ESTÁN PASANDO COSAS: Pueblos que no existen, lapsus, sevillanas y más en "Silvia Pinal, frente a ti"
Pese a contar con solo 21 capítulos, Silvia
Pinal, frente a ti (Televisa, 2017) está sembrada de pequeños detalles que
por uno o por otro llaman la atención. No os podéis imaginar lo que se disfruta
viendo una historia tan corta pero con tantas cosas para comentar. Os ofreceré
su crítica el miércoles, así que esta entrada viene bien para que vayáis
conociendo algunos nombres y detalles de esta bionovela. ¡Allá voy!
Un error de
ambientación automovilística
A
estas alturas no es un secreto que me encantan los coches y en general el mundo
del motor, tanto a tamaño real como a escala. Por eso me sorprendió que en 1969
en una escena en la que Silvia (Itatí Cantoral) canta con Felipe (Manuel
Masalva), se vea ese descapotable gris en la habitación de Felipe:
Ese
es un BMW Z4 del 2000-2002 a escala que poco o nada pinta en una escena que
transcurre, supuestamente, en 1969. El Mercedes Benz 220 de su lado sí que es
de esa época.
Un nombre gentiliciado para
un pueblo real
Unos
años antes, en 1961, Silvia y su esposo viajan a España para trabajar con Luis
Buñuel (Roberto Blandón). Bajo sus órdenes Silvia rodará Viridiana ese mismo año y El
ángel exterminador, en 1963. Silvia y su marido llegan al pueblo donde se
rodará la primera de las películas, que en la telenovela aparece referenciado
tal que así:
“Turolense
de Calanda España 1961”. Gracias por no poner ni puntos, ni comas. El pueblo
donde se rodó Viridiana era el pueblo
natal de Buñuel, la localidad de Calanda,
en Teruel. Buñuel sí que era turolense de Calanda, porque era de Teruel y de
Calanda, pero el pueblo desde siempre se ha llamado Calanda. No entiendo a
cuento de qué colaron ahí ese gentilicio. Por cierto, gracias a esta historia y en concreto a esta captura, el pasado jueves resolví el panel final de La ruleta de la suerte. La concursante no y dejó de ganar 4.500 euros que yo sí que me hubiera llevado:
Primero el país, luego
la ciudad
Silvia
Pinal también trabajó en otros países de Europa como Italia. Igual es porque
estamos acostumbrados a que en las leyendas aparezca primero la ciudad y luego
el país, pero el caso es que esta me llamó la atención:
“Italia,
Roma”. No digo que no sea correcto, que lo es, pero, ¿no se os hace raro ver
primero el país y luego la ciudad?
Sevillanas ¡y olé!
Volviendo
a España, Silvia pasó una temporada en Barcelona, en la década de los 50.
Aunque lo ideal hubiera sido haber rodado en España, por temas presupuestarios
se rodó en México. ¿Qué imagen creéis que se da de Barcelona en esas escenas? Sí,
poneos en lo peor y comprobad si habéis acertado:
Insisto.
Silvia vivía en Barcelona y no en ningún pueblo de La Toscana, que es lo que
parece la localización que eligieron para recrear una plaza de Barcelona. Me
juego lo que queráis a que en Barcelona en los años 50 había tantos tablados
con sevillanas como hoy, o lo que es lo mismo, ninguno. Atentos también al
cocinero que pasea por la plaza. ¿Es un pizzero? ¿Es un cocinero que parece que
va a correr los Sanfermines?
Un lapsus lo tiene
cualquiera… ¿verdad, Itatí?
Tiempo
después de su estancia en Europa, Silvia Pinal disfrutaba del éxito en México
acompañada de su familia. En la bionovela se han utilizado los nombres reales
para identificar personajes ya fallecidos. Para los que están vivos se optó por
nombres diferentes, pero que sonasen a los reales. Por esa razón los hijos vivos
de la protagonista se llamaron en la historia Livia, Alondra y Luis Felipe, en
vez de Sylvia, Alejandra y Luis Enrique, que son los nombres reales de los tres
hijos de la Pinal. Con este último Itatí tuvo un lapsus en esta escena:
Sí.
Llamó por el nombre real del hijo de Silvia, Luis Enrique, al niño al que se
tenía que haber dirigido como Luis Felipe. Me encantan estos lapsus.
Una carátula curiosísima
Termino
como termina cada capítulo de esta bionovela, con una carátula muy curiosa. Es
esta:
“Los
contenidos presentados en este capítulo, pueden ser parecidos a hechos y/o
eventos reales, lo cual es una simple coincidencia”. ¡No me fastidies! Es una
bionovela… ¡Lo raro sería que los hechos ahí mostrados no sean parecidos a los
reales! Y por esa razón, que lo que se cuenta se parezca a lo que ocurrió a la
realidad no es una “simple coincidencia”. Es que tiene que parecerse, sin
coincidencias ni nada. Si como hace la Pinal en este caso, yo quiero contar mi
vida, lo lógico es que la cuente ciñéndome a lo que he vivido. Si me pongo a
inventar ya no cuento mi vida, cuento otra cosa. Así que tiene que haber
coincidencias sí o sí, y los hechos reales tienen que parecerse por narices a
lo que se ve en la bionovela. Me hizo muchísima gracia este aviso que parece
pensado para lavarse las manos en caso de que caiga una demanda judicial.
El
miércoles tendréis disponible mi crítica de esta bionovela que también me dejó
un gazapo muy curioso. Ya lo veréis en el juego. Lo digo otra vez y disculpadme si me repito, pero... ¡qué gusto da sacar tanto
partido a una historia tan corta!
Comentarios
La casa que aparece para ambientar la historia en Calanda, Teruel, es la que se utilizó en "El manantial" para vivir Alfonsina Valdés.
@Lucía... Cuando leí tu comentario, exclamé algo así como "¡Anda, ya sé de qué me sonaba!". Según la vi en la bionovela sí que me sonó de algo, pero no caí. Así que no sabes lo que me alegró saberlo.
@Daniel... Por supuesto que tiene sus errores, pero estoy contigo en que cumple (y con creces) con el cometido principal que es contar la vida y trayectoria de la Pinal.
@Alex... Algo se hará, hay que aprovecharlo.
Un saludo!