Hace unos años, Paula Vázquez, una conocida presentadora española, subió a Twitter una foto de su camerino. Sobre una mesa se veía un documento privado en el que sin mucho esfuerzo se leían sus datos personales, número de teléfono incluido. Como consecuencia, recibió miles de llamadas y whatsapps y tuvo que cambiarse de número. Algo similar me ocurrió a mí, bueno, sin haber compartido mi número de teléfono y sin ser yo una superestrella.
Todo ocurrió a finales de noviembre. Normalmente programo todo lo que sale en las redes del blog, pero aquella semana no lo hice y compartí cosas sin programar. Un día, una antigua compañera de clase me pasó por Whatsapp una entrevista que hicimos hace muchos años a alguien importante y que salió publicada en otro medio, en una sección de entrevistas antiguas. Abrí el enlace, la leí y copié en mi teléfono la dirección de la web para enviársela a otros compañeros que también participaron en la entrevista.
Acto seguido, me puse a publicar una historia en el Instagram de este blog. No sé por qué, pero publiqué el enlace a aquella entrevista y no el enlace a la entrada que salía publicada aquel día, un ¿Qué fue de?, si mal no recuerdo. La entrevista iba firmada con los nombres y apellidos de quienes la hicimos, un servidor incluido. Desconozco cuántas personas la leísteis, o si tan siquiera accedió alguien al enlace. Estuvo como diez horas, hasta que me avisaron de que aquel enlace no era el que tenía que ser.
Sí, me hizo mucha gracia que después de ocultar mi identidad bajo un seudónimo, aquel día la revelé sin querer por un error que todavía no sé a qué fue debido. Me marqué un Paula Vázquez.
Comentarios
Pero vamos que estos fallos son normales, es como lo de mandar el documento equivocado al mandar un email. Al menos fue tu nombre y no algo más personal o privado.