Un año más, y ya van siete, sigo siendo fiel a mi cita anual con El Señor de los Cielos. El pasado 1 de
febrero comenzaba a ver la séptima temporada de esta producción de Telemundo y
Argos, una temporada diferente que, para bien o para mal, marca un antes y un
después en la historia de los Casillas. Verla me llevó menos de dos meses, y a finales
de marzo la concluí. Aquí comienza mi crítica de la T7 de El Señor de los Cielos.
[¡CUIDADO! Si estás viendo esta telenovela o tienes
pensado hacerlo, quizás no deberías
leer esta crítica, ya que puede contener SPOILERS que hacen aconsejable su lectura
después de haberla visto. De igual modo, advierto de que en los COMENTARIOS de esta crítica puede haber
algún SPOILER].
SINOPSIS
Amado
Casillas (Matías Novoa) permanece desde hace un año privado de libertad en una
pequeña celda, custodiado por un buen número de agentes. Su destino más
inmediato pasa por ser extraditado a los Estados Unidos para cumplir condena,
pues así lo solicita desde la DEA Joe
Navarro (Guy Ecker), que confía en que Amado pague por sus crímenes. Mientras
tanto, lejos de allí, su hermanastro Aurelio (Rafael Amaya) sigue sin
recuperarse del coma en el que entró tras ser atacado por Milton Jiménez, El Cabo (Robinson Díaz). La situación de
ambos Casillas preocupa a la familia y en especial a Diana (Isabella Castillo),
Rutila (Carmen Aub) e Ismael (Iván Arana). Los tres se deciden a rescatar a
Amado antes de que sea trasladado a los Estados Unidos. El éxito de su plan se
ve ensombrecido por una triste noticia: Aurelio fallece tras haberle sido
aplicado un tratamiento con el que la familia buscaba despertarlo del coma.
Sin
Aurelio, los Casillas se verán obligados a demostrar que la familia unida puede
con todo, en especial con quienes tratarán de aprovecharse de la situación para
introducir nuevas drogas en el mercado y enterrar lo que queda del viejo cártel
de Sinaloa, fundado años atrás por Aurelio y su hermano Víctor. Entre esos
nuevos enemigos se encuentra el líder del cártel de los Balcanes, Renzo Volpi
(Nacho Fresneda), acompañado de su secuaz, el agente de la CIA Baltasar Ojeda
(Eduardo Santamarina), y Pío Valdivia, el nuevo alter ego de Milton Jiménez.
DATOS Y TRÁILER
México y
Grecia. Telemundo y Argos, 2019.
75
capítulos.
PRODUCTORES
EJECUTIVOS: Mónica
Francesca Vizzi, Mariana Iskandarani y Marcos Santana.
GUION: Luis Zelkowicz, Juan Manuel Andrade,
Iris Dubs, Carmina Navarro y Luis Felipe Ybarra.
DIRECCIÓN: Sergio Osorio, Jorge Ríos y Mauricio
Corredor.
Emitida
en Estados Unidos entre el 28 de octubre de 2019 y el 31 de enero de 2020.
PERSONAJES Y ACTUACIONES
Los Casillas, en una imagen promocional |
Matías
Novoa encabeza el elenco de esta séptima temporada convertido de nuevo en
Amado, bueno, en un nuevo Amado, si me permitís el juego de palabras. El de
ahora es Amado Casillas; atrás queda Amado Leal, El Águila Azul, aquel hombre vengativo que conocimos hacia la mitad
de la sexta temporada. El nuevo Amado es más humano, con
sus defectos y sus virtudes. Amado se revela esta temporada como un gran
estratega y mucho mejor negociante que su hermanastro Aurelio, pues no en vano
fue agente de la CIA. Quizás ahí radica la mayor diferencia entre ambos
Casillas, en la formación que tiene Amado y que no tenía Aurelio; el
conocimiento del enemigo permite a Amado aliarse con él hasta el grado de
colaborar estrechamente con quienes hasta no hace mucho perseguían a los
Casillas. Me ha gustado el cambio del personaje y me ha gustado mucho Matías.
Me alegro de que le vaya bien en Telemundo, donde no ha parado de trabajar
desde que llegó hace un par de años para protagonizar Enemigo
íntimo.
Junto
a él se encuentra Isabella Castillo, que vuelve a brillar en la piel de Diana
Ahumada, una mujer tan astuta como decidida, cuando de hacer negocios y
proteger a su familia se trata. Es impresionante la química tan bonita que
tienen Matías e Isabella, que no en vano son marido y mujer en la vida real. Eso
sí, yo habría explotado un poco más ese feeling
esta temporada.
Robinson Díaz se convierte en Pío, alter ego de El Cabo |
Amado
y Diana han sido objetivo de distintos enemigos de los Casillas, aunque por
encima de todos ellos ha brillado uno: Pío Valdivia. Genial el golpe de efecto
que han dado convirtiendo a Robinson Díaz en el polo opuesto de El Cabo, un
personaje que perfectamente podría pasar por nuevo, de no ser por pequeñas manías que lo delatan, como su
odio a los Casillas. Magnífico trabajo, una vez más, el de Robinson, que se le
nota que lo pasa en grande en la piel de este tipo tan peculiar, obsesionado
con acabar con los Casillas y que de momento lleva alguna que otra victoria en
su marcador. Junto a él, esta temporada también ha brillado Eduardo
Santamarina. No entendí muy bien su personaje, cuando llegó a finales de la
temporada pasada, pero en esta me ha fascinado, aun cuando es el personaje más
vomitivo que he visto en los veinte años que llevo viendo telenovelas. ¡Qué ser
más asqueroso! Creo que es lo más bonito que se le puede decir a Eduardo de un
personaje que lleva más que bien y que seguramente le habrá dado algún que otro
quebradero de cabeza, porque el público muchas veces no distingue entre actor y
personaje.
Un
tercer villano, desaprovechado para mi gusto, ha sido Renzo Volpi. Nacho
Fresneda ha hecho un trabajo de diez, con un personaje que pudo haber dado
muchísimo más juego del que finalmente dio, al estilo del Tony Pastrana de
Emmanuel Esparza de hace un par de temporadas.
Todos
estos villanos tienen un objetivo común: los Casillas. En la familia siguen
Carmen Aub, como Rutila, e Iván Arana, como Ismael. Nada que reprochar a
ninguno de ellos, aunque el guion de esta temporada haya dejado a Rutila un
poco al margen. También sigue la inigualable Lisa Owen. Siempre es un placer
verla y sobrecoge las escenas que se marca en estos capítulos, en las que es
inevitable soltar alguna que otra lagrimilla. A la familia vuelve Luzma, la
hija menor de Aurelio y Ximena, aunque encarnada por Renata Manterola y no por
Gala Montes.
Renata Manterola es la nueva Luzma |
Después de ver en este personaje a Gala durante dos o tres
temporadas, cuesta acostumbrarse a Renata, que aun así pone todo de su parte
para que el espectador no note el cambio, pero, insisto cuesta no acordarse de
Gala. No soy partidario de estos cambios, aunque insisto, Renata no tiene culpa
alguna y su trabajo es impecable. Simplemente, son las circunstancias.
Los
Casillas no solo tendrán que lidiar con sus enemigos, también con las fuerzas
del orden. Me gusta que hayan mantenido al cuarteto de la anterior temporada,
integrado por José Sedek (Bernardo Castillo), Guy Ecker (Joe Navarro), Daniel
Martínez (Guillermo Colón) y Karla Carrillo (Corina Saldaña). Es un placer
verlos en acción, especialmente cuando trabajan los unos con los otros, porque
tienen una química tremenda, fruto precisamente de llevar trabajando juntos un
par de temporadas. Nunca me cansaré de alabarlos y de destacar, especialmente,
lo mucho que ha crecido Karla como actriz desde que la conocí hace tres años en
El
Chema.
El
elenco de esta séptima temporada se completa con infinidad de personajes
secundarios, unos nuevos y otros, viejos conocidos. Entre los nuevos me quedo
con el gran descubrimiento de la temporada, Julián Román, que interpreta a Joaquín
Estrella, el socio de Pío en sus negocios, todo un personajazo muy bien llevado
por este actor colombiano, al que no conocía.
Julián Román es el licenciado Joaquín Estrella |
Estrella llega, además, muy bien
acompañado a la historia, junto a su mujer Violeta, a la que da vida Danna
García. Un placer reencontrarme con ella, aunque al personaje se le pudo sacar
más partido a nivel de guion. Ojalá Danna vuelva a Telemundo y a protagonizar,
que se la echa de menos.
La
anfitriona de este matrimonio en México es Evelina, la esposa de Pío. Ninel
Conde repite como esta mujer tan peculiar, con la que es inevitable no reírse.
Estupenda, Ninel.
Dejando
lo cómico aparte, en el ámbito político-militar repiten también Dayana Garroz,
como la comandante Ámbar Maldonado, simplemente, espectacular; Roberto Escobar,
como el comandante Valdés, genial con su acento cubano y Marisela Berti, como
Edith, con más peso argumental que en la temporada anterior, lo que le permite
lucirse mucho más. En torno a estos personajes aparece uno nuevo, Rita, una
inmigrante venezolana encarnada por la gran Coraima Torres. Ojo a la progresión
de Rita en la historia, al juego que ha dado y al que podrá dar en una eventual
octava temporada. Me encanta Coraima, ya lo sabéis.
Más
cerca de los Casillas se encuentran Alejandro López, que sigue siendo El Súper
Javi, esta vez con una trama muy penosa, que hace que lleguen a la historia las
actrices colombianas Mabel Moreno y Ángela Jurado. Buen trabajo el de ambas,
como madre e hija, aunque su trama y conexión con El Súper Javi es de lo menos
potente que han inventado en estos siete años de telenovela. También por aquí
vuelven a andar Alberto Guerra y Fernando Noriega, como El Chema Venegas y El
Rojo. Continúan, además, dos parientes de los Casillas: Esther y Berenice
Ahumada, ambas con un interesante recorrido argumental. Espectacular el trabajo
de Claudia Lobo (Esther) y no menos el de Thali García (Berenice), que esta
temporada ha estado acompañada por Alan Slim (Jaime), que sigue haciendo de las
suyas.
Sin
ser familia, cerca de los Casillas están también El Greñas (Alex Walerstein),
Laura (Karen Sandoval) y Arístides, Istúriz para los amigos, (Daniel Martínez
Campos). Muy buen trabajo el los tres y estupenda la química de Karen con Iván
Arana, tanto como la de Daniel con Renata Manterola, con la que se marca escenas
tan intensas como bonitas.
Denia Agalianou y Eduardo Santamarina, Ojeda y Dalila |
Ya
os digo que el número de secundarios es inmenso, así que voy a permitirme
cerrar este apartado con cuatro que me han gustado mucho: Elsy Reyes, Alosian
Vivancos, Manuel Landeta y Denia Agalianou. Elsy repite como la incisiva
periodista Carla Uzcátegui y si me gustó en las temporadas anteriores, en esta
me encantó, con ese giro amoroso que la ha llevado a estar con Castillo. Entre
la naturalidad de Elsy y el personajazo que es Carla, es imposible no
aplaudirla. En el caso de Alosian, me gustó también su naturalidad a la hora de
llevar a Dylan, un personaje complicado por su adicción a las drogas y la
relación que mantiene con Cecilio, un personaje con el que Manuel Landeta ha
demostrado lo versátil y gran actor que es. Termino con Denia, otro gran
descubrimiento que me deja esta temporada. Impresionante lo bien que lleva a
Dalila, su personaje en la historia, y las durísimas situaciones que vive esta
agente de la CIA por culpa de la tóxica relación que mantiene con Baltasar
Ojeda. Espero que, de haber octava temporada, la integren al grupo de los
policías, porque Dalila se lo merece después de todo lo que ha vivido en estos
capítulos.
[PERSONAJES
Y ACTUACIONES: 1,8/2]
TRAMAS
Me
habréis escuchado decir de esta historia que igual que se llama El Señor de los Cielos podría llamarse Las aventuras y desventuras de Aurelio
Casillas. Sin Aurelio, ambos títulos carecen de sentido y el espectro
argumental de la temporada muestra que ya no estamos en El Señor de los Cielos, sino en lo que perfectamente podría pasar
como una secuela que podría llevar por título Los Casillas frente al mundo.
Diana y Amado sufren altibajos esta temporada |
Argumentalmente
hablando, esta temporada tiene de todo. Quien busque acción, la encontrará en
Amado, Diana y el grupo de los policías. Quien espere por traiciones y planes
siniestros hallará en Pío y sus socios unas cuantas muestras. Para el amor
también hay espacio, con Amado y Diana, doña Alba y Pulque, Ismael y Laura o
Luzma e Istúriz. Más allá del amor, rozando el poliamor, se encuentran unas
cuantas tramas que involucran a la comandante Maldonado con varios personajes o
a Pío, Evelina y sus nuevos amigos colombianos. Si se desea escudriñar la carga
social de esta temporada, en Rita se encontrará una buena dosis de realismo,
con las caravanas de migrantes como trasfondo y con todos los intereses ocultos
que esconden estos movimientos. Tampoco faltan comentarios sobre otros temas
como los asesinatos de periodistas en México, aunque, sorprendentemente, esta
temporada no es tan crítica con el gobierno como las anteriores. De hecho,
Gómez Labrador es el primer presidente que no sale en la historia como
personaje, pese a que Bernardo sigue siendo secretario de Estado o equivalente y
el narcotráfico continúa dando muchos quebraderos de cabeza al país. Espero que
este no sea un beneplácito político hacia el actual presidente de México,
porque de serlo me decepcionaría bastante de una historia que ha disparado a
diestro y siniestro contra todos los políticos, sin distinciones. Me agrada, no
obstante, que la dualidad entre político corrupto y político incorruptible haya
seguido existiendo de la mano de Jaime y Esther, aunque, una vez más, la
victoria haya sido para los corruptos.
No me extraña, en ese sentido, Navarro,
Colón, Bernardo y hasta Carla Uzcátegui se lamenten en más de una ocasión de lo
ineficaz que es la ley contra la corrupción que cometen aquellos que legislan. Por cierto, ¿alguien me explica por qué Colón y Corina ahora son agentes de la CIA, si hasta la temporada pasada lo eran de la DEA?
Los Casillas lloran a Aurelio en su funeral |
Sin
Aurelio Casillas la historia se ve obligada a tomar nuevos rumbos que pasan por
un viaje a Grecia en el que Amado y Diana entran en contacto con distintos
personajes que darán pie a una serie de tramas. Quizás ese fue uno de los
errores de la temporada, pretender introducir un gran número de personajes
secundarios de golpe y al inicio, a los que se suman otros que llegan a las
vidas de los que se quedan en México, como la prima del Súper Javi y la hija de
ambos. Pese a que lo hacen con la intención de atrapar al espectador, al final
lo que consiguen es lo contrario, ya que además muchas de esas tramas, lastran otras
más importantes y acorralan, argumentalmente hablando, a otros personajes, como
ha sido el caso de Rutila, limitada a una trama sentimental absurda.
Bien
es cierto que si se logra aguantar esa etapa inicial, la historia fluye mucho
mejor con los personajes nuevos ya integrados y la acción de vuelta en México.
Para mí es en este punto donde comienza la temporada y donde acaba lo que fue El Señor de los Cielos para dar paso a
la secuela sobre los Casillas. Aunque parezca que no, porque Rafael Amaya dejó
grabados varios flashbacks inéditos
repartidos a lo largo de la temporada, Aurelio ya no está entre los suyos y es
hora de que la familia tome las riendas del negocio. Me ha gustado, en ese
sentido, el reparto más o menos equilibrado de las tramas más narconovelísticas
entre Amado, Diana e Ismael. Los tiempos han cambiado y la familia también,
hasta el grado de que los nuevos Casillas no dudan en colaborar con la policía
ni en destruir algún cargamento interceptado a sus enemigos. Incluso se llegan
a plantear varias veces dejar el negocio. Parecen otros, ¿verdad?
Este giro a
mí no me ha disgustado, en parte, por el potente arco de tramas que han tenido
los villanos: Pío, Ojeda y, en menor medida, Volpi, han hecho lo imposible por
acabar con los Casillas. La guerra entre bandos mantiene viva la historia y
hace que todavía se disfrute mucho entre tiros, persecuciones y tretas de unos
y otros.
Renzo Volpi, haciendo de las suyas |
Aplaudo,
en el desarrollo de la temporada, que los guionistas hayan sido valientes y se
hayan decidido a terminar de una vez por todas con personajes que no aportaban
nada, aunque también hayan matado a alguno que prometía y que se ha quedado en
una ilusión. También me parece muy valiente que hayan mostrado una vez más, sin
tapujos, distintas relaciones homosexuales, tanto con hombres y con mujeres
como protagonistas. Creo, no obstante, que se han dejado cosas sin desarrollar
que podrían haber sido interesantes, como saber qué fue de Milena o de Arelys,
dos personajes que acabaron la sexta temporada pero que no volvieron en la
séptima, pese a estar vinculados a personajes que siguen, o que se explotase al
fin la trama de la hija desaparecida de Joe, que además se parece mucho a
Corina. Esta última trama podría haber sido un filón interesante.
Sé
que ha habido quienes han criticado una trama, la relación tan tóxica que
mantienen Ojeda y Dalila. Estoy de acuerdo con quienes han tildado a Ojeda de
machista, abusador y de todo lo que queráis, porque lo es. Claro que es un
ejemplo negatívisimo para los jóvenes, pero esto es ficción y la ficción busca
entretener, para instruir están otras cosas. Si se ve partiendo de eso, de que
es ficción, no entiendo esas críticas. También hay quienes han calculado que la
edad de doña Alba sobrepasa los noventa años y echan en cara que se case en
esta temporada y haga planes de futuro. Lo dicho, es ficción y el tema de las
edades de los personajes hay que pasarlo muchas veces por alto, aunque no veo
en dónde esté el problema de que una señora de noventa años pueda casarse si
así lo desea.
Esta
temporada tiene un buen ritmo, con unos cuantos giros que comportan casi
siempre muertes de personajes, que pillan por sorpresa al espectador, lo que se
agradece. Si se ve a un ritmo de dos capítulos al día, como lo hice yo, os
aseguro que no os aburriréis, al menos una vez hayáis superado esos primeros
capítulos con tanto personaje nuevo, que descolocan un poco. La acción te
atrapa y es inevitable levantarse alguna que otra vez del sofá para discutir con Amado por algún que otro
plan extraño, como el que lo lleva a los brazos de Dalila para cazar a Ojeda, o
enfadarse porque los guionistas siguen empeñados en separar a Rutila de Javi y
en que Colón, Bernardo y Navarro se cuelguen, como mucho, una medalla por
temporada.
Otro funeral, doble en esta ocasión, cierra la temporada |
Los
acontecimientos siguen su curso hasta desembocar en un final muy abierto, pero
que paradójicamente no contiene ni un continuará
ni un fin ni nada. Eso sí, es
espectacular y arriesgado, en especial si se contempla de cara a una octava
temporada. ¿La habrá? Poco es lo que se sabe. Debería haberla, aunque solo
fuese para cerrar la historia de una forma más coherente. Eso sí, si lo que se
pretende es continuar más allá de la octava, es hora de hacerlo en forma de un spin off ante la aparente imposibilidad
argumental de recuperar a Aurelio Casillas. Hubo Aída sin Aída, pero no puede haber El Señor de los Cielos sin El Señor de los Cielos, así de claro. La
historia es ahora de los Casillas.
[TRAMAS:
3,5/5]
MÁS COSAS
En
algunas entrevistas leí que habían rodado esta temporada en tres meses, lo que
me parece un trabajo encomiable. Pese a que el ritmo debió ser frenético, no se
nota en la dirección, estupenda una vez más con la incorporación del colombiano
Sergio Osorio. Tampoco en la realización, con todo tipo de medios, incluyendo
una buena flota de drones que se ven en algún que otro detrás de cámaras.
Sí
que ese ritmo frenético se nota en el recorte que han sufrido los exteriores,
menos que en temporadas pasadas, y en algunos efectos especiales. Agradezco que
hayan bajado el ritmo de granadazos que tenía la sexta temporada y que haya
habido más tiros, pero han usado un efecto especial un poco raro, que no queda
bien en pantalla y es que el explosivo que usan crea un polvillo color granate
que simula ser sangre, pero que es eso, polvillo, aunque intenten pasarlo como
líquido.
Amado, brindando por un negocio en Grecia |
Más
allá de esto de los disparos, aun habiendo pocos exteriores, los que hay están
bastante bien elegidos y mención aparte merecen esos paradisíacos lugares de
Grecia que se muestran en los primeros capítulos, sin duda un valor añadido a
esta temporada, aunque argumentalmente ya os dije que ese viaje a Grecia
desocoloca más que aporta.
Aun
cuando esté mayormente rodada en interiores, los decorados escasean, en pro de
escenarios reales, como esa oficina de impresionantes vistas que se gasta
Castillo o la vanguardista casa en la que viven durante toda la temporada los
Casillas.
Nada
que objetar al vestuario, en la línea de las temporadas anteriores. Lo mismo se
puede aplicar a la musicalización, con un tema de entrada que pega mucho con la
idea del spin off que refería antes.
Se titula Los Casillas y sí, tiene
alguna que otra rima forzada como mujeriego
y griego o quemarropa y Europa. Pero
da igual, tiene su punto, sobre todo en el verso final: "Fue Aurelio y
ahora es Amado, los odiados señores del cielo". Es la que acompaña a la
entrada, esta que os dejo por aquí:
Lamento, una vez más, terminar una crítica hablando de censura. No merece la pena insistir en lo de las palabrotas, pero sí en que la censura haya llegado a extremos tan absurdos como el pixelado de una peineta dibujada en un papel, como os conté hace unos días.
[MÁS
COSAS 2,5/3]
Lo
que durante seis temporadas fue El Señor
de los Cielos se transforma en esta séptima tanda en una historia que
hereda algunos personajes, unas pocas tramas y el título de la anterior, pero
que debería, insisto, operar como un spin
off, porque argumentalmente lo es. Un elenco solvente y un buen ritmo
narrativo hacen que, pese a todo, la historia siga entreteniendo y se le puedan
seguir sacando cosas para comentar, como habréis podido ver en esta crítica.
PUNTUACIÓN
FINAL: 7,8
Comentarios
Habrá crítica de la T8. Tengo ganas de que se estrene, necesito saber cómo van a continuar la historia después de lo sucedido en la T7.
Un saludo!