HOY EMPIEZO A VER: "Para volver a amar" (Televisa, 2010-2011)

A comienzos de año os conté que para este 2021 me había propuesto ver telenovelas antiguas –voy a llamarlas así, aun cuando no lo sean tanto– que siempre quise ver pero que por una u otra razón no había visto. Así, entre diciembre y marzo vi Pura sangre, la primera de aquella lista, y ahora, ya de vacaciones, comienzo a ver la segunda, una producción mexicana con alma colombiana. Hoy empiezo a ver Para volver a amar (Televisa, 2010).

Vale, miento un poquito, porque hoy no empiezo a verla, ya que comencé a hacerlo a mediados de junio y llevo ya dieciocho capítulos. Siempre quise verla, por varias razones. La primera, las buenas palabras que hace más de una década leí sobre ella en varias webs especializadas. Esta adaptación de la colombiana El último matrimonio feliz arrasó en México, pese a no emitirse en el mejor horario y no tardó en despertar los elogios de la crítica. Mes y pico después de su final, fue la gran vencedora de los Premios TvyNovelas 2011 y se llevó, entre otros, el Premio ACE de la Asociación de Cronistas del Espectáculo de Nueva York como Mejor Telenovela. Ese éxito me condujo a una segunda razón, que se convirtió más bien en un deseo, el de que La 1 de TVE o Nova se animasen a emitirla. La esperé, viendo cómo llegaban Cuando me enamoro, Soy tu dueña, La fuerza del destino, Teresa, Triunfo del amor y casi todas las que produjo Televisa en los años 2010 y 2011. De Para volver a amar, ni rastro. La espera hizo que el deseo cayese un poco en el olvido, hasta que hace no muchos años algunos de vosotros me hablasteis de ella y resurgieron mis ganas de verla. A finales del año pasado la descubrí en un sitio en altísima definición y me obligué a que no acabase 2021 sin verla. Una tercera razón, que no he mencionado, es que quienes han visto la original y esta versión prefieren esta última, algo sorprendente y que parece dar cuenta de que Roberto Gómez Fernández y Giselle González, sus productores, sacaron adelante un gran producto, el último juntos, antes de tomar caminos por separado.

En estos dieciocho capítulos he descubierto una telenovela por la que no ha pasado el tiempo, extremadamente realista tanto en personajes como en tramas y con un mensaje de emponderamiento femenino que me parece, incluso, adelantado a su época. No entiendo por qué no llegó a España, pues estoy seguro de que hubiera arrasado y de que aún hoy lo haría. El trabajo del elenco es brutal, comenzando por Rebecca Jones y René Strickler, siguiendo por Juan Carlos Barreto y Alejandra Barros y terminando por Sophie Alexander y Mark Tacher, tres de las seis parejas protagonistas de esta historia. No se quedan atrás las otras tres, compuestas, respectivamente, por Alejandro Camacho y Nailea Norvind; África Zavala y Flavio Medina, y Jesús Ochoa y Zaide Silvia Gutiérrez. El guion es otro punto a favor de la telenovela, tanto en lo que a los conflictos de cada pareja se refiere como en los problemas que afrontan cada una de las mujeres. Aída Guajardo y Berenice Cárdenas se encargan de una adaptación muy elogiada y ahora entiendo por qué. Más allá de la profundidad de los personajes y del realismo de las tramas, la telenovela tiene ritmo y consigue enganchar desde el primer capítulo. Al buen sabor de boca contribuye un último factor, que no es otro que una realización a la vanguardia e inusual para lo que se veía hace once años. Sus responsables cuidan hasta el más mínimo detalle y que apuesta, entre otras cosas, por más localizaciones reales que decorados, lo que da a la telenovela un plus de calidad visual.

 

Seguiré viéndola a lo largo del verano, a razón de dos capítulos por día –hasta ahora solo tenía tiempo para uno– y espero ofreceros su crítica en septiembre u octubre, dependiendo de cómo me organice con la de la T2 de Falsa identidad.

¿Alguno de vosotros la ha visto y quiere comentar qué le ha parecido?

ACTUALIZACIÓN POSTERIOR Una vez vista esta telenovela, aquí os dejo el enlace a la crítica que le hice, publicada en este blog el 27 de octubre de 2021.