LA TRASTIENDA: A Dios rogando y con el mazo dando(me)

¿Qué tienen en común José Ángel Llamas y Mara Croatto? A priori, unas cuantas cosas: son marido y mujer, actores y ambos se han retirado hace unos años de la actuación para vivir su fe. Ambos, además, tuvieron en este blog su correspondiente entrada en el apartado ¿Qué fue de?, un apartado que atrae muchísimas visitas a esta página, con entradas que reciben visitas casi de manera constante, gracias a las búsquedas de personas que se acuerdan de un determinado actor o que lo ven en una reposición de cualquiera de sus telenovelas y tiran de Google para saber a qué se dedica. Todos lo hemos hecho.

En ese flujo constante de visitas las entradas dedicadas a estos dos actores han generado también un flujo de comentarios y como una docena de emails que no contesté, simplemente porque no me parecían merecedores de respuesta alguna. En esas entradas insistía en que respeto lo que ambos actores han hecho, aunque no lo comparta: me parece exagerado y hasta radical abandonar tu vida profesional para servir a Dios. Admito que mi opinión puede ser incómoda para algunas personas, pero no irrespetuosa. No puedo decir lo mismo de todos aquellos que con el paso de los años, porque es un goteo que se ha venido produciendo desde que se publicaron, se han ido metiendo conmigo por esa afirmación.

“Pena que tengas esa manera de pensar”, me decía uno de los comentaristas. Lo siento, es lo que hay. “Deje de ser tan egoistas, no ven que él decidió cambiar su vida y confiarla a Dios. Debería hacer lo mismo y mientras conozca más pronto a Dios es bueno, porque así tiene mas tiempo para servirle”, me soltaba otro. ¡Cuántas cosas se podrían decir sobre eso de “conocer a Dios”! Dejémoslo en que no, no lo conozco. Ahí me ha pillado. Por cierto, las tildes y la puntuación las he puesto yo para hacer más legible el comentario.  Otro más: “son ustedes que ven mal el dejar de hacer una cosa que no edifica por servir a Dios […] Y el Señor siempre provee, usted habla porque no lee la Biblia. Que Dios toque sus corazones. Amén”. Amén, hermano. Otro que también me ha calado… aunque a medias. No me leí la Biblia, pero sí una buena parte de sus libros, eso sí, desde una perspectiva vamos a llamarla literaria. Una experiencia recomendable, por cierto.

Voy con el cuarto, un estracto de un correo electrónico larguísimo: “quienes no creen en Dios Nuestro Señor arderán en el infierno y usted aún está a tiempo de evitarlo […]”. Omito la perorata que me soltó sobre las bondades de amar a Dios. Nada, si veis que llega el día en el que no escriba nada y no os dé explicación alguna, es que seguramente me habré muerto y estaré achicharrándome en el infierno. Me ponía como ejemplo de salvación a Llamas. Me van a atizar también por este involuntario juego de palabras.

Quinto y último, para terminar. Quizás el mejor, también me llegó por email: “¿Está usted bautizado?” “¿Hace cuánto que no va a misa? ¿Hace cuánto que no toma en su boca el cuerpo de Cristo?” […] Todavía puede salvarse […]”. Sí. Desde finales de septiembre. Desde mayo de 2004, que comulgué obligado, para más detalles. Esas son mis respuestas a sus preguntas, amiga evangelizadora. Como ve, no soy tan diablillo como parezco, solo que no es que tenga una relación muy allá con Dios. Realmente no es que tenga relación alguna con él. Supongo que cada cual decide sobre su religiosidad y la mía es, por así decirlo, inexistente.

¿Tanto cuesta respetar mi postura, aunque no se comprenda, como hago yo respecto de estos dos actores o de cualquier otra persona que siguiese un camino similar? Me apuesto lo que queráis a que seguiré recibiendo comentarios y correos intentando convencerme de lo genial que es acercarse a Dios. Uno de esos gajes que tiene bloguear y que he querido compartir con vosotros a través de estas líneas.