Haced las maletas, que nos vamos de viaje. Vale, igual no es necesario tanto. Simplemente, relajaos y dejad que vuestra mente os lleve a esa tierra fértil para las pasiones contenidas, donde el odio echa raíces y crecen los deseos prohibidos. Esas tierras en las que se siembra ambición y se cosechan traiciones y en las que la venganza convierte al amor en pecado. Sí, os animo a conocer algunos de los lugares más emblemáticos de “Cuando me enamoro” (Televisa, 2010).
Una hacienda es clave desde los primeros capítulos de la historia y hasta el final: La Bonita, un testigo mudo de la historia de amor de Renata y Jerónimo. Esta preciosa hacienda de color rojo es, en realidad, la hacienda La Lomita, situada en San Antonio de las Minas, Ensenada, Baja California.
Como la de la
telenovela, La Lomita es una hacienda vinícola, también familiar, que cuenta
con diez hectáreas de viñedos con distintas cepas y vinos que tienen prestigio
en el mundo enológico.
Comenzó a funcionar allá por el 2005 de la mano de Fernando
Pérez Castro, propietario de la hacienda y de su amigo, el enólogo Reynaldo
Rodríguez. Su bodega, su cava y sus viñedos se pueden visitar y a juzgar por
las imágenes que de ella se encuentran en internet, debe de ser una experiencia
única. La vivienda y sus jardines se alquilan para eventos.
En
El Porvenir, un pueblo del Valle de Guadalupe, también en Ensenada, aunque a
unos veinte kilómetros de la anterior, se encuentra la hacienda Adobe
Guadalupe, conocida en la telenovela como Cruz de Amor, la hacienda del malvado
Agustín Dunant.
Esta
impresionante hacienda es un hotel de seis habitaciones de lujo en el que se
puede dormir con precios a partir de los 275 dólares (unos 260 euros) por
noche, desayuno incluido. La hacienda es propiedad Donald Miller, un banquero jubilado que se
hizo con ella en 1998 buscando rendir un pequeño homenaje a su hijo fallecido
en un accidente de tráfico y gran apasionado de la cultura mexicana. En torno a
ella se encuentran unas veinticuatro hectáreas de viñedos puestas que producen
vinos muy apreciados en el mundo vinícola, todos ellos con nombres de
arcángeles.
Al
igual que la de La Lomita, la bodega de la hacienda Adobe Guadalupe se puede
visitar y también promete ser una experiencia digna de ser vivida.
Termino
este viaje por viñedos mexicanos contando un pequeño truco que tiene la
telenovela: las vendimias que supuestamente tienen lugar en La Bonita, cuyas
imágenes se utilizan incluso para los promos y la entrada, se rodaron en los viñedos de La Redonda, situados en Tequisquiapan, Querétaro, a más de 2.000 kilómetros de Ensenada y mucho más
cerca del DF.
Para rodar esas escenas se utilizaron los viñedos La Redonda que
anualmente acogen una fiesta de vendimia en la que cualquiera –pagando– puede
pisar las uvas en esa especie de tolvas redondas (desconozco el nombre, si
alguien lo sabe, que lo cuente) que se ven en la telenovela.
Mi
mente se ha ido a los viñedos mientras escribía y maquetaba esta entrada. Quién
pudiera dar aunque fuese un paseo por esos campos interminables y dejar que
entre las vides se detenga el tiempo… ¿o no?
Comentarios
A mí también me gustaría dar un paseo por esos lugares, pero hay otros igual de bonitos o incluso más y no están tan lejos para visitarlos. Si te apetece dar un paseo por los viñedos, hay en mi tierra el mayor viñedo del mundo. Te hablo de La Mancha, más concretamente en el centro, que abarca las provincias de Ciudad Real, Toledo, Cuenca y Albacete. Es impresionante, hay zonas en las que hay hectáreas y hectáreas de viñedo, vamos un mar de viñas. Cuando empiezan a brotar es un gusto verlas, pero cuando más bonitas se ven, al menos para mí, son en los meses de julio y agosto, unos 15 días antes del comienzo de la vendimia.
Saludos!
Me lo apunto. La verdad es que Castilla La Mancha la he atravesado unas cuantas veces dirección al Mediterráneo, pero conozco muy poco (léase Toledo y Cuenca y poco más).
Con el tema vinícola me pasa una cosa muy curiosa. He recorrido viñedos de Galicia, en la zona de las Rías Baixas y de Cangas del Narcea, en Asturias y son una pasada. Te lo explica gente que sabe, que disfruta con ello y que te hace disfrutar a ti, pero el recorrido suele acabar en una cata en la que te invitan a comprar o a que pases por tienda. Yo no bebo, porque no me gusta beber y porque además tengo una especie de intolerancia al alcohol. Siempre me toca rechazarles la "muestra" y las caras que me ponen son para verlas. En parte los comprendo, porque organizan las visitas más para vender que para mostrar los viñedos o el proceso, y dar con una seta como yo, tiene que ser... En fin.
Un saludo!
Saludos desde Argentina
PDT: Soy Tucumana como el hermosisimo Juan Soler