Ocurrió
hace unos meses, aquí en Asturias. Por aquel entonces ya tenía en mente
incorporar este apartado mensual al blog, por lo que cuando leí la historia en
la prensa regional, tuve clarísimo que tenía que contárosla, sí o sí.
Los
protagonistas de la misma son los que veis en la fotografía. Él, Enrique
Velázquez, nacido en Gijón en 1933. Ella, Aida Ortiz, nacida en Caravia en
1935.
Se
conocieron cuando eran jóvenes, en Gijón, allá por el año 1954. Tras dos años
de noviazgo, Enrique y Aida decidieron casarse el 23 de abril de 1956.
Tras
su matrimonio llevaron a cabo una vida normal en Gijón, él trabajando como
ebanista en una empresa de madera y ella, como costurera, en una fábrica. Fruto
de su amor nacieron dos hijos, Alejandro (fallecido en 2006) y Enrique.
Enrique
y Aida pasaban todo el tiempo que podían juntos, especialmente después de que
se jubilasen de sus respectivas profesiones, disfrutando en particular con sus
paseos por Gijón.
En
septiembre de 2015, Enrique sufrió un ictus que le dejó un poco tocado. Aida,
que padecía del corazón, se vio afectada por la situación de su marido. A
finales de enero de este mismo año, Enrique ingresó en el hospital aquejado de
problemas que arrastraba desde que le diese el ictus.
Dos
meses más tarde, con su marido aún ingresado en el hospital, Aida tuvo que ser ingresada
aquejada de diversas dolencias. Ella misma pidió que la dejaran compartir
habitación con su marido, a lo que los responsables del hospital accedieron.
Cuatro
días después del ingreso de Aida, el 8 de marzo, Enrique fallecía, a eso de las
siete y media de la mañana, al lado de Aida. Cuatro horas después, el maltrecho
corazón de la mujer dejaba de latir, en la misma habitación en la que había
muerto su marido.
“Lo de mi abuelo nos lo
esperábamos, porque llevaba ya varios días muy mal, aunque lo de mi abuela fue
de repente. Estaba bastante bien”,
declaraba uno de los nietos del matrimonio al respecto.
“Se fueron juntos. No
podían estar el uno sin el otro. Siempre estaban el uno pendiente del otro y se
fueron de una forma que siempre recordaremos y no sufrieron el uno por el otro”, añadía otro nieto.
Un
funeral conjunto sirvió de despedida de Enrique y Aida, que hubieran cumplido
apenas un mes y medio después, sesenta años de casados. Una historia de amor
guionizada por el azar, un azar que le otorgó un broche increíblemente
romántico.
Os
dejo los enlaces de "La
Nueva España" y "El
comercio", los diarios regionales que se hicieron eco de esta
historia real, y en cuyas informaciones me basé para elaborar esta entrada.
Comentarios
Felices fiestas a tod@s