En
un día lluvioso de finales de junio conocí a una chica. Fue por casualidad, en
ese edificio que tenéis en la fotografía, gracias a una de esas filas para
asuntos burocráticos que a veces se hacen eternas.
Charlamos
mientras cada uno esperaba su turno y una vez que terminamos de hacer nuestras
gestiones, nos fuimos caminando, conversando sobre la vida y hablando de
diferentes cosas.
Nos despedimos, tras un buen rato a pie, con la lluvia como acompañante, bajo la cubierta del Paseo de La Losa, una de las zonas más modernas y bonitas de Oviedo.
Nos faltaba, pese a todo lo que habíamos hablado, saber cómo se llamaba el otro. “Yo soy Delia”, con d. Ya sé que es un nombre raro…”.

Nos
entretuvimos hablando del género, de cómo su madre era una de los nuestros y de
cómo, en cierta forma, debe su nombre a las telenovelas. Tanto nos entretuvimos,
que yo, que tenía que coger un autobús, acabé perdiéndolo y teniendo que
esperar al siguiente. Pero, sinceramente, me dio igual.
Tras
conocer su historia, mejor dicho, la historia de su nombre, le pedí permiso
para contárosla, porque me pareció digna de ser publicada. Es también algo insólito: es la primera vez en casi cuatro años que pido permiso para publicar algo en este blog.
“Estaré al tanto, ya le
echaré un vistazo…”, me
dijo Delia poco antes de despedirnos. Si es así, ojalá te guste esta entrada.
No se me ocurría mejor forma para titularla que tu nombre, el de una gran
guionista que escribió historias que dieron la vuelta al mundo, dando fama y prestigio al género y que aún hoy, muchos años después, siguen produciéndose a través de ‘remakes’. Todo lo que se diga de tu tocaya, la Fiallo, es poco. Llevas el nombre de una grande.
Comentarios
PD Como me gusta, " la ley del corazón" y que rabia que la pongan en verano.. Buf que no estamos tanto por casa!!
Buen domingo