LA TRASTIENDA: Por esa gente receptiva a las críticas

Siempre digo que cuando se hace algo para un público es necesario estar al pendiente de la opinión de ese público. Soy de los que cree que las críticas, sugerencias y opiniones hay que tenerlas en cuenta siempre. Si son positivas, agradan, para qué negarlo, y si son negativas ayudan a mejorar y a plantearse o replantearse cosas.
Nunca entenderé que haya actores, actrices y productores que no se googleen para ver qué se dice de sus últimos trabajos. Si la crítica se plantea desde el respeto, pienso que debe ser tomada en consideración siempre.

Por esa razón, me alegra haberme topado en estos nueve años y pico de blogueo con actores, actrices y productores que han sabido encajar mis críticas, a veces buenas y a veces no tan buenas. Recuerdo con especial cariño a Michel Brown, al que le di un tirón de orejas al hilo de la primera temporada de La Querida del Centauro. Su personaje mascaba chicle todo el rato, lo que provocaba que algunos diálogos se escuchasen mal y deslucía su genial interpretación. Me respondió con un "lo tomaré en cuenta". Casualidad o no, en la segunda temporada Gerardo moderó bastante su consumo de chicles.
A través de Twitter y ahora también de Instagram, he tenido la posibilidad de recibir el feedback de aquellos sobre los que escribo. En estos nueve años y pico nadie me ha dicho nada malo al hilo de una crítica y me consta que muchos han dedicado una parte de su tiempo a leer aquello que yo he escrito sobre su trabajo. Quiero mencionar a uno como ejemplo de todos ellos, Marcelo Córdoba.

No hay telenovela suya que yo haya criticado en la que no me haya escrito para compartir sus impresiones sobre mi crítica, como debe ser.
Aprovecho esta entrada para invitar a todos aquellos que prefieren hacer oídos sordos a las críticas a que dejen de hacerlo. No pasa nada por googlearse o abrir el enlace en el que te han etiquetado y ver qué se cuenta de tu trabajo. Es normal generar impresiones distintas cuando se trabaja para un público, máxime si es tan amplio como el que ve telenovelas. Yo lo veo en mis carnes, como docente, para un público mucho más reducido. Sin embargo, no temo a las críticas y todos los trimestres invito a mi público a cubrir un formulario anónimo, además, en el que pueden ponerme a caldo si así lo desean. Nunca me ha ocurrido, pero ocurrirá y seguro que sacaré alguna enseñanza de ello, como ya lo hago con las sugerencias que me plantean. Si yo lo hago con adolescentes, ¿por qué el actor o la actriz no puede hacerlo con un público mucho más heterogéneo? Estoy convencido de que sería una experiencia enriquecedora.

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