Se termina una semana triste para el género y para sus seguidores. En los últimos días nos hemos tenido que despedir a una pareja de grandes actores y buenos amigos. Él, mundialmente conocido por haber sido el galán de “Los ricos también lloran” (Televisa, 1979), una de las primeras telenovelas mexicanas que dio, con éxito, la vuelta al mundo. Ella sembró el pánico en otra historia que arrasó allá donde se emitió, “Cuna de lobos” (Televisa, 1986). Os hablo, como muchos habréis intuido, de Rogelio Guerra y María Rubio.
Aunque todos lo conocimos como Rogelio Guerra, se llamaba Hildegardo Francisco, un nombre poco comercial, que decidió cambiar por Rogelio. Nacido en Aguascalientes el 8 de octubre de 1936, su vida se apagó el pasado miércoles 28 de febrero. Su última incursión en el género la realizó hace cinco años, en “Lo que la vida me robó”, producida por Televisa.
Con esta empresa realizó buena parte de las treinta y una telenovelas
que rodó, interpretando papeles de todo tipo, especializándose en protagonistas
y villanos. Entre los más recordados, su Luis Alberto Salvatierra de “Los ricos también lloran”. Trabajó puntualmente con Azteca,
antagonizando telenovelas como “Nada
personal” (1997) o “Golpe bajo”
(2000).
Si
su legado en lo que a telenovelas se refiere es extenso, más lo es el que deja
en teatro y cine: casi setenta obras de teatro y ochenta y dos películas.
Una
trombosis cerebral cambió su vida para siempre hace algo más de dos años. Dejó
de hablar y de caminar. Sus dos hijos y su esposa permanecieron a su lado,
siguiendo de cerca sus pequeños avances.
Sus
intensos ojos verdes se cerraron para siempre hace cuatro días. Deja una
impecable trayectoria y un gran recuerdo en todos los que disfrutamos con
alguno de sus personajes.
Un
día después, el jueves 1 de marzo, fallecía María Rubio. También de nombre
compuesto, María de Jesús Rubio nació en Tijuana el 21 de septiembre de 1934.
Fue adoptada por una familia de emigrantes españoles y ella misma sufrió,
siendo una niña, las consecuencias de la Guerra civil española. Viajó con sus padres
a San Sebastián, donde residían sus abuelos. Tenía menos de dos años y el
estallido de la contienda obligó a la familia a quedarse en San Sebastián,
donde vivieron casi una década.
De
regreso a México, con trece años comenzó a hacer sus pinitos en el teatro. Fue
el comienzo de una trayectoria notable, con treinta y tres telenovelas. Entre
ellas, una, “Cuna de lobos”, con un
personaje, el de la villana tuerta Catalina Creel, que no solo le dio fama en
todo el mundo, sino que también se convirtió en uno de los iconos del género.
La repercusión que tuvo Catalina Creel acabó por superarla, como reconoció en
más de una ocasión: “la gente veía a
Catalina y no a María”, comentó en varias ocasiones. Trabajó de la mano de
Televisa toda su vida. “Una familia con
suerte”, en el 2011, fue su última telenovela. Participó también en decenas
de obras teatrales y películas.
Padecía
una enfermedad respiratoria que le daba problemas. Sin embargo, los medios
apuntan a que en su fallecimiento pesó más la depresión que acarreaba tras la
muerte, hace unos meses, de uno de sus dos hijos, Claudio Reyes, director de
escena en el equipo de Angelli Nesma y de su nuera, Marú Dueñas, en un accidente
mientras volvían de rodar en una localización para “Me declaro culpable”.
La
casualidad quiso que Rogelio y María, grandes amigos, falleciesen en días
consecutivos y sus cuerpos fuesen velados en tanatorios muy próximos entre sí.
Por ello, una vez terminados los actos religiosos de Rogelio Guerra, su familia
ordenó que todas las flores que habían acompañado al féretro del actor fuesen
llevadas al velatorio de María Rubio. Un bonito detalle para concluir una
amistad de décadas entre dos grandes actores. Descansen en paz.
Comentarios
-Descansen en paz los dos-