace y es evidente que esta es una de las claves del éxito de cualquier telenovela. En unas semanas os hablaré de La suerte de Loli, donde ocurre justamente lo contrario, hasta el grado de que muchas veces parece una telenovela improvisada sobre la marcha. El ritmo que siguen los acontecimientos en Vencer el desamor está perfectamente calculado desde mucho antes de que comenzaran a grabarla y gracias a ello se obtiene una telenovela como esta. No me sorprende, porque, en ese sentido, La doble vida de Estela Carrillo ya permitió al equipo de Pedro Armando Rodríguez y Claudia Velazco demostrar que hacer las cosas bien es fundamental para que una telenovela triunfe. En aquel entonces solo les faltó un final más redondo que sí consiguen en Vencer el desamor, aunque, en este caso, dos circunstancias ligadas a Claudia Álvarez –y su deseo de aparecer de vez en cuando en Vencer el pasado– explican que Ariadna cambie de opinión sobre un par de asuntos. Quienes la hayáis visto sabréis de qué hablo. Después de casi cien capítulos, apenas queda un cabo suelto, y es que mientras que todas las tramas se cierran, queda por descubrirse quién embistió a Bárbara cuando huía de Calixto por las calles de El Peñón. Es fácil, habiendo visto la telenovela, saber quién fue, pero, no obstante, ahí queda la duda, sin explicar.
TRAMAS: 4,75/5
MÁS COSAS
Rosy Ocampo y Benjamín Cann se unen de nuevo para ofrecer una telenovela que resulta visualmente muy atractiva y se permiten alguna que otra innovación técnica, como vienen haciendo desde hace una década. Se nota una dirección exigente, que busca que los actores y actrices den siempre lo mejor de sí, lo que se observa también, y a modo de ejemplo, en los niños, que contaron con una coach actoral. Respecto a la realización, nada se le puede objetar. Grabar poco después de aquel confinamiento que paró el mundo no debió ser fácil y por eso se apostó por equilibrar localizaciones y decorados, pero sin renunciar a la calidad de unos y otros. De las localizaciones me quedo, sin duda alguna, con el espectacular jardín de la casa Falcón y la vanguardista mansión de Olga, que, para quien no lo sepa, es en realidad la casa (o una de las casas) de David Zepeda. Los decorados están muy bien hechos, como prueban los interiores de la casa Falcón, perfectamente iluminados y que dan el pego como una casa real.
Jardín de la casa de los Falcón |
También en el vestuario se observa un trabajo muy bien hecho, con prendas que reflejan la personalidad de los distintos personajes. Me gusta, sin ser puramente vestuario, que hayan prestado atención a pequeños detalles como el dije que durante buena parte de la historia lleva Bárbara o los anillos que colecciona Lino, cargados de simbolismo, un simbolismo que se extiende también a los nombres de las protagonistas. Ahondaré en ello en otra entrada, pero es una delicia que, por ejemplo, Ariadna se llame como la heroína de uno de los mitos clásicos más bonitos, una mujer que, según cuenta Hesíodo, fue abandonada por Teseo, su gran amor, por el que cambió su vida, y que después recobró la ilusión de la mano de Dionisio.
Respecto a la musicalización, no voy a comentar nada de los soundtracks, muy bien seleccionados, y sí que quiero detenerme en los temas musicales. El principal, titulado como la telenovela, corre por cuenta de Daniela Romo y Nico Maleón, con una mezcla de géneros que lo hace un tema moderno y que casan sorprendentemente bien con la letra, que es preciosa. No se queda atrás, tampoco, Un millón de caricias, el tema de Álvaro y Ariadna, interpretado por David Zepeda y Murcof, ni ninguna de las otras canciones, que no he podido identificar, como la que acompaña la historia de Gael y Dafne, que es una balada muy bonita.
MÁS COSAS: 3/3
Parte de elenco, junto a Rosy Ocampo, en la presentación a los medios |
Una vez vista, entiendo el porqué de tan buenos comentarios y de las excelentes audiencias cosechadas en México y Estados Unidos. Vencer el desamor es una telenovela redonda en personajes y tramas, que apuesta por innovar, siempre desde una planificación exquisita que, aunque debería, no siempre se da en el género.
Si os apetece verla y no habéis visto Vencer el miedo, no os preocupéis, porque pienso que se puede hacer sin problemas, ya que la conexión entre ambas, por medio de Gael, se encuentra lo suficientemente explicada como para que no sea necesario ver la primera entrega de esta saga. Quizás por ello en algunos países como España se ha emitido sin que se emitiese la primera.
PUNTUACIÓN FINAL: 9,75
Comentarios
Pocas veces una telenovela deja el regusto que nos dejó esta a casi todos los que la vimos. Creo que es la mejor muestra de que para que una telenovela funcione y guste debe tener tres ingredientes: personajes redondos, una historia muy bien diseñada y cuidado en hasta el más mínimo detalle.
"Vencer el pasado", de momento, me está gustando, si bien no esperaba que se apoyase tanto en "Vencer el desamor". Quienes la habréis visto, sabréis de qué hablo. Hasta eso hace grande a "Vencer el desamor".
Un saludo!