CAZÁNDOME GAZAPOS: Una dosis de mi propia medicina

Día de Pascua. Un mal día para bloguear. No os podéis imaginar lo dañinas que son para las estadísticas las festividades religiosas como esta o las de Navidad.

Por todo ello, he decidido deleitar a los cuatro o cinco que entréis hoy a esta página con una entrada especial. He decidido hacer hoy un pequeño ejercicio de autocrítica, con algunos de los errores que he pillado en mis propias entradas. Errores que vienen a veces por escribir rápido y no dedicar medio minuto a buscar algún dato en Google  y otras, por simples confusiones. Dos cosas antes de entrar en materia. La primera, la de siempre, que todas las imágenes se hiperamplían al hacer clic en ellas. La segunda, que todos los ‘gazapos’ que os traigo han sido corregidos.

I. Donde dije Leonardo, digo Marcelo

‘Primer vistazo’ de “La hija pródiga”. Apareció publicado en octubre de 2017. Hablando del elenco, digo que en él se encuentran algunos actores y entre ellos menciono a Leonardo García:

Me di cuenta cuando la estaba viendo y releí el texto. Donde dije Leonardo García, quería decir Marcelo Buquet. No suelo confundir a dos actores, pero no me preguntéis por qué, en esta ocasión me pasó. Tiene delito porque Leonardo García ni tan siquiera forma parte del elenco de esta historia.

II. Españolizando “La ley del corazón”

Jugábamos un ‘gazapo’ que me había proporcionado Lucía Dasilva. Era de un escena de “La ley del corazón”. En la presentación del vídeo escribía lo siguiente:

Así es, españolicé esta telenovela colombiana. Desconozco por qué cometí ese error, aunque teniendo en cuenta que para los juegos uso plantillas, es muy probable que escribiese sobre una plantilla que hubiese usado para alguna escena de alguna telenovela española de las que han pasado por el juego y se me olvidó borrarlo.

Por si acaso, que quede claro, “La ley del corazón” sigue siendo colombiana.

III. Un apellido que no correspondía

Me sabe mal equivocarme y peor aún hacerlo en una entrada homenaje. Fue en la que abrí para dedicar unas líneas a Rogelio Guerra y María Rubio, tras conocer su fallecimiento, hace unas semanas. Al final de la entrada me refería a la muerte de Claudio, el hijo de María y Marú, su esposa, en un accidente de tráfico a finales del 2017. Me refería a esta última como Marú Ruiz:

Se llamaba Marú, pero no se apellidaba Ruiz. Era Marú Dueñas. Esta parte de la entrada la escribí de memoria y está claro que a veces la memoria juega malas pasadas. Lo supe cuando vi su nombre en la entrada de “Me declaro culpable” y recordé aquella entrada.

IV. Otro que tampoco

Algo parecido a lo anterior me ocurrió en la segunda parte de esa especie de anuario que hago con las telenovelas que vi a lo largo de un año que está por terminar. Fue en el último de ellos, en el del 2017:

Se me fue también la olla y apellidé García a Víctor González, el protagonista de “La candidata”. En mi defensa alegaré que por ‘g’ empezaba.

V. Y un tercero al que le cambié una letra

En este caso puedo imputar el error a la función autocorrectora que tiene mi tableta y que pese a que me lleva acompañando desde hace varios meses no he podido desconectar. Volvía “Marina” a Nova y lo comentaba en una entrada de las del sábado, con las audiencias, que generalmente subo desde esa tableta. Se ve que al dispositivo no le gustaba Echeverría, el apellido de la protagonista, porque me lo cambió:

Y lo hizo a Echevarría, como la ex de Bustamante. Parecido, pero no igual.

No soy muy de equivocarme, o eso creo, porque suelo revisar lo que sale publicado antes de que lo veáis y porque además, una vez colgado en el blog, suelo releerme siempre que tengo algo de tiempo, que empleo no solo en releer y retocar algunas cosas, sino también en contestar vuestros comentarios.

Tenía ganas de hacer esta entrada y aproveché el día. La autocrítica es buena y si es con algo de humor, mejor.