Tenía
ganas de volver a ver esta telenovela, por una serie de razones que os expliqué hace unas semanas. En mayo,
coincidiendo con la desescalada, comencé a verla y, a razón de dos capítulos
por día, la terminé hace apenas una semana.
Aunque
sea una telenovela que me trae muchos recuerdos y tenga cierto valor
sentimental para mí, voy a ser lo más objetivo posible en esta crítica que estáis
comenzando a leer.
[¡CUIDADO! Si estás viendo esta telenovela o tienes
pensado hacerlo, quizás no deberías
leer esta crítica, ya que puede contener SPOILERS que hacen aconsejable su
lectura después de haberla visto. De igual modo, advierto de que en los COMENTARIOS de esta crítica puede haber
algún SPOILER].
SINOPSIS
En
la hacienda La Bonita, Rafael (Sebastián Zurita) espera, impaciente, casarse
con Roberta (Jessica Coch), una de las hijas del exitoso empresario Gonzalo
Monterrubio (René Casados). Rafael y Roberta mantienen, desde hace algún tiempo,
un romance secreto, que deja de serlo cuando de él se entera, por casualidad,
la madre de la joven, Fina (Rocío Banquells). Tras intentar convencer a su hija
de que lo deje, pues desea un futuro mejor para ella, Fina se presenta en la
hacienda y mantiene una acalorada discusión con Rafael que termina cuando, en
pleno forcejeo, a ella se le dispara el arma del joven y acaba con él. Sin ser
vista, Fina abandona el lugar no sin antes escribir un par de cartas; una, para
que el entorno de Rafael piense que se suicidó por el desamor de aquella a la
que siempre ha llamado La Bonita y la otra, para que su hija Roberta crea que
Rafael rompió con ella.
Días
más tarde, a la hacienda llega Jerónimo (Juan Soler), el medio hermano de Rafael,
un adinerado empresario radicado en España que vuelve a México para asistir a
la boda de su hermano. En el aeropuerto conoce, por casualidad, a Renata
(Silvia Navarro), la aparentemente hermana melliza de Roberta, y el flechazo es
inmediato. Tras varios días sin noticias de su hermano, Jerónimo descubre,
abatido, que Rafael se suicidó por culpa de aquella misteriosa mujer a la que
todos conocen como La Bonita y se propone encontrarla para vengarse de ella. Su
investigación le lleva a las Monterrubio y, aunque un dije con forma de R y una
fotografía apuntan a Roberta, el testimonio de Fina le convence de que La
Bonita es, en realidad, Renata. Jerónimo y Renata comienzan entonces una relación
y se casan poco después. Sin embargo, pese al gran amor que le tiene a su
esposa, Jerónimo es incapaz de superar sus ansias de venganza y hace pagar a
Renata lo sucedido con su hermano.
El
premeditado testimonio de Fina cambiará la vida de Renata, a quien todos creen
su hija, pero que no es sino la hija de quien fuera su amante, Roberto
(Sebastián Rulli) y la esposa de este, Regina (Lidia Ávila/Julieta Rosen), a
quien se la arrebató veinticuatro años antes, cuando la criatura apenas tenía
un año, con miras a cobrar un millonario fideicomiso que Roberto le había
dejado a su hija legítima.
Romances,
traiciones, mentiras y desengaños se unen en esta apasionante historia en la
que el odio convierte al amor en pecado.
DATOS Y TRÁILER
México.
Televisa, 2010-2011.
181
capítulos.
PRODUCTOR EJECUTIVO: Carlos Moreno Laguillo.
GUION: Martha Carrillo, Cristina García y
Denisse Pfeiffer (adaptación).
DIRECCIÓN: Lily Garza.
Emitida
en México entre el de enero y el 22 de
marzo de 2020.
PERSONAJES Y ACTUACIONES
Silvia
Navarro y Juan Soler encabezan el elenco de esta telenovela convertidos en una
de las parejas con más química de la historia del género, Renata y Jerónimo.
Hace poco Silvia declaraba que esta fue una de las telenovelas en las que mejor
se lo pasó y viéndola en acción no me cabe duda de ello. Más allá de su
complicidad con Juan, Silvia se entrega al máximo en cada escena, con una
naturalidad tremenda y alguna que otra dosis de improvisación que hacen que el
espectador disfrute, se ría y sufra con Renata. Redescubrí a Silvia hace nueve
años, cuando vi esta telenovela por primera vez, ya que de Cuando seas mía vi cuatro cosas. La Navarro me fascinó, hasta el
grado de que, como sabéis, he visto todo lo que ha hecho después en televisión
y muchas cosas de las que ha hecho en cine. Decía Carlos Moreno, el productor,
que es la mejor actriz de México y está claro que desde hace años ocupa un
puesto importante dentro en el Olimpo de las actrices mexicanas.
Silvia Navarro y Juan Soler son Renata y Jerónimo |
Juan
Soler no se queda atrás. Con él también me reencontré en esta telenovela,
después de casi diez años de María Emilia,
que sí vi en su día. Es un actorazo y en Cuando
me enamoro lo demuestra, haciendo incluso que el espectador se compadezca
de Jerónimo pese a las decisiones tan erróneas que toma, poseído por sus ansias
de venganza. Ya os digo que la química entre él y Silvia es antológica.
Renata
y Jerónimo deben enfrentarse a tres villanos que no se quedan cortos en sus
estrategias para separarlos o hacerlos sufrir, como Fina, la supuesta madre de
Renata, esa mujer sin escrúpulos, cínica y en ocasiones con un punto irónico, a
la que da vida Rocío Banquells. No entiendo que tras este papel a Rocío no le
llegaran más villanas como esta, porque se luce y logra sacar el máximo partido
a esta mujer, cegada por la ambición y el hecho de no haber sido amada por
Roberto, aquel hombre a quien ella tanto quiso. Fina ha volcado sus
frustraciones en Renata y ha cincelado entre ella y Roberta, su hija legítima,
una envidia malsana, que lleva a Roberta a buscar ese cariño que su hermana
despierta en todo el que se le acerca y que ella solo pudo despertar en Rafael.
Magnífico trabajo el de Jessica Coch, que tiene una complicidad tremenda tanto
con Rocío como con Silvia.
Fina
y Roberta no son las únicas que causan daño. Junto a ellas se encuentra
Agustín, el vitivinicultor de origen francés que se enamora de Renata nada más
conocerla y se obsesiona con ella tanto como con la uva que Rafael, su vecino,
pudo cultivar en La Bonita. Agustín es un implacable lobo con piel de cordero,
con un punto cínico muy interesante. Lisardo, que no es francés sino
valenciano, da vida a este hombre, un personaje que tampoco entiendo cómo no le
sirvió para seguir haciendo villanos, con la genial labor que llevó a cabo en
esta telenovela, en la que también tuvo un gran feeling con Silvia.
René Casados, Julieta Rosen y Guillermo Capetillo |
La
de Jerónimo y Renata no es la única historia de amor que hay en Cuando me enamoro. Gonzalo y Regina
protagonizan otra, que poco tiene que envidiar a la de los protagonistas. René
Casados y Julieta Rosen dan vida a dos de los personajes más nobles y
bondadosos que tiene la telenovela. Ambos están de sobresaliente, tanto por
separado como juntos, con esta pareja tan bonita. Es curioso, pero esta fue la
única telenovela en la que coincidí con Julieta, una gran actriz que en los
últimos años ha estado un tanto desaprovechada, no así René, que ha tenido algo
más de suerte, en términos profesionales. Sé que lo estoy diciendo de muchos
actores, y lo voy a repetir nuevamente: ¡qué química tuvieron René y Silvia!
Parecían padre e hija de verdad. Y lo mismo le sucedió a Julieta. Y sí, ya que
hablo de Julieta, no quiero dejar de aplaudir el buen trabajo de Guillermo
Capetillo, que da vida a Antonio, el eterno enamorado no correspondido, pero no
por ello villano, un personaje muy bien aprovechado argumentalmente.
Al
de Regina y Gonzalo se suma otro amor adulto, el que mantienen Alfredo Adame y
Lourdes Munguía, quienes interpretan a Honorio y Constanza, los tíos de Renata.
Alfredo es de esos actores a los que siempre es un placer ver en acción y
Lourdes tampoco se queda atrás. Su relación en la historia es muy tierna,
aunque en ella se entrometan tanto el buenazo de Chema (Ferdinando Valencia),
un personaje injustamente maltratado por el guion, pese al muy buen desempeño
de Ferdinando, y la malvada de Blanca (Magda Karina), otra villana que se las
trae. Es bonita la relación entre Honorio y Constanza y también la que surge,
bajo su cobijo, entre Adriana, la hija de Honorio, y Matías, el sobrino de
Constanza e hijo de Gonzalo. José Ron interpretó a este joven, otra bellísima
persona, como su padre, y de Adriana se ocupó en un primer momento Wendy
González, que en el capítulo 50 cedió el personaje a Florencia de Saracho tras
lesionarse una rodilla. Con Adriana me pasó algo muy raro, porque me gustaba
mucho la Adriana de Wendy y me gustó la de Florencia, lo que no me suele
ocurrir cuando se da un cambio de este tipo. Buena química la de ambas con
José, que desde entonces no ha parado de cosechar éxitos como protagonista, lo
que no me extraña, ya que, aunque tenga sus detractores, a mí no me disgusta.
Todos
estos personajes, con la excepción de Agustín, forman parte del universo
cosmopolita en el que se ambienta buena parte de la historia, con la Ciudad de
México como trasfondo. Junto a ella, la telenovela transcurre en Valle de
Guadalupe, en Ensenada, al norte de México. Es allí donde se encuentran otros
personajes, con tres parejas que acompañan la historia de Jerónimo y Renata.
Yolanda Ventura, Luis Gática y Odiseo Bichir |
Una
de ellas es la de Lázaro y Karina, a quienes dan vida Luis Gatica y Yolanda
Ventura, con un amor que viene del pasado y que retoman, no sin obstáculos,
encarnados en el doctor Álvaro Nesme, el marido de Karina, de quien se ocupa
Odiseo Bichir, esposo en la vida real de Yolanda. Aunque argumentalmente la
historia de Lázaro y Karina se mueve en distintos ritmos, hasta estancarse en
algún momento, Luis y Yolanda convencen a base de ternura y de una entrega
impresionante, como demuestran en escenas que unas veces son bonitas y otras,
muy duras. Gran trabajo el de ambos y el de Odiseo, un villano espectacular que
muestra la degradación de un tipo bien posicionado por culpa del alcohol y los
celos.
La
segunda de esas parejas es la que forman Carlos de la Mota y Grettell Valdez,
como Carlos y Matilde. Está claro que solo el amor puede unir a dos personajes
tan diferentes y que hagan una pareja tan bonita, aunque con menor recorrido
argumental que la de Lázaro y Karina. Carlos de la Mota no hace un mal trabajo,
aunque me gustó más en otras telenovelas, como Destilando amor o Corazón
partido. No sé, aquí lo vi con una entonación muy forzada, solo justificada
si su personaje fuese extranjero, lo que no era el caso. Grettell está de diez
en la que es la única telenovela suya que he visto.
Hablaba
de tres parejas y la tercera y última, con sus idas y venidas, es la que
conforman Ezequiel y Alfonsina, los capataces de las haciendas Cruz de Amor y
La Bonita. Muy bien tanto para Alejandro Ruiz como para Aleyda Núñez, los
artífices de esta relación que también se ve torpedeada por el doctor Nesme y por
Agustín.
Martha Julia interpreta a Marina |
En
Valle de Guadalupe se encuentran otros personajes y me vais a permitir que me
detenga en uno que llega al pueblo hacia la mitad de la historia, Marina
Sepúlveda. Martha Julia brilla en la piel de esta doctora, una mujer racional y
honesta, quizás demasiado, que se convierte en un personaje clave en la
historia de Renata y Jerónimo. Es imposible no sentir un profundo cariño por
esta doctora, gracias al magnífico trabajo de Martha Julia, que la lleva de una
forma muy natural, totalmente alejada de sus villanas, como la mítica Isadora
de Destilando amor. Lo pensé en 2011
y lo sigo pensando hoy; no entiendo por qué Martha Julia nunca ha
protagonizado, porque es una grandísima actriz que se luce con villanas, buenas
cuasiprotagonistas como Marina y hasta en los papeles secundarios, como el que
tuvo en A que no me dejas. Ojalá
alguien le dé esa más que merecida oportunidad.
El
elenco de esta telenovela es inmenso y en él figuran grandes actores y
actrices, como Olivia Bucio, el fallecido Antonio Medellín e Irma Dorantes, los
tres muy ligados a Regina y su historia; la también desaparecida Yolanda
Mérida, como Manuela, la cocinera de La Bonita, y Hugo Macías Macotela, como el
padre Severino, el cura de Valle de Guadalupe. Junto a ellos, ocupan papeles
secundarios distintos actores que llevaban ya unos años de trayectoria en el
género, como Jackie García o Ilithya Manzanilla, y otros que acababan de
comenzar, como unos jovencísimos Jesús Moré, Sachi Tamashiro y Pablo Cruz
Guerrero.
[PERSONAJES
Y ACTUACIONES: 2/2]
TRAMAS
Cuando me enamoro se construye, argumentalmente
hablando, a partir de dos pilares: el robo de la hija de Regina por parte de
Josefina y el asesinato de Rafael a manos de esta última, con las ansias de
venganza desatadas de Jerónimo. Vinculadas a uno de estos dos pilares surgen
infinidad de tramas y algún que otro alargue para rellenar 181 capítulos, ahí
es nada.
Fina y Roberta, confabulando contra Renata y Regina |
Personalmente,
no sé por cuál de esos pilares decantarme. Disfruté muchísimo de las andanzas
de Fina para con su odiada Regina Soberón y de la bonita relación que surge,
por casualidades de la vida, entre Regina y Gonzalo, el marido de Fina. Siempre
defendí que las telenovelas debían abrirse a amores serenos, sosegados y
maduros, como el que surge entre Gonzalo y Regina, aunque para el espectador
suela ser más atractiva una historia pasional, con mentiras y una venganza de
por medio, como la que une a Jerónimo y Renata. Estas dos tramas, entorpecidas
puntualmente por Fina, Roberta y Agustín, son la esencia de la telenovela, dos
tramas muy bien adaptadas de la original, con un desarrollo libre, pero
congruente, a partir del capítulo 40. El asentamiento de estas tramas centra
los primeros capítulos, en los que los diálogos son magníficos… y en cierta
forma, premonitorios. Es precioso escuchar a Rafael decirle a Roberta que
“primero me matan, antes de separarme de ti”. También tiene su punto que
Jerónimo le diga a Lorea, su novia al inicio de la telenovela, que “una
relación jamás puede basarse en la mentira”.
Pese
a ser ejes fundamentales de la historia, estas dos tramas tienen sus aciertos y
fallos. En el caso del robo de la hija de Regina, sorprende que esta reconozca
a Renata como su hija, tras haber visto un retrato robot de cómo sería en la
actualidad la niña que le robaron, pero lo olvide y se llene de dudas, hasta
conocer, para mi gusto muy tarde, que Renata es, en efecto, su hija. Eso sí, la
escena de la anagnórisis entre madre e hija es, sencillamente, preciosa.
Agustín (Lisardo) se obsesiona con Renata desde que la conoce |
Me
gusta mucho, yendo a la otra trama, el comienzo tan valiente que tiene el amor
entre Jerónimo y Renata, con esta dejándolo todo por él y una nueva vida que se
convierte en toda una decepción. Aplaudo que Renata sea mucho más valiente que
la protagonista de La mentira y coja
sus cosas y se marche de la hacienda, sin dudarlo un segundo, y se plantee desde
el primer instante el divorcio. Cómo se reconduce esa situación hasta volver a
hacer que Jerónimo y Renata estén juntos de nuevo es otro de los puntos a favor
de la telenovela, con la llegada de Marina y el mayor peso que toma Agustín,
ese lobo con piel de cordero que llega incluso a engatusar a una Renata en
horas bajas.
En
torno a estos dos pilares, como os explicaba hace unas líneas, brotan decenas
de tramas. Repasarlas todas es inviable, porque haría de esta crítica algo
larguísimo, así que voy a quedarme con algunas, aquellas que merecen un
comentario, positivo o negativo. Es el caso, por ejemplo, de la relación entre
Constanza y Honorio, otro amor sereno y maduro, perturbado por Blanca y, en
menor medida, por Chema. Decía en el anterior apartado que este es uno de los
personajes más maltratados de la historia del género, y es así. Chema se
enamora de Constanza y, en el momento en que todo apunta a que vivirán un
bonito romance, rompiendo con la barrera de la edad, las expectativas se
desvanecen y Chema queda por ahí, sin que sepan muy bien qué hacer con él,
hasta inventarle lo que le inventan y ese final que tiene. Es muy triste,
porque Chema, junto a Constanza, pudo haber dado muchísimo juego y al final se
quedó en nada y acabó incluso entorpeciendo otras relaciones, como la de Matías
y Adriana, que también me gustó mucho.
José Ron y Florencia de Saracho dan vida a Matías y Adriana |
Menos
madura y serena, es otra relación, la que recuperan Lázaro y Karina,
entorpecida por Álvaro, el peligroso exmarido de ella. Me gustó, pese a que le
dan vueltas y más vueltas y a que Karina tarda en desenamorarse de Álvaro,
influida seguramente por su demasiado rancia moral cristiana, que le lleva
incluso a llorarle y guardarle luto cuando lo cree muerto, pese a que él la
había maltratado, violado y le había sido infiel.
Una
última historia de amor que me gustó mucho es la de Carlos y Matilde, aunque le
sobran cosas, como el alargue final con la llegada de una enóloga exnovia de
Carlos o la tontería de la maldición de Matilde, una superstición muy absurda
que rebaja al personaje y a quienes creen en ello.
Me
sobra completamente una trama que es muy dura, la del hijo de Inés e Isidro,
enfermo de leucemia, y que está metida un poco a calzador para narrar una
historia real, la de una asociación que lucha para mejorar el bienestar de los
niños enfermos de leucemia y otras enfermedades graves. Me parece genial que
quisieran compartir con los espectadores esta historia, pero podían haber hecho
un documental y sacarla de la telenovela, pues ralentiza otras tramas y aportar
aporta tan poco que el niño enfermo desaparece, literalmente, cuando comienza a
recuperarse, limitándose a aparecer unos instantes en el capítulo final.
La boda de Renata y Jerónimo marca el final del remake |
En
general, y pese a algunas de las cosas que os acabo de comentar, Cuando me enamoro tiene buen ritmo,
tanto en la parte que es puramente un remake
de La mentira, hasta el capítulo 40,
como en la parte original. Sin embargo, fue concebida para 130 capítulos… y
acabaron siendo 181, lo que se traduce en un alargue que llevó a meter nuevos
personajes y tramas en los últimos cuarenta capítulos. Acertaron con Aníbal y
Allison, esa joven pareja interpretada, respectivamente, por Eleazar Gómez y
Geraldine Galván, pues supieron integrarlos en La Bonita y en muchas de las
cosas que les pasan a Jerónimo y a Renata en la recta final de la telenovela.
También fue un acierto la 'reconversión' de Antonio, que le permite seguir
aportando cosas en ese alargue. No está mal la llegada de Germán a las empresas
Monterrubio y todo lo que desata con Roberta. Se equivocaron, en cambio, con la
enóloga amiga de Carlos y con Saúl, el exnovio de Marina. Me hizo gracia que
Marina llega al pueblo afirmando que lleva muchos años sola, sin encontrar el
amor, y que luego aparezca este tipo, con el que había convivido durante un
tiempo. La trama de Constanza y la bebé tiene su punto, o por lo menos no
estorba tanto como otras. Sin ser parte estricta del alargue, pero coincidiendo
más o menos con él, agradezco ese crossover
con En nombre del amor, encarnado en
el ahora obispo Juan Cristóbal.
Juan y Silvia, en una escena de los últimos capítulos |
Con
todo y alargue, Cuando me enamoro
termina por todo lo alto, dosificando muy bien los acontecimientos, de una
forma un tanto circular, pues conecta con el inicio, y haciendo que, una vez
terminada, aún cuando se ve por segunda vez, se eche de menos. En 2011 tuve
algo así como un síndrome post Cuando me
enamoro que me duró un par de meses y ahora mismo estoy metido en otro, que
espero que no me dure tanto. Agradezco haberla visto por mi cuenta esta segunda
vez, pues pude comprobar que algunas tramas, como las del alargue, no son tan
pesadas como las recordaba, ya que cuando la vi en 2011 lo hice en Nova, que
durante el último mes y medio apenas emitía veinte minutos diarios. Recuerdo
también que de aquella hubo quienes pidieron una segunda temporada, en una
época en la que no había segundas temporadas… Hoy, muy probablemente, lo
habrían estudiado.
Suelo
terminar este apartado con cosas extrañas y por muy buenos recuerdos que tendré
siempre de esta historia, debo ser objetivo y reconocer unas cuantas meteduras
de pata argumentales. La más evidente es la detención, absurdísima, de Roberta,
con después de que Jerónimo, sin prueba alguna, la acuse de la muerte de su
hermano Rafael. Me hace mucha gracia también lo desastrosas que son las bodas
en esta telenovela, porque ni una sale bien, algo que comentan incluso Honorio
y Constanza en un momento dado. No entiendo, al hilo de las bodas, que todos se
casen por la iglesia primero y por lo civil después. Creo que en México es como
en España, que si te casas por la iglesia lo haces también por lo civil, salvo
los famosos que viven de exclusivas. Solo la segunda fallida boda de Jerónimo y
Renata tendría su lógica, ya que se quieren casar por lo civil en un momento en
el que están divorciados pero su matrimonio eclesiástico sigue vigente.
Dos
curiosidades más, una, que a Blanca la policía la llama Monique y Dominique,
sin distinción alguna, pese a que ella utiliza para ocultarse el segundo
nombre; otra, que los Monterrubio son clientes del Banco Humanitario, un nombre
que es curioso y casi una contradicción en sí mismo, aunque igual hace diez
años los bancos tenían más humanidad que ahora. Por cierto, es muy absurdo que
Josefina se lleve al Humanitario el dinero que logra de chantajear a Regina… El
dinero ilícitamente obtenido, siempre debajo del colchón para que no lo
controle nadie… ¡Es de primero de delincuencia!
[TRAMAS:
3,8/5]
MÁS COSAS
Gracias
a esta telenovela descubrí hace una década lo bonita que es Baja California.
Las localizaciones, repletas de viñedos, bodegas y haciendas vitivinícolas son,
sin duda, una de las grandes bazas de esta historia, aunque para los más observadores
nos resulte extraño que los viñedos una vez estén verdes y frondosos, a la
siguiente estén sin hojas, y, de repente, unos capítulos después, vuelvan a
estar cargados de uvas. Es lo que tiene rodar en diferentes momentos del año,
con un plan de secuencias que quizás no estaba todo lo definido que debía
estar.
Viñedos de la hacienda El Porvenir, Cruz de Amor en la historia |
El
acierto de las localizaciones no implica que los decorados se queden atrás,
porque para lo que había en 2010, Cuando
me enamoro tiene unos decorados cuidadísimos, hasta los detalles más
nimios. Se nota, además, que el presupuesto fue subiendo, porque en la casa de
los Monterrubio y en el interior de La Bonita van apareciendo nuevos detalles
conforme avanza la telenovela: jarrones, esculturas, plantas, suelos nuevos…
Cuidaron mucho los decorados importantes, por así llamarlos, pero no tanto los
que no lo eran, donde sí se ve el cartón, como los bares o las cafeterías que
recrean siempre con las mismas paredes, cambiándolas de color, y las mismas
sillas y mesas. Lo mismo ocurre con las habitaciones de hospital. Había
presupuesto, pero igual no tanto.
También muy cuidado se encuentra el vestuario. En su día, en la página de la telenovela en Esmas explicaban que los responsables de vestuario habían estudiado a fondo a cada personaje para vestirlo con tonos acordes a su personalidad y se nota mucho. De esta forma, y por poner tres ejemplos, Renata traslada su calidez a través de tonos vivos, agradables; Constanza, tan dulce ella, casi siempre viste o de rosa o de blanco, y Fina, todo lo contrario, va normalmente con tonos oscuros, símbolo de su carácter frío y vengativo.
También muy cuidado se encuentra el vestuario. En su día, en la página de la telenovela en Esmas explicaban que los responsables de vestuario habían estudiado a fondo a cada personaje para vestirlo con tonos acordes a su personalidad y se nota mucho. De esta forma, y por poner tres ejemplos, Renata traslada su calidez a través de tonos vivos, agradables; Constanza, tan dulce ella, casi siempre viste o de rosa o de blanco, y Fina, todo lo contrario, va normalmente con tonos oscuros, símbolo de su carácter frío y vengativo.
La
musicalización es otro punto a favor de esta telenovela y de todas las que
produce Carlos Moreno, gracias a Christian Moreno e Israel Jurado, con temas
como el principal, del mismo nombre, que cantan a dúo Enrique Iglesias y Juan
Luis Guerra. Guerra es también el intérprete de Mi bendición, el tema de Lázaro y Karina. Manuel Carrasco aporta
varias canciones, como Y ahora, para
Regina y Renata, y Antes de ti, Porque, Por eso si te vas y ¿Qué nos está pasando?, para las distintas etapas de la historia de
Jerónimo y Renata. Entre los descubrimientos musicales que me deja la
telenovela me quedo con Miguel Inzunza y sus Cosquillas al cielo, una balada preciosa que acompaña al personaje
de Marina, y Erik Rubin con No para de
llover, un tema más pop que va ligado a Matías.
La
realización, es, a grandes rasgos, bastante buena y falla únicamente en las
escenas de riesgo, en las que utilizan dobles, con pelucas y demás atavíos, y a
veces se nota mucho. Más allá de esto, fueron unos adelantados a su tiempo con
algunos recursos como el correo electrónico visible en pantalla, que me parece
chulísimo, las letras en gran tamaño y en 3D insertadas en las transiciones de
lugar, o el multicámara en determinadas escenas.
Renata es una de las que prueba el correo visible |
En
general, y no solo por lo esto que os acabo de comentar, si se pusiese a
alguien a ver esta telenovela, sin decirle nada, ese alguien, casi seguro,
pensaría que si no es actual está cerca, porque aunque tiene diez años los
tiene muy bien llevados, a nivel de imagen y realización y en las propias
tramas, en las que se habla de Twitter, de los Ipods y todo el mundo tiene una
Blackberry, el antecedente de nuestros smartphones
actuales, con un chat entre usuarios al más puro estilo del Whatsapp que
tenemos hoy. Yo nunca la tuve, nunca me gustaron, pero anda que no fardaban
poco los que tenían una Blackberry hace diez años y los millones se que
vendieron.
Ha
sido un placer volver a disfrutar durante cuatro meses de esta telenovela que
tan buenos recuerdos me trae. Tenía miedo a que un segundo visionado hiciese
que cambiase mi opinión sobre ella, pero no ha sido así, e incluso me ha
permitido disfrutar de tramas que recordaba más lentas, por los ajustes de
duración a la que la sometió Nova en su recta final. Un elenco brillante,
encabezado por Juan Soler y Silvia Navarro, una realización de notable alto o
sobresaliente y un esquema argumental amplio, pero sostenido en dos grandes
tramas, hacen de esta una telenovela muy recomendable, tanto para quienes han
visto La mentira como para los que
no, porque, como insistía hace unas líneas, el remake llega hasta el capítulo 40, el resto es una historia
original.
PUNTUACIÓN
FINAL: 8,5
Comentarios
Estoy de acuerdo contigo. Es una telenovela que se disfruta viendo, pese al tiempo y al haberla visto en su día. Cuando la emitió Nova en el pase anterior, me enganché de nuevo. Se descubren muchas cosas que comentas y que ya te dije en su momento que se me habían pasado. En gran medida funciona, bajo mi punto de vista, por lo bien perfilados que están los personajes principales. Y qué decir de las canciones. No es una telenovela perfecta, pero tiene algo que deja huella.
Saludos
Es una de mis favoritas con una de las parejas que más me gustan. El personaje de Fina está en muy buenas manos y la actriz hace lo que quiere con el personaje. Yo suelo aborrecer a los villanos, no me gusta el mal, pero con Fina hasta me reía en ocasiones por su vena irónica y cínica.
La banda sonora es la mejor, pocas la superan para mi gusto. Carlos Moreno tiene una forma especial de narrar que me gusta dividiendo la pantalla con diferentes acciones y situaciones que agilizan la narrativa. Es de mis productores favoritos. Estoy esperando saber más de la nueva historia que prepara.
Yo la he visto varias veces y tengo personajes favoritos como el tío Honorio, ya que todo el mundo debería tener uno como él: o el cura que está magistralmente llevado por Macías Macotela; o Marina una de las mejores tercera en discordia. Con este personaje me pasa como con Miriam en "Amor bravío", quiero un final alternativo para que fuesen felices por completo.
No quiero cansar más porque me encanta esta historia.
Un saludo.
@Altair... Totalmente de acuerdo. Los personajes están hechos para enganchar, aun cuando no dejan de ser prototipos de dos bandos, los buenos buenísimos y los malos malísimos. El único que tiene ciertos matices es Jerónimo, por todo lo que comporta la venganza por la muerte de su hermano. Se le nota en eso la esencia de telenovela clásica que ya envolvía a "La mentira" y que aunque hoy ya no se vea tanto, sigue funcionado en las pocas telenovelas de corte clásico que se producen.
@Jade... Silvia se luce. Se le nota que le dieron carta blanca para improvisar y hacer lo que le diese la gana y vaya si lo hizo. Me encanta en esta telenovela.
@Lucía... Fina tiene un punto que a veces llega a rozar lo cómico, es verdad. Esos parlamentos que reproducen las burradas que se le pasan por la cabeza, por ejemplo, son una delicia.
Coincido contigo en lo de la BSO y en nuestro gusto por Carlos Moreno y sus producciones. El recurso de la pantalla partida agiliza y en sus últimas telenovelas lo ha cuidado bastante, eliminando fondos como los que aparecían en "Cuando me enamoro" o "Amor bravío", que podían sacarte un poco de contexto. A ver con qué nos sorprende en esa original que está preparando y que por ahora se llama "Fuego ardiente".
Voy a confesarte que lloré como una magdalena la primera vez con el final de Marina. No me lo esperaba, no había visto ni leído nada al respecto y fue un mazazo... Y sí, volví a llorar esta segunda vez, aun cuando lo sabía. Con Miriam me temí un final parecido, pero afortunadamente no fue así.
Un saludo!
Esta novela es un champurrado de la mentira, bodas de odio, y lo que se les ocurrió.
La historia central pierde fuerza y ritmo, con muchas historias entrelazadas, y mal justificadas.
Antonio Medellín, Olivia Bucio, Guillermo Capetillo, Odiseo Bichir, Irma Dorantes y Julieta Rosen, totalmente desperdiciados...
Muchas historias calzadas a fuerza, y eso pasa cuando reescribes sobre una magnífica historia como lo es " la mentira ", para darle otro aire...
Silvia Navarro con un pelucon tieso y quemado, y una risa forzada de espanto, ni por asomo logra la interpretación de Kate del Castillo, y Roberta no le llega a Karla Alvarez...
Guy Ecker y Juan Soler? Mmmmm
No. Hay grandes historias, que no necesitan reescribirlas, son tan buenas que el público quiere ver la original, y depende de los actores y directores regalarnos una interpretación soberbia, no una novela llena de paja, con un super elenco, que al final se queda solo de relleno.....