Hay
una delgadísima línea entre las profesiones de actor y cantante. Los hay
quienes se atreven a cruzarla y les sale bien la jugada. Los hay a los que les
ocurre justamente lo contrario, y demuestran que hay veces que es mejor no
experimentar ni jugar a algo que no se puede ser.
Como
muchos otros apartados del blog, este contiene solamente mi opinión personal,
que espero se respete, aún cuando no se comparta.
Que
Sergio Goyri es uno de los grandes actores, especializado en villanos, que
tiene el género, es algo que nadie discute.
En
los años 90, después de cosechar muchos éxitos en el mundo de la actuación,
Goyri decidió lanzarse a conseguir su otro sueño: ser cantante. Atraído siempre
por la ranchera, el género musical por excelencia del país azteca, Sergio grabó
un disco de diez canciones, al que tituló “La
fiesta de mi pueblo”.
Era
la novedad y no le fue del todo mal en ventas. Un par de años después, lanzó
otro, también de diez canciones, titulado “Hecho
para ti”.
El
rendimiento de este segundo disco fue menor que el que tuvo el primero, pero
aún así, se animó a ir a por el tercero, titulado “Sergio Goyri”, que resultó ser un total fracaso.
¿Por
qué no funcionó como cantante? Tiene voz, es cierto. Pero es una voz que no se
presta para las rancheras. Le pasa un poco lo mismo que a Arturo Peniche.
Quizás sí para otros géneros, pero no para las rancheras.
En
2012, declaraba públicamente que no se consideraba un buen cantante, y que
había rechazado lanzar al mercado un nuevo disco en el que cantaba varios temas
a dúo con Juan Gabriel. Creo que fue una sabia decisión. Una retirada a tiempo
vale más que una victoria.
Dejo
como muestra dos canciones, para mí las más salvables, de la discografía de
Sergio Goyri…
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