Lo de que la vida da muchas vueltas es una expresión tan trillada como real. Ejemplo de ello es Amada Rosa Pérez, una actriz y modelo colombiana que decidió dar un cambio radical a su vida tras saborear las mieles del éxito a través de este género.
Debutó en la televisión en 1993, tras varios años subida a las pasarelas. Lo hizo en la serie “Padres e hijos”, que Caracol produjo y emitió durante más de dieciséis años y por la que desfilaron prácticamente todos los actores colombianos. Años después, llegó al género interpretándose a sí misma en “Yo soy Betty, la fea”, producida por RCN entre 1999 y 2001.
Paralelamente
a estos pinitos como actriz, Amada Rosa continuó con su trayectoria como
modelo. Se bajó de las pasarelas tentada, en 2003, por la propuesta que le
llegó desde RCN: protagonizar “La costeña
y el cachaco”, junto a Jorge Enrique Abello. La telenovela, una historia
original de Mónica Agudelo, triunfó e hizo que su popularidad se disparase.
Siguió
compaginando actuación y desfiles, con papeles secundarios en “Vuelo 1503” (Caracol, 2005), una
especie de ‘remake’ de la serie “Lost”
o “Perdidos”, como se la conoció en
España, y siendo la villana de “Lorena”
(RCN, 2006).
Ya
en aquel entonces surgieron rumores sobre su estado de salud que ella misma
confirmó en 2007: sufría una malformación en su oído izquierdo. Pese a ser algo
que acarreaba desde que había nacido y que le impedía oír bien, no tuvo
molestias hasta aquel entonces, con infecciones que la obligaron a pasar por
quirófano en varias ocasiones y a seguir un lento proceso de recuperación.
En
2010, ya recuperada, declaraba en una entrevista que confiaba en volver pronto a la
televisión y a las pasarelas. No fue así. Pocos meses después revelaba su
conversión al catolicismo y aseguraba, en otra entrevista que “[las telenovelas] son
indignas y quienes las ven son fanáticos. Uno de alcohólica o uno en el que su
personaje tenga sexo por fuera del matrimonio, son los personajes que califico
indignos; además mi religión católica no me los permite interpretar”.
Decidida a “ser santa”, según sus
propias palabras, se comenzó a mover por los círculos católicos colombianos.
Gracias a ello conoció a un alto mando que la nombró, tal cual, funcionaria de
la Procuraduría General colombiana, ocupándose de asuntos relacionados con el
Bienestar Social. Un nombramiento que generó cierta polémica cuando los medios se hicieron eco de
él.
Su
última aparición en un medio audiovisual se produjo en el 2014, en un
documental religioso hablando de su relación con la Virgen María y el
universo católico. En prensa escrita ha dado entrevistas en las que expone su
punto de vista sobre determinados asuntos, como esta
sobre el aborto y la vida, coincidiendo con el embarazo de su primer y
único hijo.
Respeto
su decisión, pero no comparto sus palabras sobre el género (más o menos decía
lo mismo de la moda y las pasarelas). Se ve en sus declaraciones un rechazo
incomprensible, teniendo en cuenta que tanto las telenovelas como la moda
fueron sus fuentes de ingresos y fama durante más de una década. Su caso me
recuerda al de otros actores y actrices que lo dejaron todo por la religión,
como hizo recientemente Maritza Rodríguez. Cada uno es libre de hacer lo que le
dé la gana, pero no me parece correcto hablar con de las profesiones que le han
dado de comer durante muchos años con ese rechazo. A lo hecho, pecho. Y más, si
la cosa fue bien, como es el caso de Amada Rosa Pérez.
Comentarios
Es lo que hay. Maritza de momento está siendo más prudente y nunca ha hablado mal del género. Incluso comparte recuerdos en las redes y en alguna entrevista.
Un saludo!
muchas personas venden y venden y venden sin pensar en los sentimientos propios de las personas .