MIS DESVARÍOS: Morbo, que no periodismo

Llevaba tiempo queriendo mostraros algo de lo que ya os he hablado, de pasada, en otras ocasiones: lo amarillista que puede llegar a ser la prensa del otro lado del charco. Creo que el caso que he tomado como ejemplo es una muestra perfecta.

21 de junio de 2018. Un medio mexicano publica un artículo titulado “A Rafael Amaya lo señalan por acoso sexual”. Según ese medio, el actor habría besado a la fuerza a una compañera tras entrar en el baño de mujeres en un descanso de las grabaciones de El Señor de los Cielos. La noticia parte y se basa exclusivamente en el testimonio de Alberto Rodríguez un “asistente de la casa productora”. No se indica que sea un nombre figurado el de la supuesta fuente. Sin embargo, en el crew o reparto técnico de la telenovela no figura ningún Alberto Rodríguez, aunque sí otros makings (ayundantes) tanto de producción como de dirección, de sonido, de edición y de muchas más áreas. Da la impresión que Alberto Rodríguez bien podría haberse llamado José Fernández, Antonio Díaz o Pedro Sánchez (bueno, este último quizás no). Da la impresión de que es dar un nombre y un apellido comunes como fuente para no pillarse los dedos porque no existe tal fuente. Se reservan, igualmente, el nombre de la supuesta víctima, pero añaden que no quiso denunciar.

El tema es serio, más en los tiempos que corren. En apenas un par de días, medios de infinidad de países se hacen eco de lo publicado por el diario mexicano y todo ello va a más cuando algunos apuntan a Isabella Castillo como la actriz besada a la fuerza por Rafael Amaya. No sé deciros de dónde sale exactamente el nombre de la actriz. En cualquier caso, hay titulares de medios de México, de Colombia, de Uruguay, de Perú, de Cuba… Algunos incluso, van más allá y hablan de “intento de violación”. La bola se hace gigantesca en cuestión de un par de días a partir de las declaraciones de un asistente de producción cuya existencia es muy discutible, igual que las propias declaraciones.
La respuesta de la productora y de los actores es la que mejor se puede dar a este tipo de cosas: el silencio. ¿Podrían haber entrado al trapo, con un comunicado de prensa para desmentirlo, por ejemplo? Seguramente. Pero, una de dos, o hubieran atajado los rumores o hubiese sido peor y hubiesen terminado por alimentar aún más la bola y abrir la veda a respuestas y nuevos titulares de esos y otros medios.
El 12 de septiembre, la revista mexicana TvyNovelas publica en su canal de Youtube una entrevista con Isabella Castillo en la que le hacen una pregunta clara y directa: “¿Qué pasó con Rafael Amaya?”:

“He leído rumores de que si gracias a Isabella Castillo sacaron a Rafael Amaya porque trató de violarla en el baño… Eso nunca pasó. Eso jamás pasó y que yo sepa jamás pasó en la vida real con nadie […] Me meto al internet y veo que están diciendo estas cosas. Es increíble cómo las redes sociales pueden hacer un rumor de algo que no existe […] Yo ni tan siquiera grabé con él”.  Si la pregunta es clara, la respuesta lo es todavía más.
¿Cuántos medios de los que tres meses antes acusaban a Rafael Amaya de acosador sexual sacaron alguna noticia con algún titular como “No hubo acoso sexual, ni conmigo ni con nadie, señala Isabella Castillo”. Ninguno.
Periodísticamente, ¿qué tiene más interes? ¿Las declaraciones de un asistente de producción cuyo nombre no figura en el reparto técnico de la telenovela, lo que hace dudar de su existencia o las declaraciones de la actriz supuestamente acosada negando ese acoso hacia ella y hacia cualquier otra mujer? Para mí, lo segundo.
Desde el punto de vista del morbo y del clic fácil, ¿qué vende más, culpar y ensuciar la reputación de un actor acusándolo de acoso sexual o recoger las declaraciones de la supuesta víctima del acoso al respecto? En este caso y tristemente lo primero.

Esto no es periodismo. Es morbo. En el periodismo hay fuentes, hay hechos y hay argumentos. En el morbo, solo tener algo que contar, y si no lo hay, se inventa, igual que las fuentes, como lo que parece ser este caso. No hubo denuncia, tampoco medidas disciplinarias contra el supuesto acosador ni la productora se pronunció –sí lo hizo para pronunciarse públicamente sobre otras conductas reprobables de sus actores, como las penosas declaraciones de Sergio Goyri sobre Yalitza Aparicio o sobre los gestos racistas de Carmen Aub y otros actores contra los jugadores de fútbol coreanos–. Pienso que de haber ocurrido algo, Telemundo se habría pronunciado. Y estoy seguro que la actriz acosada habría denunciado, que es lo que toda víctima de acoso o abuso sexual debe hacer.
Todo invita a desconfiar de lo publicado, igual que el hecho de que los mismos medios que acusaron no se hayan desdicho tras esas declaraciones de Isabella Castillo. El daño está hecho. Solo hay una forma de repararlo y de que estos medios dejen el morbo: la denuncia. Aquí en España, como ya os comenté en alguna ocasión, ha funcionado. Al otro lado del charco aún no existe esa conciencia judicial que tienen los famosos de aquí, que al más mínimo ataque contra su honor acuden a los tribunales. Quizás deberían ir tomando nota. Es la única forma de parar el morbo.

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