Hay cosas que no entiendo ni entenderé nunca. Es cierto que todos nosotros tenemos nuestras ideas, todas ellas respetables, pero está claro que hay personas que, aun teniendo ideas, no saben hacerlas respetar, porque son de lo más incongruentes.
El pasado mes de marzo saltaba la polémica en el set de rodaje de ¿Qué le pasa a mi familia? El actor Gonzalo Peña, uno de los miembros del elenco, era acusado por una actriz de haber sido cómplice en una violación que aquella había sufrido en marzo del año pasado. El presunto violador ya estaba siendo procesado, pero no así Gonzalo, que siempre presuntamente, había sido testigo de los hechos. Juan Osorio, el productor de la telenovela, no dudó en despedirlo y en buscar a otro actor para que se ocupase del personaje de Peña. Aplauso unánime del público, ese público que seguramente le habría dado la espalda a la telenovela de haber seguido el actor. Para mí, que siempre apelo a la presunción de inocencia hasta que la justicia demuestre lo contrario, me pareció lo correcto. Creo que en casos como este, lo principal es apartar al presunto delincuente, sea actor, político o lo que sea. Si finalmente un juez dictamina su culpabilidad, bien hecho. Si, en cambio, determina su inocencia, la persona podrá volver con su honra íntegra, algo que no sucedería si siguiese al mando de sus funciones, porque sí, aunque esté ahí la presunción de inocencia, el público, los votantes o quien sea, le habría dado la espalda. Ese mismo público no tendrá inconveniente en recibirlo de vuelta con los brazos abiertos cuando se produzca su absolución, así son las cosas. Muchos ejemplos se me vienen a la memoria, aunque quizás el más claro sea el de un conocido presentador español al que acusaron de pederastia infantil en los 90 y que fue apartado por la cadena tan pronto se conocieron las sospechas. Fue absuelto al año y la gente lo recibió con datazos de audiencia en todo lo que hizo después. De acuerdo, pasó un año alejado de la tele y con la sombra de todo aquello encima, fue duro, sin duda alguna, pero peor habría sido aguantar un año de cara al público, por mucho que después fuese absuelto.
Tan solo dos semanas más tarde, y ya retorno a Juan Osorio, el productor volvió a pronunciarse sobre algo parecido… Pero con una idea un pelín contraria. En concreto, se manifestó sobre Eleazar Gómez, que fue detenido hace unos meses tras agredir a su pareja. Por lo que he leído, ha quedado en libertad condicional y parece que no habrá juicio, aunque sí está a la espera de una sentencia que concrete medidas y medios de reparación del daño causado a su expareja, tras una especie de acuerdo entre ambas partes. y Osorio, al hilo de ello, declaró que no le importaría volver a trabajar con él. Vale, Juan. Primero despides a un presunto agresor y luego das esperanzas laborales a otro que ha reconocido públicamente lo que ha hecho. Espérate a que pase un tiempo prudencial y se vea que de verdad hay una voluntad de reinserción en este sujeto, ¿no? Quiero creer que era esto lo que pensaba el productor, pero que a veces no somos capaces de expresar correctamente aquello que pensamos.
En resumidas cuentas, uno, tengamos ideales congruentes, y dos, si hay una causa abierta, está bien que se aparte al trabajador hasta que la justicia resuelva. El público tiene poca memoria y mucha empatía, y aquel que fue apartado pero vuelve como inocente será bien recibido. Y por supuesto, en el caso de la violencia de género, tolerancia cero.
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