Desde que comencé a bloguear sobre este género he venido manteniendo un contacto más o menos fluido con
muchos de vosotros a través del correo electrónico y del Whatsapp. Aunque
quizás no sea el más rápido contestando –tirón de orejas para mí– sí que
disfruto mucho hablando de telenovelas, de series, de películas, de música, de
política y de la vida en general con muchos de vosotros. Nunca os lo digo, pero
sí, os tengo mucho cariño. No voy a dar nombres, porque supongo que más de uno
se dará por aludido o aludida, pero con todos vosotros me pasa algo que puede
parecer contradictorio aunque no lo sea: nos conocemos sin habernos realmente
conocido. La magia de internet provoca estas cosas.
Sin embargo, hace
unos meses me llevé una sorpresa que no me hubiese gustado llevarme jamás. A comienzos
del 2015 me empezó a escribir una lectora joven, de treinta y pico años, que
disfrutaba de este género tanto como cualquiera de nosotros. Recuerdo que en
los primeros correos que intercambiamos hablábamos de Los Miserables, que en aquel entonces emitía Nova y que yo veía más
o menos al ritmo de emisión de canal aunque por mi cuenta. Después seguimos
intercambiándonos correos y hablando de muchas otras telenovelas y de
diferentes cosas. En julio de este año me envió un correo en el que entre otras
cosas me comentaba que acababa de empezar La
Nocturna, animada por mi crítica y por las cosas que de esta gran
telenovela le había ido contando en anteriores correos. Le contesté y aunque no
obtuve respuesta suya en los tres o cuatro días que tardaba en responderme, no
le di mucha importancia, dado que era española, concretamente andaluza, y
Andalucía es sinónimo de verano y de planazos para esa época del año.
A
comienzos de septiembre, mientras respondía otros correos, me acordé de ella.
No me preguntéis ni cómo ni por qué, pero me dio por buscarla en Google a
partir del nombre y de los apellidos que figuraban en el remite de su correo.
El primer resultado de la búsqueda fue su esquela en la web de un tanatorio. Había fallecido en su casa a los pocos días de haberme enviado aquel
último correo.
Me
quedé helado. De hecho, aún me cuesta escribir sobre ello. Me puse muy triste,
porque lo es perder a una persona con la que has compartido algo como nuestro
gusto por las telenovelas y determinados tipos de novela sobre los que solíamos
conversar a través del correo electrónico. No sé qué pudo pasarle y seguramente
nunca lo sabré.
Sirva
esta entrada para dos cosas. La primera, para recordar a Aurora y enviar mi más
sentido pésame a su familia. La segunda, para celebrar ese cariño que os tengo
a todos los que me escribís y a los que comentáis y dedicáis parte de vuestro
tiempo a leer lo que aquí sale publicado. No os lo digo nunca, pero sin
vosotros bloguear no tendría ningún sentido.
Comentarios
Pobre chica joven como mi hermana y como tant@s que ya no están....
Gracias por querenos, yo también te aprecio un montón!
Hoy saludos y una abraçada molt forta😄
@Tessa... Es triste. No tengo palabras para describir el mazazo que fue, así, sin esperarlo, toparme con la esquela. Estamos aquí de paso :(
@Leda Leda... Muchas gracias. No sabes lo que me alegran tus palabras.
Estos días de encuentros y de cenas y comidas de empresas, amigos y familias, no estaría mal juntarnos en una comida todos nosotros, aunque por razones lógicas y geográficas es imposible.
Eso sí, si os dejáis caer por Oviedo (ahora o en los próximos meses) y tenéis ganas de charlar un rato, estaré encantado de invitaros a un café. Va para Tessa y Leda Leda, que han comentado en esta entrada y para cualquiera que pueda leer estas líneas. No es espíritu navideño, es agradecimiento.
Un saludo!
Muchos saludos!