Aun a riesgo de que alguien me llame pesado, con cierta razón, hoy vuelvo a hablar
de coches. Realmente, hoy quiero hablaros de cómo, poco a poco, por las telenovelas comienzan a
verse coches híbridos.
Hace
algo más de dos años lamentaba
en este mismo blog que las productoras no aprovechasen para ir haciendo que sus
personajes comenzasen a moverse en vehículos medianamente sostenibles. No sé en
América, pero aquí sales a la calle, cuando podíamos salir, y cada vez es más
habitual ver desde Smarts eléctricos a los famosísimos Toyotas híbridos,
pasando por algún que otro Renautl Zoe y suvs de Mitsubishi, que parece que se
han vuelto a poner de moda, esta vez dentro de quienes compran un vehículo
eléctrico.
En
los últimos meses, por fin, he comenzado a ver coches de este tipo en las
telenovelas. Unas líneas por encima de estas palabras tenéis dos capturas de Rubí (W Studios y Televisa, 2019), en la
que, al menos en el primer capítulo, el personaje de Ela Velden se mueve en un
Toyota Prius C híbrido, un coche muy coqueto que se fabricaba en exclusiva para
América. Pero es que también Leonora, la protagonista de Cuna de lobos (Televisa, 2019), también se movía en un coche
híbrido, en concreto, un Range Rover Evoque, que aquí cacé con poca luz:
Me
gusta mucho que, también en este sentido, las telenovelas comiencen a mirar a
la sociedad. El efecto espejo puede ser muy interesante si se potencia esto
mismo, ya que basta que el espectador vea que en la tele conducen coches
híbridos o eléctricos para que se anime a comprar uno cuando tenga que cambiar el
suyo, ahora que parece que van a ajustarse los precios de estos vehículos más
ecológicos.
Y
antes de que alguien me lo pregunte, tengo que confesar una anécdota que
muestra por qué en esto todavía no predico con el ejemplo. Mi coche, que acaba de cumplir dos años, es diésel, pero con unos niveles de emisiones de los más
bajos del mercado. Tenía muy claro que quería este coche y no me plantee muchas
más opciones, pero sí que le eché un vistazo a otro modelo, de la misma marca,
eléctrico. Era un juguete, de casi sesenta centímetros menos de largo que el
mío y mucho más estrecho, pero el precio no invitaba a comprarlo: la versión
estándar básica costaba casi diez mil euros más que el mío, que es el más equipado de su gama, ambos nuevos. Parece ser que en otoño sacarán un
eléctrico más asequible, biplaza. Habrá que ir a probarlo.
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