Se acaba el 2018 y toca hacer balance
de muchas cosas, entre ellas, las telenovelas vistas en los últimos doce meses.
Este año he visto nueve telenovelas completas de tres países diferentes:
México, Estados Unidos y Colombia. Para no hacer una sola entrada demasiado
extensa, voy a dividir ese balance en dos. Os animo a que vosotros hagáis lo mismo.
Aquí va la primera parte del mío:
Comencé el 2018 con la quinta temporada de esta historia. Lo hice sin muchas expectativas y más por mantener la costumbre que por otra cosa, después de una tercera y una cuarta temporada bastante flojas. No esperaba gran cosa, por eso me sorprendí al ver cómo sus responsables reaccionaron para devolver a la historia buena parte de la agilidad perdida, introduciendo nuevos personajes, acabando con otros y estirando la historia de una forma mucho más natural y lógica que en las dos temporadas anteriores.
No lo voy a negar, me dejó muy buen
sabor de boca y ganas de ver cómo sigue la historia en esa sexta temporada que
empezaré a ver en breve. Es cierto que va tocando cerrarla, pero si saben
mantener el ritmo de esta quinta tanda, todavía puede dar juego.
La
hija pródiga
(Azteca, 2017-2018)
Pudo haber tenido un protagonista algo
más carismático. También aprovechar mejor algunos personajes secundarios, pero
aun así, su mayor defecto es esa edición un tanto penosa de los últimos catorce
o quince capítulos.
De vez en cuando viene bien reencontrarse con una de esas telenovelas rodadas hoy en día, pero que perfectamente podrían haberse producido hace veinte, treinta o cuarenta años. Vamos, el melodrama tradicional, el de toda la vida, que subyace en los orígenes del género.
En esa línea se mueve esta historia.
Una telenovela de las de siempre, con personajes prototipo y un tanto
trilladas. Aun así, no se pasa mal viéndola y comprobando que la esencia de las
telenovelas aún sigue viva, que lo de siempre puede seguir funcionando, pese a
que el género ha tomado otros caminos.
En ese contexto, la única pega que se
le puede poner es la forma tan por encima en la que han abordado un tema tan
importante como la eutanasia.
Sin duda alguna, lo mejor que he visto
en este 2018. Mencionaba hace poco esos otros caminos que toma el género y en
uno de ellos, que yo he llamado telenovela
realista, podría enmarcarse esta telenovela.
Una historia con personajes totalmente
humanizados, pasando por situaciones que cualquiera de nosotros podría vivir y
con una única meta: demostrar al espectador que, como reza el sobrenombre de la
telenovela, los sueños nunca duermen. Una historia coral que se vive
intensamente y con la que se aprenden muchísimas cosas, no solo en el ámbito de
la economía, en el que se ambienta, sino también de la vida misma.
Atraído por sus buenas críticas y por
su elenco, me puse con esta telenovela. Las expectativas eran altas y podría
decir que se cumplieron a medias. Una telenovela que vendieron como algo
arriesgado y que no lo es tanto, al menos en lo que al contenido se refiere.
Sí, en cuestión de forma. Es interesante ver cómo han jugado con dos épocas distintas,
narrando en paralelo dos historias dentro de una. Es bonito ver que el género
no solo trata de innovar en contenidos, sino también en la forma en cómo se
presentan.
Lo mejor de la historia, además de ese
experimento narrativo que supone, es el tono entre policiaco y de misterio que
maneja, aunque sobre el papel hayan quedado unas cuantas cosas sueltas o mal
hilvanadas.
Segunda parte, mañana.
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