Se me va mucho la olla, es así, desde siempre. Soy una persona que tiene lapsus e
interferencias de mi subconsciente, como yo las llamo, casi continuamente,
porque muchas veces mi cerebro va por un camino y mi lengua o mis dedos, por
otro. Así empezaba hace unos días un correo electrónico:
No,
no estaba escribiendo a Aracely Arámbula, sino a otra Araceli que conozco, que
nada tiene que ver con el género. No me di cuenta y le escribí su nombre con
una y que no le corresponde, porque
mi subconsciente me traicionó con la Arámbula. Me quise morir cuando me di
cuenta, porque sí, me percaté de ello cuando la propia Araceli me escribió
para, amablemente, recordarme esto:
¡Qué
vergüenza y qué rabia me dio! Le expliqué lo que me había pasado, que
conocía a otra Aracely, con y, y que se me había ido la pinza.
No
pasó nada, porque hay confianza, pero no fue así cuando, a finales del año
pasado, me reuní con otra mujer. El caso es que se me presentó y no sé por qué,
pero imagino que por influencia de las Isadoras que he visto en las
telenovelas, me quedé con que se llamaba así, Isadora. Como habréis notado, me
gusta dirigirme a la gente por su nombre, así que, en el transcurso de aquella
reunión, yo la llamaba Isadora y hacia la tercera o cuarta vez, veo que ella me
para y me dice, toda seria, lo siguiente: "Disculpa, pero soy Isidora, no Isadora". ¿Conocéis Ahora caigo, ese concurso con trampillas
que se abren cuando los concursantes fallan? Pues yo hubiera deseado tener una
trampilla de esas justo debajo de mí, abierta, por supuesto. Tuve que pedirle
disculpas.
Un
poco antes de aquello, en septiembre, me pasó algo parecido a lo de Aracely,
solo que me di cuenta antes de mandar el correo. Tenía que ponerme en contacto
con una Talía y había comenzado a escribir un "Buenos días, Thalía",
con la h de la cantante y actriz.
Otra traición del subconsciente, aunque en este caso el consciente salió al
rescate.
Son
tres ejemplos de algo que me pasa muy a menudo. Tengo para aburrir, con cosas
de las telenovelas y otras que no tienen nada que ver, fruto no sé si de falta
de memoria para los nombres, de falta de concentración, de un subconsciente que
va a su bola, o de las tres cosas juntas.
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