¿QUÉ FUE DE...? Mirtha Ibarra

Quienes vimos La verdad de Laura hace casi dos décadas, descubrimos en ella a una grandísima actriz, Mirtha Ibarra, que prácticamente debutaba en el género con aquella telenovela, en la que encarnaba a la villana, la malvadísima Teresa Jiménez de Luarca. 


En el año 2002 Mirtha Ibarra era para muchos de nosotros una desconocida, una desconocida que, no obstante, llevaba en Cuba una brillante carrera como actriz, con casi treinta películas a sus espaldas. Su llegada a La verdad de Laura fue casi por casualidad, pues Mirtha estaba de gira con su obra Obsesión habanera y la invitaron a formar parte del elenco. "Es un personaje que tiene muchos matices y me gusta. Además, es la primera vez que protagonizo un papel tan negativo y antagónico, y me fascinó la idea. Ahora, soy la mala de la producción y me encanta", declaraba a la revista Telenovela al poco de comenzar las grabaciones. El éxito de la telenovela fue incuestionable, tanto que los 65 capítulos inicialmente previstos se convirtieron en 129, en este remake libre, muy libre, de Cuna de lobos (Televisa, 1986). 

 

Parecía que el éxito de La verdad de Laura iba a dejar a Mirtha durante algún tiempo más por España, pero no fue así, aunque haya estado yendo y viniendo de Cuba a nuestro país, por distintos compromisos profesionales y artísticos. 
En los dieciocho años que han transcurrido desde que fuera Teresa Jiménez de Luarca, Mirtha se ha dedicado a hacer cine y teatro, no solo como actriz, sino también como guionista, productora y directora. Además, forma parte de distintos jurados de festivales cinematográficos, como el de San Sebastián, el de Valladolid, el de Huelva o el de Gramado (Brasil). 


Hoy, Mirtha tiene 74 años y sigue imparable. Establecida en Cuba, continúa con distintos proyectos. "La televisión me crea mucho estrés", confesaba en una entrevista concedida a Cuba Debate en 2010 cuando le preguntaban por qué no había hecho más televisión, ni en su país ni en España. Recordando su experiencia en La verdad de Laura, apuntaba que "hacíamos veinte o veintitrés escenas de texto diarias" y desvelaba que "el director, que era mexicano, se fue" ante la negativa de los actores a usar pinganillo o apuntador, algo que él sí quería. 
Entiendo sus razones para no volver a hacer televisión, pero a mí me hubiera gustado reencontrarme con ella en otra serie o telenovela. Estoy seguro de que, más allá de La verdad de Laura, su propia trayectoria le pudo haber abierto muchas puertas en este país. 

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