Me
parece que ya avancé algo, en alguna entrada de hace tiempo, de la ‘historia de
telenovela’ que quiero contaros en esta ocasión. Real como la vida misma,
aunque pueda parecer algo surrealista. Al fin y al cabo, ¿no habéis escuchado
nunca eso de que “la realidad a veces
supera a la ficción”?
La
historia tiene como protagonista a un viejo conocido vuestro (y mío): Quasi.
Para quien no recuerde de quién hablo, y por qué le conozco, le invito a leer
las entradas que aparecen pinchando en la etiqueta con su nombre, justo debajo
de este ‘post’ antes de seguir leyendo. Para los que sí que recordáis a este
personaje, os cuento hoy su historia de amor. Un amor de telenovela, un tanto
extraña, si así quiere verse.
Tras
unos años sin saber de ella, Quasi se reencontró, yendo por la calle, a Pepita
(nombre ficticio). Ambos habían sido compañeros de clase en el primer año de
instituto, y después de que él repitiese curso por sus famosas ausencias,
habían perdido el contacto. En el momento del reencuentro ella tenía 18 años y
él, 20.
Se
intercambiaron correos electrónicos y tras hablar lo típico de qué es de tu
vida y esas cosas, se despidieron. “No te
lo vas a creer, pero me he enamorado. Un flechazo”, me comentó a mí poco
después. De esto hace ya, por lo menos, seis años.
Su
enamoramiento le llevó a escribirle correos que ella le contestaba cordialmente
y a averiguar, entre otras cosas, donde vivía. Se sentía tan enamorado que
subía una especie de colina desde la que se veía la habitación de ella solo
para poder observarla mientras estudiaba y hacía las cosas propias de la ardua
carrera que estaba estudiando.
Después
de conseguir que ella le aceptase una invitación a tomar un café, Quasi se
lanzó y le confesó sus sentimientos por medio de un correo electrónico que a mí
me enseñó y que terminaba con una emoticono de una rosa roja. También me enseñó
la respuesta de ella: “lo siento, pero no
busco novio ni una relación ni nada. Si quieres podemos seguir siendo amigos”.
Decepcionado, y, quizás, buscando acercase aún más a ella,
Quasi decidió apuntarse a un grupo de voluntariado que el que pudo haber sido
su suegro presidía. “Es un tipo muy serio
y muy déspota. Viendo como es, estoy seguro de que tiene escogido un novio para
que se case con su hija, y por eso ella me dijo que no buscaba ni un novio ni
una relación”, recuerdo que me dijo. Quasi hizo muestra, de esta forma, de
algo que tenemos los que vemos telenovelas: una gran imaginación en lo que a
sentimientos se refiere.
En
aquel entonces perdimos el contacto, al comenzar yo otros caminos y no supe
nada de él hasta hace cosa de unos meses, cuando me lo encontré paseando por la
calle, poco después de que saliera aquí publicado lo de su historia con una
actriz del género. En cierta forma, fue como si lo hubiera “invocado” a través
de este blog. Le pregunté por Pepita y me dijo que llevaba varios años sin verla
y sin poder olvidarla. “Se fue al
extranjero después de terminar la carrera y seguramente porque el padre la
obligó a irse viendo lo mal que está todo en España”, me dijo, cabizbajo.
El
amor correspondido duele, como se ve en las telenovelas, pero el no
correspondido, duele cien veces más. He aquí un ejemplo de ello.
Comentarios
No sé, no sé....esto de subir a una colina a espiar la habitacíon....y solo de verla un dia ..ya estaba enamorado... y apuntarse donde el padre...yo lo.veo mas de mania persecutoria, hoy en dia va gente muy poco cuerda por el mundo....
Y visto sus antecedentes con la artista de la telenovela....miedito me daría...jaja
No me extraña que la enviaran al extranjero, pobrecita un poco acosadita....jaj
Yo le pondria " psicosis 2 " a esta telen..
Saludos!