Con
la idea de hacer un poco más distendido el blog, he decidido, en esta nueva
temporada, contaros lo que yo he bautizado como “Historias de telenovela”.
Todos,
por unos motivos o por otros, conocemos historias que no tienen nada que
envidiar a las mejores telenovelas. Historias que en su mayoría tienen grandes
toques de romanticismo y que, llevadas por buenos guionistas y un buen productor,
podrían convertirse en telenovelas.
Historias
a veces reales, a veces con toques de leyenda, pero historias bonitas, al fin y
al cabo… Historias como esta...
1915. Peñafiel, Valladolid
(España).
Un
joven mozo, de nombre José Pazos, gallego, conoce a Matilde, una muchacha del
vallisoletano pueblo de Peñafiel, según parece, mientras está de paso en el pueblo, por temas
de trabajo. Matilde estaba en una situación económica mucho más
desahogada que la de José, pero ello no fue impedimento para que ambos se enamoraran
perdidamente.
Estuvieron
saliendo, o cortejando, que se diría en aquella época, y haciendo lo que hacían
los enamorados que vivían por aquel entonces con cierta distancia de por medio:
escribirse cartas, pensar el uno en el otro e ir a verse de vez en cuando, ella
a Galicia y él, a Peñafiel.
Tras
varios meses saliendo, Matilde enfermó con “grandes
fiebres y abundantes dolores”, según apuntan algunos de los mejores
conocedores de esta bonita historia. La pobre Matilde falleció en 1916, meses
después de comenzar su noviazgo con José.
Hay
algunos que dicen que se habían casado antes de que ella muriese. Yo creo que
no, por algo que os comentaré luego…
Imaginaos
cómo se quedó José, que la amaba tanto: desolado y teniendo que
seguir trabajando duramente para poder sobrevivir ya que rápidamente los sobrinos
de Matilde (su única familia) se repartieron su notable herencia, al morir su
tía sin testamento… En teoría.
Tiempo
después, tras asimilar la muerte de Matilde, José se puso a releer las cartas que
ella le había enviado durante su noviazgo. Cual si fuera una señal de su
Matilde, se encontró con una, la primera que le había enviado, que decía lo
siguiente:
“Peñafiel, a 24 de octubre de 1915.
Pacicos de mi vida: en
esta primera carta de novios va mi testamento: todo para ti, todo para que me
quieras siempre y no dudes del cariño de tu Matilde”.
Una
breve carta que le había enviado en pleno noviazgo, cuando después de llegar de
un viaje, Matilde, se sintió indispuesta, teniendo que pasar varios días en
cama. A juzgar por la carta, Matilde debía ser tan romántica como
hipocondriaca. Eso, o que tenía poca salud y preveía que se iba a morir joven. Sea como fuere, ‘Pacicos’ se asesoró, llevó a juicio a los
sobrinos de Matilde y consiguió, como era la voluntad de su amada, los bienes
que aquella quería que él tuviese en caso de que le pasara algo. Demostró que
una carta romántica de tres líneas, firmada y fechada, era un testamento
válido. Y así se lo reconoció el juez del Tribunal Supremo que llevó el caso,
allá por 1918. Qué fue de José después es algo que no se sabe a ciencia cierta.
Decía
antes que no creía, como sí piensan algunos historiadores, que estuvieran
casados. Lo sostengo por una simple razón: de haber estado casados, él habría
heredado sí o sí, como marido, aún cuando ella no tuviese testamento y los
sobrinos no se habrían ‘lanzado’ a por la herencia tal y como lo hicieron.
El
testamento de Matilde, además de muy romántico, fue el primer testamento
ológrafo (de puño y letra) recogido en una carta y reconocido por la justicia
española como tal. Es además el testamento más breve del que se tiene
constancia en este país.
Como
veis, una historia de telenovela, cargada de amor, con la muerte como villana y
con unos sobrinos como secundarios de una trama con un final en cierta forma
feliz, aunque quizás no el que solemos ver en las telenovelas.
Si
visitáis Peñafiel, un pueblo guapísimo, una placa recuerda toda esta historia, que yo conocí hace
años por una profesora y sobre la que indagué como un loco, porque me fascinó. Tenía una foto de la placa, pero por más que la busqué en mi ordenador, no di con ella. Sí con algunas fotos de aquel viaje, tres de las cuales elegí para acompañar esta preciosa historia.
Comentarios
Me gusta este apartado nuevo!!
Y es verdad hay historias que son de telen. y son verdaderas, como está, me ha gustado. El final no perfecto, pero podemos decir " como la vida misma".
En cuanto a lo de está herencia, hoy no creo valdría una carta amorosa, no sé, no entiendo de leyes.....tu sí, creo no?.....de todas formas los sobrinos se echarían encima como los parientes legales!! Buena está la gente por las herencias!!!!
Saludos!
Estoy desde un ordenador que no es mi ordenador de confianza, de ahí que no salga el logo que suele salir cuando respondo comentarios, pero os garantizo ser yo (no en vano, también soy el moderador de la página y sería muy absurdo que moderase comentarios que aparecen firmados por mí sabiendo que yo no los he escrito).
@Tessa... Seguiría valiendo, aunque tendrían que dar muchas vueltas. Aunque parezca que no, vale cualquier cosa que haya sido escrita por el fallecido y lleve su firma y la fecha en la que lo escribió. Hace poco me contaban un caso parecido a este, pero sin amor de por medio y ocurrido en un pueblito de Asturias: señora mayor, sin hijos, solo con dos sobrinos como parientes, se muere. Una vecina muy cercana sabía que quería dejarle todos sus bienes. Casualmente encuentra en una libreta que la señora usaba para apuntar cuánto compraba y cuánto gastaba una lista con todos sus bienes (lista, tal cual), fechada, firmada y con algo del tipo de "a mi muerte, para mi vecina Fulanita". Fulanita se convirtió en heredera después de llevar la lista al juez, pero necesitó peritos de caligrafía, cotejos con documentos escritos por la señora y dar mil vueltas. Pero valió.
@Zaragozano... Me alegra que te gustase este arranque de sección. Todos nos merecemos que conviertan nuestras vidas en una telenovela, porque dan para ello y seguramente para telenovelas mejores y más interesantes que las que solemos ver jajaja.
Saludos!