He
visto telenovelas buenas, regulares y malas. Dentro de las malas las hay malas,
malísimas y requetemalísimas. En este último grupo metería yo “Mujer de madera” (Televisa, 2004).
La
vi casi completa cuando la emitió un canal local que hoy en día ya no existe.
Por cierto, la emitió casi tres años antes de que Nova, aprovechando el tirón
de Edith González, la emitiera.
La premisa de partida de “Mujer de madera” no era mala, muy parecido
al de “La Dueña”, con ese plus de lo
que había pasado a Marissa cuando era adolescente. Y el telón de fondo, con los
bosques y la denuncia hacia la tala ilegal y demás estaba bien.
Sin
embargo, el desarrollo fue penoso. Absurdez por doquier, con personajes que
resucitaban, diálogos extremadamente horrorosos y una realización pésima. A
favor, eso sí, las impresionantes localizaciones.
Y
por si fuera poco, el cambio de protagonista fue
de lo más irreverente que he visto en el género, cambiando a una actriz como
Edith por Ana Patricia Rojo (que como villana vale, pero como protagonista, al
menos para mí, no). Todo, para quien no lo sepa, por el embarazo de Edith.
Quizás
lo único salvable fue Ludwika Paleta y el gran Julio Alemán (¿por qué en
telenovelas como estas siempre hay grandísimos actores?).
Por
si fuera poco, para acabar de amolarla, la telenovela contó con 205
interminables capítulos de los cuales yo hubiera quitado la mitad.
Quien
no la haya visto, que no se arrepienta de no haberlo hecho. Es una pena no
poder recuperar las ciento y pico horas que le dediqué a semejante telenovela.
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