Soy un desastre y precisamente, por serlo, me he quedado sin la línea telefónica
que usaba para el Whatsapp del blog, ese que puse a funcionar hace casi dos
años y que me ha permitido comunicarme con muchos de vosotros de una forma
bastante más rápida que vía email.
Como
os expliqué en su día, la línea era prepago. El operador exige recargar una vez
cada seis meses para mantenerla y cuando me quise acordar de hacerlo habían
pasado siete meses y medio. Sí. Me avisaron en mayo de que tenía que recargar,
pero creí que la última vez había sido en diciembre y que me quedaba margen. No
era así: la última recarga la había hecho el 11 de noviembre. Cuando el pasado
30 de junio me acordé de que me tocaba habían pasado más de siete meses. Así
pues, he perdido la línea y los tres o cuatro euros que tenía de saldo. He
consultado al servicio de atención al cliente del operador para ver si se podía
recuperar de alguna forma el número y/o el saldo, pero ni lo uno ni lo otro.
¿Qué
pasará ahora? El número está disponible para que un operador lo asigne a un
cliente en cualquier momento. Por esa razón lo más conveniente es que me
consiga otra tarjeta prepago, con otro número y migre a él todos los contactos,
chats y demás que guardo en este Whatsapp. Es algo que permite a aplicación y
que se gestiona en cuestión de horas. Me voy a ocupar de ello esta semana y ya
os proporcionaré, a más tardar el domingo que viene, el nuevo número. Si a lo
largo de esta semana me escribís y veis que da error o que no os contesto, es
por lo que os estoy contando.
De
todo se saca alguna enseñanza y en esta esa enseñanza es bastante evidente…
¡Gafemo, ponte alarmas en el móvil o un post-it o algo para que no te pasen
estas cosas! No os podéis imaginar la rabia que me dio no poder recuperar ni el
número ni el saldo.
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Es la prim