Si algo tenemos los seguidores de este género es una gran imaginación que nos
lleva a querer que el amor triunfe siempre. Esta historia es tan real como la
vida misma y se la debéis al confinamiento, gracias al cual devolví a la vida
un ordenador de hace mil años en el que me topé con una serie de archivos .txt
en los que se grababan las conversaciones de un programa tristemente
desaparecido: Windows Messenger.
En
las siguientes capturas vais a ver trocitos de mis conversaciones con S, un
buen amigo al que tengo un poco perdida la pista. S estaba enamorado de A, otra
buena amiga, a la que sí que tengo más localizada, y me lo había comentado en
confianza. No sabía cómo actuar, porque S era un poco personaje y A estaba
saliendo con O. En estas conversaciones, G soy yo, obviamente. Corría julio de
2011 cuando hablábamos de A, que se había marchado a Londres una temporada. Ojo
a la táctica telenovelera que le recomendaba seguir a S para conquistar a su
amada A:
“Tenías
que haber quedado con ella… Cuanto más amigos seáis, mejor, así cuando corte
con el otro o viva una crisis, podrás actuar […] Es la táctica Agustín Dunant”,
le aconsejaba un servidor. Que quede claro que no tenía ni tengo problemas para
distinguir entre realidad y ficción y que esta y otras chorradas absolutas que
vais a leer en los siguientes mensajes son marca G, o sea, vaciladas y
disparates tremendos que suelto y a los que mis amigos están acostumbrados. Sigue
la conversación y S planea rendirse en su conquista a A. Atención a lo que le
suelto:
“No,
no hay que rendirse… El Mañana es para
siempre y En nombre del amor se
cometen numerosas locuras”… ¡Toma ya! Reconozco que tuve una época en la que me
molaba mucho meter títulos de telenovelas cuando podía, así camufladitos entre
mis chorradas. Días después, volvíamos a hablar sobre A, quizás la única en la
que le di un consejo sensato, que le dejase un comentario en su muro de Tuenti…
¡Jo, qué vintage!:
Vaya
si S estaba negativo, pero aun así, me hizo caso y le puso el comentario, pero
nada, seguía estando negativo:
“Yo
la quiero, pero ella no me querrá”, lamentaba al día siguiente.
Tengo
muchas conversaciones más, pero no quiero aburriros, así que os voy a spoilear el final de esta historia: A
supo que S estaba enamorado de ella, aunque él nunca se lo dijo, porque le
llegó a través de otra amiga. A no rompió con O, pese a que S le despertaba
cierto interés. Podrían haber tenido algo, pero nunca tuvieron nada. Cosas de
la vida.
Dos
hechos irrefutables deja esta historia real: uno, que nunca hay que callarse
nada en o que al amor se refiere, y dos, que me sigue gustando hacer el
idiota, sí, como ya lo hacía hace nueve años. Bromas aparte, y esto es un
consejo para los y las jóvenes, intentar guiarse por lo que veáis en
telenovelas, series o películas cuando se trata de amor.
Tomando
la experiencia como base, os digo que vale más dejarse llevar, sin planes ni
estrategias, sin silencios, sin que lo comentéis con amigos imbéciles como ese
G, que a menudo entorpecen más que aportan. Podría deciros que es también
esencial, para mí, hablar con la verdad siempre y que haya la máxima
transparencia, que no se oculte nada, ni que veis telenovelas. Yo se lo dije a
los veinte minutos de conocerla.
Comentarios
Voy a rizar un poco el rizo... ¿Y qué pasa si "eso que solo pasa en las telenovelas" acaba pasando también en la vida real?
Para mí, que soy aristotélico al 100%, la ficción es mímesis de la realidad, así que la realidad, aunque puede que solo sea a veces, tiene que parecerse sí o sí a la ficción.
Un saludo!