HISTORIAS DE TELENOVELA: Quasi's revenge

Lo he dicho en varias ocasiones, pero creo que no está de más repetirlo: hay que distinguir entre realidad y ficción. No se puede ir por la vida poniendo en práctica lo que vemos o lo que leemos en productos pensados para entretener.
No soy muy de viajar en tren, pero hace unas semanas no me quedó de otra: se me juntó una tarde de tormentas intensas con tener que ir hasta una localidad que no se encuentra muy bien comunicada por autobús, pero que mantiene un apeadero de tren. No me gusta conducir cuando llueve a cántaros, como aquel día, así que me fui en tren. Fue una sorpresa mayúscula encontrarme, tras años sin saber de él, a un viejo conocido nuestro: Quasi.
Inciso antes de seguir. Podéis recordar otros capítulos de su historia pinchando en la etiqueta que aparece al final del artículo, con su apodo (lógicamente, no se llama Quasi, que es un mote que también tiene su historia). Capítulos que quizás no tenían los tintes que tiene el que hoy voy a contaros…
Nada más verme, me saludó y quizás pensando en a ver si sacaba algo de material para este blog, me senté con él. Me fue contando que trabajaba en una pizzería de una villa situada dos paradas antes de la localidad a la que yo iba, tanto como camarero en el local como repartidor de pedidos en moto. Hablamos, durante la media hora que duró el trayecto, de muchas cosas, entre ellas, el amor. Me comentó, entre triste y enfadado, que había tenido poca suerte y que no olvidaba a Pepita, de la que también os hablé hace tiempo.
Se mostraba, sin embargo, expectante ante un plan que tenía en mente. Un plan macabro, que conecta con lo que os comentaba al principio de no tomarse al pie de letra lo que vemos en las telenovelas. Un amigo de toda la vida, casi hermano para él (trató de explicarme quién era por si lo conocía, pero sinceramente, no tengo ni idea), le dejó de hablar de un día para otro. Así, sin motivo aparente. Trató de pedirle explicaciones, pero no recibió ninguna y lo ignoró, según me contaba, en diferentes ocasiones en las que se vieron  por la calle. Decidido a vengarse de él, Quasi había conseguido establecer trato con una hermana (también trató de explicarme quién, pero tampoco sé quién es) de ese antiguo amigo. Había conseguido su número de teléfono y su amistad en redes sociales. Su plan era muy sencillo: hablar con ella hasta engatusarla y según él, “conquistarla”, invitándola a salir con él y su grupo de amigos en unas fiestas que se celebrarán dentro de unas semanas. Llevaba ya hablando con ella varias semanas vía Whatsapp y estaba convencido de que su plan iba a llegar a término.
Mientras lo contaba, le brillaban los ojos, pero no precisamente de amor. Confieso que me dio cierto miedo. De hecho, de la que se acercaba a su parada, me pidió que intercambiáramos los números de teléfono para seguir en contacto y yo le di un número que tuve hace mil años pero que no uso. Imagino que se habrá dado cuenta, pero tampoco me preocupa mucho.
Me sorprendió mucho encontrarme con una persona que estaba tal y como están en muchas ocasiones los villanos locos de remate que vemos en las telenovelas. Lo vi muy trastornado, sinceramente. Tanto que me he llegado a plantear si realmente el “conquistará” iba en sentido literal o figurado. Sé que no debería preocuparme, porque a fin de cuentas no es nada mío, pero temo que las cosas puedan acabar mal para la chica. Quiero pensar y deseo que no le pase nada…
Lamento haber recuperado a Quasi, que tan buenos momentos nos dio, para mostraros cómo el tiempo hay veces que no pasa para bien y que incluso puede perturbar a la gente, haciéndola creerse aquello que ve, en su caso en series americanas, ya que me aseguró que ya no veía telenovelas. Mintiendo, yo le dije que tampoco. 

Comentarios

tessa ha dicho que…
Gafemo, perturbadillo ya era, ya....
Lo que ahora miedito-me-da- .....jaja